Para pelear se necesitan dos, reza la tradicional frase que argumentaban los abuelos cuando recomendaban no entrar en conflictos. Para bailar también, añadimos. Pero ¿qué pasa cuando una de las dos partes extiende su mano y la otra lo deja esperando? Esa debería ser la pregunta que en algunos sectores de la política local deberían estar haciéndose, si se tienen en cuenta algunas situaciones que se han presentado en los últimos días, específicamente con el gobernador Juan Miguel Galvis Bedoya. Coherente con la postura conciliatoria que mostró en su campaña, el mandatario superó el umbral de los 100 días tratando de construir puentes con todos los actores, incluso con los que, en época de lides electorales, estuvieron parados en la orilla del frente. Frases como “las campañas ya pasaron, es hora de construir juntos” o “no soy el gobernador de quienes votaron por mí, porque gobierno para todos los habitantes, me hayan acompañado o no” han calado entre la ciudadanía que evidencian de manera tangible la democratización de sus acciones y decisiones, por encima de favoritismos frecuentes en otros gobernantes que se guían más por el sectarismo.

Pero lo que día a día construye el gobernador con la ciudadanía parece resistírsele entre los círculos del poder. La desidia mostrada por Hugo Aristizábal, el presidente de la Asamblea Departamental la semana pasada, en la radicación del proyecto de acuerdo concerniente con su plan de desarrollo, fue evidente y objeto de críticas a las que el corporado ha respondido con un silencio elocuente pero totalmente diciente. Su afán por que el mandatario evacuara el recinto luego de su exposición, su tangible molestia, su mala cara, no se le pasaron a los asistentes al hecho. Como siempre, Galvis puso la otra mejilla, y de manera humilde abandonó la sala.

A mediados de semana visitó el Quindío el presidente de Findeter, Juan Carlos Muñiz, para reunirse con los alcaldes de los municipios. Entre los anuncios hechos en su acercamiento a la región, el ejecutivo anunció que a mediados de este año se publicaría una licitación por 240.000 millones de pesos para el proyecto de la doble calzada entre Calarcá y Cartago; una obra gestionada por el anterior gobernador del Quindío, Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas. Además se reunió con el equipo de la Alcaldía de Armenia, abriendo las puertas para que los proyectos que componen el plan de desarrollo del Alcalde, James Padilla García, encuentren el financiamiento para su ejecución. ¿El ausente en el encuentro? El gobernador Galvis Bedoya, que como primera autoridad del departamento fue ignorado en la visita, (en la que habría influido una representante a la Cámara con altas cuotas de poder en la entidad y que ha demostrado su desinterés por trabajar en conjunto).

Para completar, el sábado 4 de mayo la Gobernación del Valle decidió, sin anuncio previo ni invitación institucional, inaugurar el puente de Barragán, colapsado desde hace cerca de dos años y cuya reparación le correspondió a la ex mandataria del departamento vecino, Clara Luz Roldán. El fin de semana, su sucesora (y madrina política, Dilian Francisca Toro) llegó de sorpresa al paraje, y sin un protocolo que tuviera en cuenta al Quindío como región limítrofe y co habitante natural de la zona, dio apertura a la obra, rompiendo con un egoísta corte de cinta, una dinámica regional muy clara para la ciudadanía.

Todo hay que decirlo: Galvis ha honrado su palabra, de generar una apertura para trabajar de la mano con sus contradictores. Un propósito en el que ha hecho, para una parte de la población, demasiadas concesiones, incluso por encima del capital político que lo llevó al cargo. La jugada era lógica si se tiene en cuenta que, para lograr un margen de gobernabilidad, estos ejercicios resultan imprescindibles. La pregunta entonces es hasta dónde podrá estirar el chicle sin enrarecer más el ambiente en el que se mueve, sin poner en riesgo su proyecto político, sin ir perdiendo los alfiles que lo acompañaron. Encuentro en internet la receta de los huevos escalfados, una exquisitez que planta su exclusividad no en los ingredientes, sino en el proceso, que debe ser ejecutado con detalle para lograr el punto. Galvis está en un momento clave y muy delicado: el del huevo pochado en su gobierno y apenas empezando.

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