Vergüenza, debería darles a los concejales oficialistas del municipio de Armenia y que salieron con dientes y garras a defender el proyecto de acuerdo 003 de 2024, con el que se le otorgará al alcalde James Padilla García, las facultades para privatizar una enorme parte de las rentas percibidas por la Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia – Setta. Vergüenza, primero, porque sin contar con los criterios suficientes para determinar la conveniencia de esta propuesta que meterá en un negocio leonino a la capital por 15 años, salieron a defender la iniciativa. Y segundo, porque además del problema de fondo que acabo de mencionar (y que se explica en esta nota, publicada esta misma semana), algunos de ellos demostraron no tener la altura para mantener un debate en un concejo municipal.
La larguísima sesión en la que se discutió el proyecto inició en horas de la mañana, en medio de protestas de la ciudadanía asistente y que acusaban al ponente y sus aliadosa punta de gritos. La situación por poco se sale de las manos cuando un veedor ciudadano denunció ante la presidencia de la corporación, que una fotógrafa vinculada al organismo estaría tomándole fotos con el fin de perfilarlo. Una acusación temeraria pero que parte de un hecho cierto: tanto la reportera gráfica como personas al interior de la sala de deliberación, estaban retratando a la comunidad ubicada en las gradas.
Pero el acto absolutamente deplorable para el ejercicio democrático fue cuando el concejal John Edison Echavarría acusó a uno de los opositores al proyecto, su compañero Felipe Villamil, de estar haciéndole un favor al Gobernador, al declararse en contra de un proyecto hecho a la carrera y que compromete los ingresos del municipio por década y media. De acuerdo con sus señalamientos, hechos con total ligereza a micrófono abierto, el proyecto no le favorecería al Instituto Departamental de Tránsito y Transporte -adscrito a la administración departamental-, y cuya jurisdicción se limita a las vías departamentales, mientras que Setta solo opera al interior de la capital. Un error de cálculo que El Cuyabran Post quiso confrontar con el autor del ataque ad-hominem al finalizar el debate, pero del que el potencial entrevistado huyo sin tener en cuenta el requerimiento de la prensa.
Entre tanto, al concejal Germán Grisales, otro opositor de la iniciativa, los agentes oscuros del oficilismo le revolvieron la basura hasta encontrar que tenía pendiente una multa de tránsito. Lo agarraron cortico, como dicen las abuelas. Con esto en sus manos, se dedicaron durante la segunda mitad de la tarde a ventilar este evento con el propósito de desacreditarlo y desvirtuar las críticas. Pero no se engañen, amigos de la Alcaldía: por más que Grisales tenga el pecado encima, el proyecto está mal hecho, pegado con babas, construido con absoluta arbitrariedad. Y a eso le juegan los de la defensa: a sacar adelante una propuesta que le va a entregar a un privado al que solo le interesan las utilidades, el manejo de un tránsito que, lo aceptamos, se ha vuelto imposible.
En últimas, la Alcaldía corrigió a las malas el primer artículo, que en la versión original era absolutamente difuso al considerar que “algunos servicios” de la secretaría serían los de la concesión. Por lo menos ya está claro hasta donde nos van a meter la mano al bolsillo. Aún sin saber el impacto fiscal para el municipio, el golpe que tendrá en la comunidad, su efectividad y aplicabilidad, e incluso su legalidad. Con esta modificación, pasó en primer debate, correspondiente a la conveniencia; un atributo del que carece a todas luces.
Ahora le espera el segundo debate, de constitucionalidad y legalidad, en el que la misma pandillita se armará de malas mañas, trucos bajos y toda la porquería con la que el hombre de a pie identifica con la política. Y nos estarán metiendo los artilleros del CR y del empresario detrás del poder, otro golazo como pasó con EPQ, o más allá con la Valorización o el alumbrado público. Porque definitivamente acá no hay espacio para la discusión y el control político. Estamos hablando de plata.
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