Las elecciones regionales están a la vuelta de la esquina, el domingo 29 de octubre nos daremos cita en las urnas para elegir alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles en las JAL. Mas allá de todo el despliegue e infinitas listas de candidatos no podemos perder de vista la titánica tarea que tendrán a cargo nuestros nuevos líderes a partir del primero de enero de 2024; nuestro Plan de Ordenamiento Territorial Armenia 2009 – 2023, que deberá entrar en fase de revisión y con suerte, la formulación de una nueva hoja de ruta que recoja todas las fortalezas del actual y mejore todos aquellos puntos donde este se queda corto.

Recordemos que el actual POT se ha visto inmerso en problemas de índole jurídico, lo que ha hecho que se pierda tiempo valioso e inversiones cuantiosas que no terminaron concretándose. A raíz de esto el crecimiento de la ciudad no se ha dado como se pensó hace mas de doce años. Alcaldía y Concejo deberán pues, formular y conciliar con entidades y representantes de la ciudadanía nuestra nueva hoja de ruta para los próximos doce años. Como cuyabro sueño con un POT que nos permita replantear nuestra ciudad, basado en el desarrollo sostenible; los planteamientos de los gremios; las problemáticas sociales, económicas, de transporte y movilidad; acceso a los servicios públicos e infraestructura de calidad para una ciudad que se empieza a proyectar hacia el futuro, sin dejar de lado componentes como la interacción con el medio ambiente, el componente rural, así como la proyección de Armenia como destino turístico o segunda opción de vivienda.

No podemos desconocer que el reto es grande. Actualmente la ciudad tiene problemas graves en movilidad, transporte, crecimiento desordenado, sectores completos deprimidos y sin posibilidades reales de mejora en su entorno. El nuevo POT debería entonces priorizar y promover la densificación y modernización de zonas que, por su cercanía al sistema de transporte, acceso a infraestructura de servicios públicos y a fuentes de empleo, podrían representar la creación de nuevos y modernos sectores para vivir, trabajar y disfrutar. Este tipo de cambios claramente tendrán resistencia y no serán sencillos; sin embargo, con voluntad política e incentivos que animen a urbanizadores, podríamos renovar áreas completas y generar una nueva dinámica social, cultural y económica en pro de la ciudad.

La nueva hoja de ruta debe rescatar y reglamentar de manera técnica y juiciosa los cobros por deberes urbanísticos para nuevos desarrollos con destinación específica, como instrumento para que estas mantengan o construyan infraestructura para el bienestar de las personas: un claro ejemplo lo podemos ver en el actual POT de Pereira, que a pesar de tener inconsistencias en sus definiciones y alcances para el cobro de los deberes y cesiones, es una base de lo que podríamos lograr con mejores resultados.

La futura administración tendrá tareas difíciles como la terminación de algunas obras por valorización, actualización e inversión en acueducto y alcantarillado, vías, hospitales entre otras, sin olvidar que a pesar de recibir una ciudad endeudada también tendrá la oportunidad de importantes ingresos por cuenta de la actualización catastral y predial que se ha venido dando. El reto es grande, pero la ciudad merece más de sus gobernantes y tenemos la oportunidad de al menos materializar una nueva hoja de ruta.

La invitación queridos lectores es a votar con sabiduría, mas allá de la fiesta y francachela que regale el candidato en campaña. Fijémonos en sus propuestas, su preparación e idoneidad para el cargo; en últimas serán ellos quienes nos conduzcan a una ciudad mas amable y justa, o a perpetrar el desorden e inequidad de los que todos los días nos quejamos.

Mauricio Ruiz Chica
Ing. Civil
Especialista en movilidad y transporte

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