Por: Andrés Mejía – Sebastián Ruiz – Miguel Ángel Mejía
La mayoría de las veces, el tomar una decisión por encima de otra no origina diferencias drásticas. Pero en ambientes hostiles, que exigen al cuerpo a rendir en condiciones extremas, una disyuntiva puede sostener o cegar una vida. Tomándose un café mientras me cuenta su experiencia, a Adrián Quintero se le nota en la mirada que su pensamiento vuela a la montaña, que regresa sobre sus pasos y trata de identificar qué fue lo que le salvó la vida. Más aún cuando hace menos de dos meses, Kevin Bocanegra la perdió en contra de la naturaleza. Ambos comparten en sus historias la misma ruta y la misma afección, que resultó mortal para el segundo.
El caso del montañista fallecido en el nevado del Tolima el pasado 31 de diciembre generó muchos titulares. Y rumores que no vienen al caso que vamos a tratar. Porque los comentarios de que el objetivo de la visita al santuario natural involucraba la grabación de un vídeo sexual y los señalamientos en contra de su novia por el presunto interés de capitalizar el morbo generado para alimentar sus seguidores en cierta página azul, se quedarán en eso, por lo menos en este artículo.
-El año pasado subiste dos veces-, interrumpo en su abstracción a Adrián.
-Sí. En febrero de 2024, con un grupo de amigos, contratamos una empresa certificada de Salento para que nos guiara al nevado del Tolima porque quería celebrar mi cumpleaños haciendo cumbre. Nos encontramos con los rescatistas en una finca llamada La Playa, que es donde normalmente siempre pernocto. Hicimos en esa ocasión el camino más fuerte, que fue salir de Cocora el 4 de febrero y llegar ese día a las 11:00 de la noche. Salíamos de allí de madrugada, para que el 5 de febrero estuviéramos en la cumbre, regresábamos ese mismo día al refugio y de ahí bajábamos a Cocora. La idea era llegar el 6, completando el recorrido en 3 días.

¿Suena duro? A mí se me bajó la presión solo escribiendo esa frase. Pero Adrián lleva experiencia de sobra en estas lides; su primera cumbre en este paraje fue a los 16 años y hoy tiene 34. Sus frecuentes ascensos los complementa con otra labor que también lo apasiona, pero que además es su sustento: catador de café de una empresa muy reconocida del sector en el Quindío. Continua Adrián.
-Cuando llegamos a la finca, dos personas que iban en el grupo llegaron muy cansadas y se quedaron en el campamento mientras nosotros subimos. Una de ellas, sin embargo, se quedó con el deseo de cumplir el sueño de conquistar cumbre, y quedamos en una promesa: que volveríamos en su cumpleaños para subir de una manera más descansada.
Eso dio paso a que regresaran ambos el 12 de mayo al nevado. El 13 hicieron caminatas de reconocimiento, un poco también para adaptar el organismo. Y esa noche se prepararon para ingresar de nuevo al glacial, en búsqueda de la cima. El recorrido lo iban a hacer ellos dos y el guía contratado. Salieron a la 1:30 de la mañana.
-Cuando llevábamos más o menos hora y media, empecé a sentir algo extraño en mi capacidad física… que no rendía igual que lo habitual… pero no tenía gripa, ni mucosidad, sino una leve tos como cuando algo te pica en la garganta- describe. Unos síntomas que Kevin Bocanegra debió sentir también si se tiene en cuenta que ambos sufrieron del mismo cuadro médico: un edema pulmonar.

La parte de Kevin
Va a ser difícil reconstruir la experiencia del desaparecido Kevin Bocanegra, pero nos vamos a basar en la información que ha dado su novia Julieth Ordoñez (Jois Ramírez en redes sociales) y que fue juiciosamente reseñada por el diario El Tiempo. De acuerdo con esta versión, ambos habrían llegado a Cocora el 28 de diciembre junto con su suegra Lorena Ramírez, otro grupo de acompañantes (no se especifican cuántos) y uno de sus primos Óscar Apolinar, quien operaría como guía. Los problemas empezaron temprano, con un grupo disgregado en medio del recorrido y momentos en los que se perdieron en el camino. No obstante, habrían llegado a la finca La Primavera cerca de las 8:00 de la noche.
Al amanecer decidieron recorrer el paramillo del Quindío. El día anterior, Kevin había presentado síntomas de gripe, y esa mañana se presentó fría y lluviosa, incluso nevando en la cumbre, lo que los obligó a regresar al refugio para intentarlo al día siguiente. En esta segunda jornada también se separó el grupo en varios segmentos y el guía se loe “recomendó” a uno de los caminantes que carecía de los conocimientos necesarios, de acuerdo con la versión. Al regresar a La Primavera, Kevin empezó a presentar una sintomatología preocupante que no fue tenida en cuenta: dolor de cuerpo y congestión. Esa noche la pasó con tos.
Para el médico y columnista de El Cuyabran Post, Sebastián Ruiz, este primer y casi insignificante síntoma, podría haber sido el punto de inflexión entre la vida y la muerte. “Partimos de la premisa que era un hombre de 25 años en unas condiciones atléticas excelentes. A pesar de que iban perdidos y mal orientados, la subida no fue algo abrupto, porque subieron despacio, lo suficiente para afrontar el descenso en la presión barométrica sin enfermarse”.
-¿Pudieron haber influido las condiciones climatológicas con las que se enfrentaron?

-Pueden haber incubado una infección, ante lo cual lo ideal es guardar reposo porque uno va a direccionar sus recursos energéticos a eso- conceptúa -Entonces si uno se resfría hasta cierto punto y la situación climática empeora el estado de salud, es una clara señal de que la vaina no va a tener el mejor resultado. Parte más de la imprudencia personal, porque la gente se confía mucho en que pueden con una ‘gripita’.
Para el tercer día, los miembros de la excursión reanudaron la campaña a las 7:00 de la mañana, con un peso mayor que el anterior, llevado por los hombres del grupo, ante lo cual Kevin expresó que no se sentía bien. Óscar, el guía, desestimó la manifestación, diciéndole con tono juguetón que “no fuera flojo”. La meta era llegar a Arenales, pero las condiciones del clima y de nuevo la dispersión del grupo (incluso del guía que se habría quedado atrás), los llevaron a armar una carpa en el punto llamado El Calvito. En este punto, Julieth esperó varias horas resguardándose de la lluvia, a que llegara su novio con Óscar.
El siguiente pasaje es dramático, y lo trascribimos tal y como lo cuenta en El Tiempo: “Llovía sin parar un segundo, no había forma de que Kevin cogiera calor corporal porque el frío era extremo. Teníamos que descansar hasta las 2 a. m. del 31 de diciembre ya que Oscar había dado la orden de salir a esa hora a la cumbre. Pasamos una noche terrible. Kevin tosía mucho, se escuchaba muy congestionado, tuvo fiebre y vómito. Me decía que quería irse a casa. Yo lo cubría con mi sleeping, mi ropa, mi aislante”. Al momento de partir, Julieth y Kevin acordaron en que ella, que presentaba mejores condiciones, continuara con el grupo para cumplir con uno de los objetivos: que se tomara fotos para publicar en sus redes sociales.

La expedición procedió a ascender de manera desorganizada, sin un liderazgo, sintiendo que el viento gélido les atravesaba los huesos. El mismo guía reconoció no poder dar cinco pasos sin sentirse ahogado. Incluso en el descenso, alcanzó a desmayarse, cuenta la entrevistada. Cuando regresaron a la carpa donde había quedado Kevin, este le pidió a su primo que activara el seguro que habían comprado, pero no había señal de celular en el paraje. Justo ahí, fue cuando Julieth vio a Kevin expulsar “líquido amarillo por la nariz en una cantidad exagerada”; la manifestación más clara de que estaba sufriendo un edema pulmonar.
-¿Cómo explicamos un edema, Sebastián?
-A ver… El pulmón evolucionó como una esponja compuesta de muchas pequeñas bolsitas, hasta donde llega el aire para que se dé el intercambio gaseoso entre gases atmosféricos y los líquidos del sistema circulatorio. Estas bolsitas deben mantener infladas y llenas de aire; si se colapsan o se llenan de algo que no es aire (en la neumonía puede ser moco o exudado purulento) o líquido del interior del sistema circulatorio en condiciones donde la presión, afuera del alveólo, es inferior a la del interior, aumentando su permeabilidad. En otras palabras, es como empacar algo al vacío, se comprime todo y le saca lo de adentro.
-¿Y qué era el líquido amarillo que expulsó?
-El exudado de los líquidos propios del organismo que habían invadido las bolsitas del pulmón. En ese momento ya tenía invadidos los alveólos y empezó a expulsarlos a través de la tráquea. Es el líquido que uno tiene por dentro, tanto en el espacio intravascular como afuera, en los tejidos. Ese cuadro uno lo ve en pacientes muy avanzados.
Volvamos a la pesadilla. Arriba, en medio del paisaje agreste, incomunicados y con una situación crítica, los excursionistas se toparon con un arriero que iba subiendo y que les consiguió un caballo que llegaría horas después para evacuarlo. Alcanzó a bajar unos metros con él en su lomo hasta que, en medio de gritos de desespero, Kevin perdió el conocimiento. Tras horas de descenso, el animal y su pasajero regresaron a La Primavera. Julieth y su madre llegaron después, guiadas por las huellas del semoviente que lo transportó. Fue entonces cuando descubrieron la verdad: el cuerpo de Kevin estaba envuelto en unas lonas. Las palabras de la mujer de la finca retumbaron como campanas: “Ya no hay nada que hacer”.

La parte de Adrián
Volvamos a Adrián. Recorrida cerca de hora y media desde la finca La Playa en dirección a la cumbre del nevado, empezó a sentirse sin aire. Conociendo bastantes historias de miedo que empezaban igual en el nevado, supo que mientras más cerca del nivel del mar estuviera, mientras más descendiera, iba a estar más seguro.
-En ese momento les dije al rescatista y la persona que iba conmigo que me había enfermado, que no me sentía en capacidad, que me devolvía. Ellos se querían regresar conmigo, pero como ella no había logrado hacer cumbre la vez pasada, le dije que siguiera con el rescatista y que, como estaba muy cerca y me conocía el camino, me podía devolver solo. Estaba súper cerca del refugio, si se tiene en cuenta que la caminata es de 6 o 7 horas.
Lo sé. La decisión suena osada. Pero recuerden que Adrián tiene experiencia en este tema, y puntualmente en este paraje. “Tengo soroche”, se dijo para calmarse y empezó el descenso, mientras las luces de las linternas de sus acompañantes se hacían cada vez más pequeñas en ese inmenso negro en el que el viento aporreaba los frailejones. Sin embargo, Adrián notó que, con cada paso, le empezaba a faltar más aire. ¿Acaso lo estaba reclamando para sí la montaña que tantas veces lo recibió?
-Empecé a controlar muy bien el poco oxígeno que podía obtener y a caminar muy despacio, sin forzar mucho el corazón o los pulmones, hasta que logré llegar al refugio… lo que me demoré hora y media subiendo, me llevó 4 horas de regreso y en bajada. Sin embargo, la situación no mejoró allí: Lo primero que hice fue pedirles el favor de que avisaran por radio al guía que debía evacuar una vez volviera de la cumbre. Pero ese fin de semana había mucho tráfico, y le habían prestado el equipo a otro guía para que acompañara al grupo que llevaba. Estaba incomunicado.

Adrián notó que no era capaz de quedarse acostado porque se ahogaba cuando agachaba la cabeza. Tuvo que dormir en una postura particular que le fue recomendada mientras el sol empezaba a asomar por el borde de la cordillera. Cerca de las 10:00 de la mañana, retornaron la cumpleañera y el guía. Mientras este desayunaba algo y se preparaba para doblar su jornada con el deber de llevarlo a Salento, a Adrián le midieron la saturación de oxígeno en la sangre; estaba entre 52 y 57, cuando el rango normal es de 92 a 97. Estaba a punto de desmayarse. Le aplicaron dexametasona, lo vistieron, lo cubrieron con un poncho, y lo subieron en un caballo. Las fuerzas le daban solo para no desplomarse de su lomo al suelo.
Pero el camino no iba a ser fácil. La constante lluvia de la noche anterior hacía riesgoso el paso habitual. Fue entonces cuando el rescatista tomó una decisión bastante peligrosa, pero que representaba la única solución: subir unos metros más, en contravía de la perentoria necesidad de que su organismo bajara de esa altura a un entorno de mayor presión atmosférica.
-Para revertir la situación tiene que generar presión barométrica y la única manera es bajando, perder altura- interviene Sebastián. La jugada es básica; mientras más abajo se esté más presión externa se genera, evitando que los pulmones se congestionen.

Adrián y su rescatista lo sabían pero no había de otra: La idea era bordear el paramillo del Quindío, de camino a Buenos Aires, La Argentina y por último Cocora, donde un amigo personal lo estaría esperando para llevarlo al hospital del pueblo; allí ya lo aguardaban, resultado de la activación de la póliza. Ese recorrido agonizante por una infinidad de paisajes que se concatenaban de manera incesante mientras sentía que su vida se escapaba en un hilo de respiración, duró de 10:00 de la mañana hasta las 3:00 de la tarde. Pero del hospital de Salento, el paciente no salió hasta las 10:30 de la noche, cuando la doctora estuvo segura de que estuviera estable, luego de una sesión intensa de inhalaciones de salbutamol y medicamentos intravenosos.
Ya en Armenia, en los días siguientes, Adrián fue sujeto de exámenes de saturación de oxígeno, presiones de gases arteriales, capacidad pulmonar y electrocardiogramas, revelando que no había ningún problema de raíz, enfermedad de base o secuela. “Lo único que no logramos descartar y fue una conjetura, es la posibilidad de que tuviera COVID asintomático, y que al estar en esa altura y forzar el cuerpo, los pulmones no respondieran como debían y se hubieran llenado de líquido”.
No les voy a mentir. Todavía me sorprende verlo contar el cuento con un café en la mano y riéndose.

Mucha rabia y poca razón
Luego del regreso traumático de Julieth y sus acompañantes, la figura del internet se despachó acusando a Parques Nacionales de no haber “brindado las herramientas y la asistencia”. También se quejó de que un arriero que quiso auxiliar a Kevin con una inyección de dexametasona, en sus palabras “no tenía conocimiento de aplicar inyecciones” y de una “mala atención recibida en la finca”. Palabras que, entendemos, salieron en un momento de shock y frustración por un viaje que no salió como esperaban y con consecuencias absolutamente trágicas. Incluso el padre del fallecido, Hernando Bocanegra, señaló en el pódcast ‘Más allá del silencio’ que “No tuvieron el apoyo ni de Defensa Civil, ni de Bomberos ni de ningún ente (…) Mi hija tuvo que ver la forma como descendieron el cadáver de mi hijo de la parte alta, y no fue una cuestión humana porque se hizo en un caballo, se hizo sin ningún tipo de protocolo”.
Sin embargo, ninguno de los acusados tiene ninguna responsabilidad. Empezando por los arrieros y las personas de las fincas que sirven como campamento previo al ascenso, los cuales no tienen por qué contar con la preparación para atender estas emergencias; ellos simplemente son familias campesinas que cobran la estadía y la comida. De acuerdo con Miguel Ángel Mejía Díaz, columnista de El Cuyabran Post y que incursionó con unos socios en el tema del turismo de alta montaña con su empresa Antis, “tampoco se le puede pedir a Parques (una entidad encargada de administrar y gestionar ambientalmente un área protegida, y no de ofrecer turismo) que tengan funcionarios en áreas de 50 km2 por cada uno, para hacerle seguimiento a todos los visitantes que ingresan. Pero además suben las 24 horas e incluso de noche”. El mismo jefe del parque Los Nevados, Simón Moreno, advirtió en El Tiempo que Julieth, Kevin y compañía “indicaron que iban a tomar la ruta La Primavera – Termales – El Salto – Juntas. No indicaron que iban a cumbre”.

Añade Miguel Ángel que hacer un rescate en alta montaña es muy costoso y que es algo ilógico pensar en cargar esa responsabilidad en la alcaldía de Salento, o en la de Ibagué, “cuando todo se debió a la falta de precaución de turistas y los operadores”.
-Julieth cuenta que Óscar, el guía, les había prometido incluso rescate en helicóptero…
-Sí, pero por persona les estaban cobrando un millón 300 mil pesos. Habría que empezar a concientizar a la gente sobre este turismo de alto valor. Realmente llegar a una cumbre como la del nevado del Tolima no es económico: si uno tiene en cuenta que el guía debe ser profesional; que debe contar con certificaciones y cursos preparatorios de primeros auxilios, rescate de alta montaña, ascenso y descenso de montaña, y rescates verticales (algunos de los cuales se expiden en Cundinamarca y otros en Perú); que deben llevar medicamentos, radio, pipas de oxígeno, cuando la noche en La Primavera te la están cobrando a 40 o 50 mil pesos… pues son condiciones que superan por mucho el valor que se está pagando. Aparte de eso, es imposible hacer un rescate en helicóptero por las condiciones del viento, no tiene donde aparcar, el precio, la disponibilidad del vehículo…
Es decir, el guía mintió. Pero no fue su único pecado. Habiendo pasado por una experiencia muy cercana, Adrián señala dos señales de alerta: “Uno tiene una capacidad de entender su grupo de caminata dependiendo de cuánto se demora el primer día. Ellos dicen que en la primera fecha llegaron de noche a La Primavera. Si un grupo se demora más de 10 o 12 horas en un recorrido que debió demorar 5 o 6 para personas experimentadas, me indica que la capacidad física no es buena”. Subraya en segundo lugar, que es impensable que por un solo guía vayan más de 3 personas. “Porque necesitas, al hacer la cordada en el glacial, idealmente un puntero, alguien que vaya atrás y máximo 3 en el medio: 5 personas máximo. No puedes hacer una cordada de 12”.

-Tendemos a creer que porque mucha gente está haciendo cumbre y el turismo de alta montaña se está posicionando, no tiene riesgos o no se necesita preparación, y ahí tenemos la primera equivocación tanto los entes gubernamentales, las empresas de turismo, como las personas que contratan la aventura- reitera Miguel Ángel -Por el lado del usuario, aprender a conocer el cuerpo y el estado físico. Todo el mundo lo puede intentar y a lo largo de los años me he dado cuenta que mucha gente que está muy preparada y puede haber hecho cumbre varias veces, y aun así puede sufrir fracturas, caídas, un mal de altura, que les impide llegar. Si eso es para los profesionales y los que viven de eso, qué nos espera a los que vamos como turistas. Ninguna empresa seria te garantiza cumbre… lo que se venden son intentos de cumbre, porque pueden pasar mil cosas que lo impidan por encima de la preparación física de las personas y de tener en cuenta la mayor cantidad de variables.
-Adrián cuenta que mientras esperaba a que lo ayudaran a evacuar hacia Salento subió un guía con un grupo y sin radio. Me resulta entre curioso y preocupante…
-Es muy preocupante. Hay elementos que no pueden faltar y uno es el radio, así como uno esperaría que lleven GPS, botiquín, cuerdas, linterna, mantas para guardar el calor en emergencias. Gracias a una acción de tutela que aplica en el parque Los Nevados y que tiene entutelado a medio país (ríe), uno de los puntos identificados que se tenían que mejorar era el tema de la radiofrecuencia; es una zona boscosa de muy difícil acceso y ha sido muy difícil la comunicación. Incluso tener conectado para hacer no solo el turismo sino para que las personas de Parques trabajen, para que las alcaldías se comuniquen.
-Desde el punto de vista médico- le consulto a Sebastián- cuál fue el punto de inflexión, el momento en el que, de haberse detenido y regresado, Kevin se hubiera salvado.
-La primera bandera roja fue contratar este guía. Digamos que si soy la persona que vende el conocimiento y el entrenamiento, debería tener muy presente un umbral de fenómenos que determinen cuando tomar la decisión de evacuar. Y para mí es cuando el cliente manifiesta un malestar, porque por lo general uno tolera síntomas breves y “come callado”. Pero cuando se expresa públicamente que no se siente bien, pasa de ser un problema personal a uno grupal, y esto sí que lo sabe la gente que sabe de gestión de desastres. La respuesta que recibió es que no fuera flojo, e incluso la idea era incrementar el peligro en la medida en la que avanzaban hacia la cima.

Más allá de la tragedia personal
Y es que, pese a la dificultad, el riesgo, el costo y la logística que subir al nevado implica, no se está controlando la carga de personas que están ingresando a este santuario. Miguel Ángel señala que en un solo día puede haber 120 personas tratando de alcanzar la cumbre. “Ni la capacidad de carga de las casas (que son viviendas familiares), ni de los senderos, ni del páramo de Romerales, ni del páramo de La Virgen, ni de la laguna del Encanto están para eso”.
Es decir, e increíblemente para algunos, los más afectados con la dinámica no son los visitantes, sino el entorno natural que representa el nevado. Esto, sumado a una especie de guerra de precios entre operadores (legales e informales) que buscan abaratar lo más posible las excursiones, está poniendo en riesgo el ecosistema estratégico del que (oh sorpresa) las personas también somos parte.

-Hace poco leí un artículo en un blog diciendo que en el Everest estaban intentando subir ostensiblemente los precios porque además de los costos económicos, los ambientales eran demasiado altos- añade Mejía -Eso nos está pasando. Y ojo, que soy de los que piensa que todos tenemos derecho a disfrutar de la naturaleza; soy del eslogan de que hay que conocer para proteger, porque si no sabemos de la belleza que tenemos es muy difícil sentir apropiación por ella. Sin embargo, cuando se hace de manera tan desproporcionada y superando la capacidad de carga, nos estamos metiendo un tiro en el pie.
Somos conscientes que el tema resulta extremadamente complejo. Pero aun teniendo que cumplirle al Consejo de Estado con los compromisos que buscan darle respuesta al fallo de segunda instancia expedido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué (la tutela antes mencionada) y que reconoce el parque de Los Nevados como sujeto de derechos, todavía nos llegan noticias como la publicada por el medio La Voz del Pueblo el 1 de febrero, que señala que tanto la Gobernación del Tolima como la Presidencia de la República habrían incumplido las medidas ambientales pactadas y a su cargo. Ahí les abrieron incidente de desacato por permitir que la vía entre Murillo y Manizales se llenara de automóviles, pasándose por la galleta el pico y placa ambiental. Eso nos lleva a pensar…
¿Seremos así de brutos? ¿Really? Por lo menos hasta que nos estalle la papa en la cara…