La pólvora. Una historia vieja, repetitiva y parece ser de nunca acabar

La pólvora. Una historia vieja, repetitiva y parece ser de nunca acabar

Dice el viejo y conocido refrán: “Aquellos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”, sentencia contundente, pero real. Por lo general, el revivir algunas acciones del pasado se asocia con sucesos trágicos o desagradables ¿Cómo podemos definir a las personas que conociendo la historia se atreven a repetirla? ¿Cínicos? ¿Masoquistas? ¿o Tradicionalistas? Me quedaré con esta última definición para no entrar en conflictos, pero con esta elección me surge la duda de ¿A que llamamos tradición? Según la RAE, es “La transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc. hecha de generación en generación”. 

Así las cosas, las tradiciones son esos componentes que nos hacen únicos, marcan la identidad de un pueblo y por lo general ayudan a no olvidar quienes somos o de dónde venimos; incluso algunas muy cosmopolitas como la Navidad, a las que le podemos dar ese toque autóctono y convertirlas en muy nuestras; creo que en gran parte del mundo celebran el día de las velitas, Navidad o Año Nuevo, pero en pocas asociamos esas fechas con natilla, los muy apreciados buñuelos, uvas, musiquita de Rodolfo Aycardi o los Cincuenta de Joselito,  además de recibir el año con la buena compañía de  Jorge Barón Televisión. Todo eso parece maravilloso, convierte a la Navidad en una época para agradecer, reflexionar, compartir, y por supuesto, subir unos cuantos kilos gracias a los excesos: grasosos y ricos excesos. Es así como tener tradiciones es fantástico, tantos años construyendo estas costumbres y sin lugar a dudas disfrutándolas ¡Una historia que vale la pena repetir!

Pero lastimosamente no todo es bueno. Algunas de esas “Tradiciones” las nutrimos desde hace ya varios años con prácticas simplemente detestables, como la pólvora. Lastimosamente hemos arraigado tanto estas festividades con la quema de juegos pirotécnicos, que para muchas personas resulta inconcebible una festividad decembrina sin este abominable acompañante: dicen que es muy apagado o que no tiene el toque criollo que se necesita para disfrutar… La pregunta de fondo es: ¿Las tradiciones no tienen margen de mejora? Por supuesto que sí, son muchos los ejemplos de tradiciones y celebraciones que han mutado con el tiempo. No conozco muchos hogares que todavía tengan pinos naturales en sus salas adornados como arbolitos de Navidad, hace varios años que no veo sacrificar en una cuadra a un pobre cerdito en medio de bulla y verbenas, incluso cambiando de festividades, ya son pocos los que utilizan la palma de cera en los domingos de ramos, ejemplos que nos dicen que sí podemos cambiar y hasta mejorar.

Hablando de cambiar, ¿por qué no procuramos cambiar ese puntico gris de la Navidad? Los juegos pirotécnicos no son un juego. Año tras año leemos como la cifra de quemados aumenta exponencialmente (sin ser época electoral), y quizás ustedes comparten mi pensamiento de que si alguien se quema con pólvora es una terrible noticia, pero al fin de cuentas fue la decisión de esa persona comprarla, manipularla y quemarla, entonces hasta bien merecido lo podría tener. Sin embargo, cuando hablamos de los seres que no tienen la capacidad u oportunidad de elegir, como los niños o animales, la cosa ya no es tan chévere. Cada vez son más precisos los estudios sobre las afectaciones que tiene esta práctica sobre la fauna doméstica y basta con estar cerca de nuestras mascotas para ver el sufrimiento ocasionado por la diversión de esos “personajes muy tradicionales”.

Cuando pensamos en la fauna silvestre es más difícil saber a ciencia cierta todos los daños atribuidos a la pólvora. Esta costumbre puede cambiar patrones de comportamiento, desorientación y afectaciones físicas; sin embargo, lo más fácil y triste de ver son las muertes asociadas a esos eventos. Según cifras publicadas por la Corporación Autónoma del Quindío en distintos medios, ya son más de cuarenta animales entre aves y mamíferos que han dado su vida en la fecha de la alborada de este año, a costa de no tener una Navidad tan apagada. Les aseguro que esos datos son mucho mayores, toda vez que son reportes de fauna silvestre en contextos urbanos. No tenemos ni idea de cuántos más han sufrido este trágico final en las veredas y bosques de nuestro departamento.

Son muchas las campañas de concientización en medios de comunicación y redes sociales, algunos bastante directos y entendibles para cualquier cristiano. Nada más diciente que la cara de un perro asustado con una leyenda abajo que manifiesta: “Métase sus voladores por el culo, y que gracias”. Quizás eso ha instado a las autoridades a ser más estrictos en la reglamentación y control de este material incendiario, pero lamentablemente es evidente que todas estas iniciativas no son suficientes,  seguimos viendo en las calles muchos “tradicionalistas” jugando y quemando pólvora como si se tratara de un sano esparcimiento. 

Por ende, si usted es de esos “tradicionalistas” que aún no ha captado las indirectas muy directas, acá le dejo algunas recomendaciones de cómo ir renovando las festividades para que deje de vender, comprar y jugar con pólvora:

–       Si usted es de los que ve en la pólvora un emprendimiento rentable, le aseguro que por estas épocas se venden en mayor cantidad los buñuelos, aunque uno que otro explota peligrosamente, su mayor riesgo es el aumento en los triglicéridos toda vez que es imposible comerse solo uno. Cuente con un cliente fiel si decide transcender en el mundo de los negocios decembrinos.

–       Si se encuentra en ese amplio grupo de la gente que le gusta quemar pólvora por diversión, por sentirse vivo y alegrar a los vecinos, le garantizo que muchos de ellos agradecerán sobremanera que esa platica la invierta en un buen grupo musical y lechona para todos los presentes; será el alma de la fiesta, quizás hasta se levante una saporrita o saporrito y pase una gran velada.

–       Muchos “tradicionalistas” les gusta gastar su dinero en pólvora para demostrar estatus y capacidad económica. Si es así, hoy en día se ven unos juegos de luces y de drones espectaculares que da gusto verlos: impresionará a todo el mundo y por supuesto dejará en boca de todos las palabras: “lo que tiene es plata”.

–       Por supuesto, no puedo olvidarme de esa inmensa mayoría de personas que disfrutan de un buen “show” de juegos artificiales, como nos puede pasar a todos. Si es así, procure buscar un sitio donde lo hagan profesionales, en ambientes controlados, y donde quizás el menor de los disturbios para la fauna sean esos cinco minutos de espectáculo. Pero finalmente, si ninguno de estos consejos le parece viable, si aún considera que una Navidad sin pólvora es como un jardín sin flores, una cerveza sin alcohol o una playa sin sol, y quiere seguir siendo parte de ese grupo de “tradicionalistas”, pues permítame expresarle que las únicas palabras que tengo para decirles son las del famoso meme que cite unos párrafos atrás. Feliz Navidad y próspero 2025 para todos.


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Las imágenes fueron tomadas de Pixabay.

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