Llegó en medio del calor, afanado para cumplirme la cita. Traía su saco colgado en el brazo y en su rostro se veía el hastío por enfrentarse al tráfico demencial en el que vive hoy en día la ciudad de Armenia. “Hace 14 años se definieron unas obras estratégicas que no se hicieron: Se definieron unos pasos a desnivel en el sector de la 21 con 23 por el colegio San José, en la sede actual de Bomberos se esperaba que la 19 pasara por encima y que los carros que bajan por la 23 hacia la Nueva Cecilia pasaran por debajo. El Plan de Ordenamiento Territorial se hizo en 2009 y este año termina, sin estrenarse”. Si me lo dijera alguien más lo tomaría como una excusa. Pero no hay quien sepa más del tema que José Ignacio Rojas Sepúlveda, el candidato a la alcaldía de Armenia.
Luego de una experiencia importante por la administración municipal y por la Gobernación en cargos asociados a la Planeación, así como por el ICBF, este año decidió lanzarse al ruedo y poner su nombre a consideración de los cuyabros bajo la coalición Armenia 2027 (Nuevo Liberalismo, Dignidad y Compromiso, y Creemos Colombia). Reunidos en su sede, al frente del centro de salud del barrio Uribe, el candidato accede a hablar de su propuesta; es inevitable preguntarle por el POT.
“Dónde están las obras, las conexiones viales, los pasos a desnivel, las obras emblemáticas para la ciudad? No se hicieron, y hoy en día valen 3 y 4 veces lo que se calculó en su momento. Se robaron la plata de Valorización, no se hicieron las obras, y aparte esta administración las difirió 10 años a futuro, lo que quiere decir que nos vamos a demorar 20 en tener una calle”. El sentir de Rojas Sepúlveda frente al caos vial que devora a la capital es compartido por la totalidad de la población. Mientras algunos candidatos hablan de teleféricos y otros simplemente no tocan el tema, él ha definido este aspecto como un componente esencial de su programa de gobierno.
El enfoque multidimensional
“Hicimos un análisis sobre la realidad del territorio, una lectura de lo que estaba pasando en Armenia y el Quindío en diferentes variables del desarrollo, y esto nos lleva a plantear 5 grandes ejes que componen nuestro programa de gobierno, uno de ellos denominada ‘Armenia Ordenada’, que buscará ordenar la Alcaldía en su interior (el vacío en la información y el desorden en la gestión de los indicadores, de los programas y de las políticas públicas); ordenar el territorio (replantear el POT que irá hasta 2039) y ordenar la conducta de los ciudadanos. Tenemos que entender cómo se mueve la gente en Armenia: hay 70.000 motos registradas en la ciudad y si no trabajamos con el motociclista no estamos resolviendo el problema, con soluciones como carriles y horarios diferenciales. La gente está accediendo a sistemas alternativos de movilidad como las bicicletas y los scooter, hay que mirar cómo se genera esta tendencia y cómo se puede promover. Hay que consolidar el Sistema Estratégico de Transporte Público para que la gente deje el carro en casa y así desestimulamos la presión existente en sitios estratégicos de la ciudad”, explica.
-Este enfoque tiene mucho de cultura ciudadana- le consulto.
“Es importante quebrar el modelo que viene, la forma en la que entendemos el desarrollo, porque el desempeño en Armenia es muy instrumental, pero no vemos de fondo los indicadores, el presupuesto, la inversión. Que la plata no la entierren en dos o tres pavimentadas, sino que se vean en los sectores más vulnerables, con un banco de alimentos, volver a las ollas comunitarias, recuperar el tema nutricional, generar una esperanza a los jóvenes. Por ejemplo, el Banco Mundial dice que el elemento principal para generar seguridad es la confianza institucional; cuando no hay credibilidad el comportamiento se vuelve anárquico, y lo vemos con temas como la movilidad o la ocupación del espacio público; hay un déficit de canchas y parques, y eso se identificó hace 14 años, cuando el POT dijo en dónde debían construirse esos sitios. Hoy no están”, indica.
“Eso aplica también en seguridad” sugiero. “Ese es el segundo de nuestros pilares”, contesta, “porque la seguridad necesita ser recuperada, con una lucha frontal contra el microtráfico y el delito, pero también recuperando tres elementos: comunidades seguras y barrios seguros (hoy en día las casas de los barrios están cercadas y es la gente buena la que vive encerrada tras los barrotes), escuela segura (los niños y niñas están accediendo al consumo de sustancias sicoactivas al interior de los colegios y hay que rodear la institucionalidad educativa para protegerlos y acompañar a los docentes), y hogares seguros (por el aumento de la violencia intrafamiliar)”.
En busca de recuperar la confianza
El tercer gran eje es el de la productividad, añadió: “Vamos a fortalecer las cadenas productivas dándole acompañamiento a los empresarios que han venido y han creído en la ciudad. Durante la vigencia de la Zona Económica Social Especial, se inscribieron más de 800 empresas en la ciudad. Pero aunque es una dinámica importante a resaltar, lo importante no es la cantidad de empresas inscritas sino que se queden. Y la decisión de instalarse y hacer empresa obedece a la posibilidad de tener un entorno de desarrollo que sobrepasa el ámbito tributario, porque se requiere de buenos servicios públicos, mano de obra calificada, buen ordenamiento territorial, interconexión con el territorio vecino, fácil acceso a materia prima, universidades que respondan a los requerimientos de la industria, posibilidades tecnológicas para el comercio… Si Armenia no garantiza esto, las empresas van a tener que irse, como ha pasado con algunas que migran a Pereira”.
En este sentido, el programa de José Ignacio Rojas habla de la consolidación de una vocación turística como ciudad evento, para incentivar una actividad complementaria orientada al mercado de Encuentros, Incentivos, Conferencias y Exposiciones; así como un trabajo para mejorar las condiciones de competitividad e inserción económica en la región.
“Estos tres ejes: organización, seguridad y productividad, necesitan de un gobierno, transparente, eficiente, con modernización tecnológica, que les diga la verdad a los ciudadanos y que tome decisiones con instrumentos de política pública. Y el piso de esa construcción será la cultura y la ciudadanía, trabajar sobre el sentido de pertenencia, identidad, solidaridad, la posibilidad de ser sociedad. El desconocimiento de lo público, la corrupción administrativa y las malas administraciones nos están pasando una factura muy costosa a los armenios, la ciudad está estancada, desordenada, insegura, las obras no se ven, la inversión pública no se ve por ninguna parte, y el valor de las obras es de 3 y 4 veces lo que costarían si se hubieran hecho en el momento que era”.
-¿No es muy duro meterse a la política hoy en día?- le pregunto.
-El daño profundo que la politiquería le ha hecho al departamento y a Armenia específicamente, ni siquiera es la pérdida de los recursos, o que no estén las obras, sino que nos dañó el corazón, lo que hace que hoy en día la gente no crea en la institucionalidad pública. El ejercicio político en Armenia es triste y pobre, terminamos en un asunto de sumas y restas: cuántos candidatos al concejo tiene el que va para la alcaldía, cuánta plata para publicidad, y ahí empiezan a hacer las cábalas: y los temas de fondo en el desarrollo nadie los menciona. No se habla de la situación de que 1 de cada 3 familias no tiene aseguradas las tres comidas, del drama con los hijos adictos por el microtráfico, de la escasez de opciones para los muchachos que terminan el bachillerato o que salen de la universidad, de las dificultades económicas para sostener la familia, de la percepción de inseguridad fundamentada en la escasa confianza en las instituciones. La maquinaria enquistada en el poder se vale de esa desesperanza, de la apatía y la falta de interés de los ciudadanos para perpetuarse en el poder, porque esto se refleja en abstencionismo, en el voto en blanco, en una ciudadanía desentendida del manejo de lo público y que perdió su rol de ciudadanía.