La idoneidad de los mandatarios en función de sus prácticas de consumo de sustancias es un tema bien resbaladizo. Por un lado, está el derecho a la privacidad que debe ser respetado. Por otro está su carácter de personaje público, con una responsabilidad en sus manos más grande que la del ciudadano de a pie.

Las sospechas de un uso o abuso de sustancias se volvieron de unos días para acá en el nuevo argumento de la oposición a la actual Presidencia. Obedeciendo a los comentarios que hace ya un tiempo rondan en la opinión pública, de que el actual mandatario Gustavo Petro podría sufrir de resacas incapacitantes para ejercer su público, la polémica volvió al ruedo con la carta escrita por María Jimena Duzán y que fue publicada por la revista Cambio. Arguyendo como motivación, un llamado para rescatar a Petro de su muy personal drama, la reconocida periodista termina ventilando un presunto problema de adicción que se debería circunscribir a la esfera privada.

María Jimena sabía lo que hacía. Es imposible que, con tanto recorrido en el periodismo, no intuyera el impacto que un texto como este haría en un país con ya demasiada polarización y un rechazo creciente ante el Ejecutivo. El hecho de que la acusación provenga de una de las mayores defensoras de su proyecto le echa aún más leña a la hoguera encendida por fuerzas que no dudan en emprender las más variopintas campañas de desprestigio para recuperar un poder del que nunca se han desprendido.

¿Qué motivaciones hay detrás de este disparo teledirigido a la cabeza del Presidente? Por acá lo ignoramos. Nos negamos a creer que haya sido por dinero, subsiste la duda de si la izquierda que por primera vez se unió para llegar al poder (¡por primera vez se unió para algo!) ahora se desarma por la díscola gestión de su jefe de turno, no descartamos que la periodista sea presa del descontento surgido por un deseo de cambio que parece no llegar.

Cual sea el origen, la columnista se equivocó, actuando con base en rumores y suposiciones. Así quedará, hasta que presente evidencias de lo que argumentó, dejando por el suelo el nombre de su muy cercano amigo, el que desprende de ella tal nivel de preocupación, que solo encontró en una revista de circulación nacional la vía para poderlo ayudar. Por el momento, ya le cayeron críticas de actores especializados en el tema de las drogas en los medios. Llamarlo adicto es revictimizarlo, por ejemplo. Y asumir que un presunto caso de consumo es problemático para su gestión, es abrir la pregunta sobre hasta dónde llega el uso y hasta dónde el abuso.

Y voy a sustentar la postura. Porque llegar tarde y ser incumplido no es signo de nada más que de pereza. Pero de pasar de calificar a alguien de perezoso, a llamarlo adicto a las drogas, hay un camino bien largo. Además pone de nuevo sobre la mesa el término droga. ¿Qué es la droga? ¿Por qué el café y el chocolate no son considerados drogas si contienen un componente con cierto nivel de adicción como la cafeína? ¿Hay prácticas que pueden generar una verdadera adicción como el juego, la comida o el porno? ¿Es el Twitter de Petro su verdadera adicción?

¿Y la oposición? Aprovechando el desorden. Ahí tienen las críticas a la ministra del Deporte, Astrid Rodríguez, en la instalación de los Juegos Nacionales en Pereira; en su intervención habla raro y la acusan de haberse presentado ebria, pero ella argumenta que fue un problema con el sonido. Sus acompañantes en el evento niegan que hubiera estado consumiendo licor. Difícil aceptar la hipótesis del sonido, queremos creer que no estaba ebria, tememos que haya sido aviso de un accidente cerebro vascular, es posible que haya sido miedo escénico por los abucheos que se llevó de la audiencia. En últimas, no sabemos nada. Y con eso nos quedaremos.

Preguntas que quedan en el aire, pero que además manchan la hoja de vida, hasta ahora impoluta, de una de las más importantes líderes de opinión del país como lo es María Jimena. Lo decimos sin apasionamientos ni ideologías. Eso no se hace. Por donde lo mires, y sabiendo que es un atrevimiento criticar desde un medio emergente como este a semejante figura, consideramos un despropósito salir a chapotear con una acusación de ese tamaño, dejando los interrogantes abiertos y el clima político aún más enrarecido.

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