Una batalla se vive a medida que se acercan las elecciones. Y no estamos hablando específicamente del enfrentamiento entre candidatos, aunque es un apéndice de sus campañas. La batalla a la que nos referimos es ideológica. Se lucha por contar la verdad; su verdad. Porque en épocas de fake news, el manejo de la información es clave para convencer al electorado que compone lo que se denomina como el voto de opinión. Recuerdo muy bien las vallas de la página Pastillas para no Olvidar.
La primera la vi un domingo, tomando café en el parque Fundadores. Con el enigmático eslogan de ‘¿Los vas a dejar volver?’ presentaba una URL y un código QR que conllevaba a un repositorio de notas de prensa que rescataba la memoria de los malos manejos de algunos personajes de la vida pública y que hoy tienen relevancia en la contienda.
Las vallas no duraron mucho. La secretaría de Planeación de Armenia obligaba a los empresarios dueños de la infraestructura a desmontarlas con un argumento cuestionable: su contenido debía ser aprobado por el despacho. Si nos remontamos a las primeras notas que fueron replicadas por el portal web, claramente destapaban la cara menos favorable del alcalde responsable de la administración que daba la orden. Quedó en el aire un aroma de censura.
Sin embargo, la movida marketinera de Pastillas tuvo un efecto importante. Aún sin vallas, y con fecha de corte al 14 de septiembre, su perfil en Facebook totaliza 715 seguidores y 443 likes. Tanta recordación ha logrado, que hace una semana surgió de sectores afines a los implicados en las noticias, una página falsa que suplanta la identidad de la original. Hoy, dos perfiles iguales presentan información contradictoria, en una movida pensada con el ánimo de desorientar al votante.
Una cosa es la apariencia y otra la efectividad
Desde El Cuyabran Post nos dimos a la tarea de revisar la información consignada en cada página, para evaluar no tanto la cantidad sino la calidad del material presentado. La razón para este ejercicio parte de una realidad: en época electoral las pasiones afloran y es muy frecuente ver artículos escritos con mucho corazón, pero poco criterio y faltas de ética.
En este examen pudimos constatar la presencia de dos tipos de artículos: los periodísticos y los de opinión. Pero ¿cómo evaluar el valor periodístico de cada una? Como resulta complejo traducir datos tan cualitativos a cifras, había que emplear una metodología que permitiera valorar la credibilidad de cada una. Para dar claridad a los lectores: lo que diferencia la noticia de la columna de opinión es la veracidad de las fuentes de la primera frente a la total subjetividad de la segunda, por lo que decidimos asignar valores a cada género.
De este modo, separamos estas dos categorías y sumamos los artículos publicados en cada una, asignándoles un valor distinto: al tener un perfil más transparente, a las noticias las multiplicamos por 2, mientras que a las columnas las multiplicamos por 1.
Encontramos que en la página verdadera (que se puede consultar en la URL pastillasparanoolvidar.com) se han publicado 51 noticias, lo que arroja un puntaje de 102; así como 14 de opinión, con un puntaje de 14: en total, 116 puntos en la escala de credibilidad de El Cuyabran. Por su parte, en la página fraudulenta hallamos 12 noticias y 7 columnas de opinión, que pasándolas por nuestra escala, arroja un puntaje de 31. Esto, pese a que, para poder lograr un impacto visual parecido al del portal suplantado, se repiten las mismas entradas una y otra vez.
Esto nos lleva a señalar a la Pastillas original como una página con mayor veracidad, al basarse más en fuentes con mayor confiabilidad, que la simple favorabilidad que el protagonista del escrito tenga con el autor del post.
No solo se imita: se infiltra
La semana anterior, el perfil en Facebook de la secretaría departamental de Cultura fue utilizada para montar una pieza gráfica centrada en atacar al gobernador Roberto Jairo Jaramillo, a su hijo Pablo y al candidato oficialista, Juan Miguel Galvis. La publicación hacía referencia a un presunto pacto de silencio con personajes como el judicializado Mario Castaño, con quien los opositores del mandatario regional han tratado de vincular sin que hasta ahora haya ninguna prueba fehaciente de corrupción.
Pero no fue la primera vez que esto sucedió. Semanas antes el perfil de esta dependencia gubernamental también fue aprovechado por desconocidos para atacar al mandatario, su hijo, y el periodista Oliver Gómez, reconocido en el ámbito regional por ser el autor de artículos que ponen en serios aprietos al proyecto político que hoy encabezan los candidatos a la gobernación, Jorge Ricardo Parra y su fórmula para la alcaldía de Armenia, James Padilla. En conversaciones con funcionarios de la administración departamental, El Cuyabran Post conoció de que ya se tendrían indicios de la autoría de estos embates.
Estos hechos, pese a la liviandad con los que se ejecutan, pueden representar un delito informático: la suplantación de identidad. Con esta clasificación se consigna una serie de ilícitos que van, desde la modificación de la información y las imágenes reales, enviar mensajes privados y publicar a nombre del afectado, hasta simular el nombre y los elementos gráficos del original para inducir a error. El delito es tipificado por el Código Penal en su artículo 296, que lo define como ‘Falsedad personal’, al considerar que: “El que con el fin de obtener un provecho para sí o para otro, o causar daño, sustituya o suplante a una persona o se atribuya nombre, edad, estado civil, o calidad que pueda tener efectos jurídicos, incurrirá en multa, siempre que la conducta no constituya otro delito”.
Sabemos que acá no va a pasar nada: La mayor pena que podría enfrentar el responsable sería una multa. Sin embargo, el caso es digno de ser seguido, examinado y debatido, tanto en los corrillos políticos como en las facultades de comunicación. Enfrentamos unas votaciones complejas… como ciudadanos tenemos que estar a la altura de los tiempos. Por lo menos desde El Cuyabran ya estamos preparados para que nos salgan con un Quyabran y traten de embaucar a nuestros lectores.