¿Qué hace al oro un mineral tan costoso y codiciado? Con toda seguridad el estatus del que goza deriva de la escasez del mismo, de su rareza, de que es exclusivo. Y es algo que los residentes de esta zona (y no estamos hablando del departamento del Quindío) no hemos podido entender ni valorar. En un área de aproximadamente 2.000 kilómetros cuadrados –que equivalen a un 0,16% del territorio continental de Colombia, se concentra la que tal vez es la ecorregión más diversa del país. Incluso por encima del Amazonas y el Pacífico, si se relaciona la diversidad de especies con su extensión geográfica.
En contraposición, es el segundo ecosistema más amenazado por riesgo de colapso biológico y pérdida de su biodiversidad (Instituto Von Humboldt), con 86.1% en tasa de deforestación y un avance de las economías extractivistas y de la frontera agrícola del 65.5%: las más altas del país.
Los datos los sacó a relucir en plena COP16, la diputada quindiana Jessica Obando Correal, como presentación de la ponencia surgida de la Pre COP ‘Andes del Quindío’ realizada en Armenia el pasado 9 de agosto y que recogió las inquietudes, pero también las propuestas de solución, de los actores ambientalistas, campesinos, indígenas y hasta institucionales de lo que se llamaba ‘Andes del Quindío’ antes que la cartografía borrara su nombre: la zona comprendida por Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima y norte del Valle del Cauca: somos paisanitos y como tales compartimos ecosistemas, patrones culturales y herencia.
El eje central de la COP16 es la biodiversidad, y la presentación de las organizaciones dio datos de peso para que la visión de los gobiernos (como tomadores de decisiones) se centre en aplicar mecanismos tangibles y efectivos para la conservación. Sin embargo, tanto Obando, como el equipo que la acompañó en su intervención en Cali (Cristian Camilo Gil Rodríguez, María Camila Gallego Buitrago y Luis Carlos Pineda Jaramillo) fueron enfáticos: la gobernanza, como instrumento para permitir la autogestión de los cuerpos sociales y las instituciones, será esencial. Y para que esto ocurra, se requerirá de efectivos sistemas de representación que le den voz y voto a todos. Y no solo a las autodenominadas ‘fuerzas vivas’ de la región, que son siempre los que deciden por todos nosotros.
Pero bueno, mucho prólogo. Desde El Cuyabran Post tratamos de interpretar la ponencia, que de por sí ya recopilaba muchas posturas y opiniones: un ejercicio muy valioso para contemplar cómo se ve el panorama desde la óptica de las comunidades a las que nunca les dan visibilidad, pero que va a requerir –pensamos- una corporación, fundación o algún tipo de estructura, para hacer presión, gestionar ante los tomadores de decisiones y llevarlo a la práctica.
El ordenamiento y la resolución de conflictos
Hay que recordar que para darle una estructura a la ponencia que se presentó en Cali, en la PreCOP se identificaron tres frentes: Estrategias en torno a conflictos que provocan la pérdida de biodiversidad, la imposición de modelos de ordenamiento y la degradación de los ecosistemas; apuestas para la transición hacia un modelo agrario diferente; y alternativas al turismo extractivo.
Para el primer eje los quindianos formularon una serie de propuestas entre las que se cuentan la creación de un corredor andino colombiano que permita la movilidad natural de especies nativas, que sería complementado con pasos de fauna y ecoductos en carreteras como la Autopista del Café, para reducir los atropellamientos de especies. La idea ya ha sido implementada en un área que abarca Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y algunos estados del sur de México, incluyendo 4 biomas terrestres y 19 ecorregiones, en una superficie en la que el 57% es de vegetación natural, y el resto acoge la producción de ganado y cultivos. Se sugiere también la instalación de aisladores de electricidad en las redes que atraviesan el bosque, para proteger las especies que pueden ser impactadas por choques eléctricos.
Otras ideas incluyen:
- La ampliación del programa de Pagos por Servicios Ecosistémicos a propietarios de tierras dedicadas a la conservación.
- Involucrar a comunidades locales (especialmente indígenas) en la planificación del uso del suelo para la integración de conocimientos tradicionales. Observación de El Cuyabran: los pueblos indígenas residentes en el departamento no son originarios de este ecosistema; habría que ver como sus conocimientos pueden ser aplicados de manera efectiva en un territorio que les es ancestralmente ajeno…
- La zonificación de áreas clave para la conservación en donde se garantice un desarrollo controlado
- Un sistema de monitoreo satelital con herramientas como MapBiomas para rastrear cambios en el uso del suelo y la salud de los ecosistemas
- La movilización de fondos de iniciativas internacionales para invertirlos en la restauración ecológica de los Andes
- La implementación de modelos de autodeterminación territorial en áreas de alta biodiversidad con la participación de las comunidades locales
- Fortalecer los mecanismos de consulta previa con las comunidades, siguiendo el modelo de Nueva Zelanda y Canadá.
Este último sería además una exquisita muestra de justicia poética: Retomar el modelo con el que Canadá, uno de los grandes depredadores de ecosistemas en el mundo, cuida sus propios recursos naturales. Toma lo tuyo.
Hacia una transición agraria
“Las ponencias presentadas plantean un modelo que priorice la soberanía alimentaria, la sostenibilidad ambiental, la equidad social y la educación. Partiendo desde la educación de niños, niñas y adolescentes como lo propone la docente Giselle Lorena Moreras Suarez del Instituto Buenavista del municipio de Buenavista (que) enfatiza la importancia de la educación formando ciudadanos críticos y comprometidos con el desarrollo social y sostenible de las comunidades al integrar conocimiento, ciencias, tecnología, investigación e innovación, fomentando el emprendimiento al utilizar materias primas y subproductos generando valor agregado y dinamizando la economía”, señala el documento. Entre las técnicas, se mencionan la rotación de cultivos, el manejo de semillas nativas, la agricultura orgánica y los sistemas agroforestales.
Como modelos alternativos se toman como referente las prácticas de agricultura regenerativa para mejorar la salud de los suelos, y la valorización de los productos locales como el café, que realiza por ejemplo Project Pijao; granjas autosostenibles propuestas por Cristóbal Sandoval, que cuales promueven la producción de alimentos saludables, la generación de empleo y la inclusión social atendiendo a poblaciones vulnerables; y la tecnificación para aumentar la capacidad de producción y la comercialización directa, modelo de la Asociación de Campesinos de Córdoba, conectando al productor con los consumidores en mercados agroecológicos, centros pedagógicos y el fortalecimiento de la economía solidaria.
“Finalmente se plantea una propuesta diferencial para la cadena productiva del cannabis en el Quindío, el cual busca la integración del cultivo de la planta a los procesos productivos tradicionales y que este sea un sector de crecimiento que permita reducir la deforestación, disminuir las plantaciones de árboles para uso industrial, y que permita que los campesinos se beneficien de la planta sin necesidad del uso medicinal o psicoactivo que se le pueda dar a la flor del cannabis. La agroindustrialización de esta planta podría conllevar a la solución económica y ambiental para muchos sectores productivos del país”.
El freno al turismo depredador
Como tercer eje de la discusión, los ponentes hablaron del turismo: tema que le va causar mucha rasquiña a parte de la sociedad, pero en el que todos estamos de acuerdo que tiene que convertirse en un tema sobre la mesa. Partiendo de la calificación de extractivismo turístico, (que engloba la explotación de recursos naturales como el agua, el terreno, el paisaje e incluso los recursos culturales para que sean disfrutados por el turista en desmedro de los habitantes del territorio), la ponencia habla de fenómenos bien conocidos por los quindianos.
Las construcciones dentro o cerca de zonas naturales o de especial protección, el paso de vehículos a esas zonas, y la entrada masiva de turistas sin atender a la capacidad de carga, desencadenan factores contaminantes del ecosistema, pero también la vulneración de los derechos fundamentales “al agua, a un ambiente sano, a la alimentación y seguridad alimentaria, al trabajo digno, a la tierra, a la preservación de la cultura y a la participación de la población en las decisiones que afecten sus condiciones de vida”, indica el documento.
Frente a este panorama, surgen ideas como:
- El control o restricción total del ingreso de vehículos a algunos sectores.
- El acceso inclusivo para todos, partiendo de la infraestructura y abarcando incluso lo social.
- Estudios de capacidad de carga.
- Proyectos de turismo regenerativo y no sostenible, es decir, trabajar porque los recursos se puedan recuperar.
- Pedagogía en todos los sectores involucrados con el turismo de la normatividad aplicable.
- Incentivar en adultos y nuevas generaciones, el turismo de naturaleza y educación, con énfasis en el entendimiento de la importancia de la fauna, la flora y en general de la vida.
- Turismo rural, para la preservación las costumbres, la ancestralidad, y el respeto hacia los territorios.
Y en este punto subrayamos un aparte de la ponencia: “El turismo rural debe pensarse como un medio de diversificación productiva no agropecuaria, donde a través del aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y la sabiduría de los habitantes rurales, serviría para mejorar los ingresos de las familias campesinas, además de generar las bases de la integración y empoderamiento generacional de los jóvenes. Una herramienta eficaz podría ser a través del turismo rural comunitario con prácticas regenerativas y en transición agroecológica”.