¡Esta calentura nos está matando!

¡Esta calentura nos está matando!

Para empezar, y evitar futuros malentendidos, es muy importante aclarar que cuando hablo de “calentura” hago una referencia directa a los efectos del cambio climático y no a otros menesteres muy característicos de zonas periféricas y costeras del país… para tristeza mía, tengo más experiencia e información del primer tema que del segundo. 

Hecha la necesaria aclaración, y a propósito de las inundaciones en Bogotá y Cundinamarca (que tienen a más de un rolo cotizando jet sky), así como la muy lamentable tragedia sucedida en Valencia, España, por culpa de una DANA me animó a escribir esta columna. A esto le sumo a una experiencia muy personal de hace un par de semanas en una expedición al Nevado del Dulima (como lo llamaban nuestros indígenas), donde gracias a la señalización y avisos de Parques Naturales de Colombia se puede evidenciar de primera mano la perdida de nieve perpetua que viene ocurriendo desde los últimos 60 años, y en especial, ver como se perdieron en cinco años casi 100 metros de altura de nieve (datos que ya tenía en mi cabeza y que pude ver hace algún tiempo en registros fotográficos, pero que verlo en directo produce mucha más angustia).

Hace un buen tiempo, de un colega, escuché la siguiente reflexión: “El cambio climático es como la bolsa de New York: muchas personas han escuchado hablar de ella, muy pocos la entienden de verdad, pero al final nos afecta a todos”. Desde ese entonces soy un fiel creyente de que uno no se puede preocupar, angustiar o tomar acciones sobre un fenómeno que no entiende; en la gran mayoría de casos no es tan fácil de ver y no altera significativamente nuestra vida cotidiana, pero la verdad es que sí lo hace, pues día tras día cada fluctuación en la temperatura hace sentir su efecto en mayor o menor medida. Siguiendo con la analogía de la bolsa de New York, no todos entendemos cómo funciona, pero la gran mayoría sabemos que si el dólar sube la vida es más cara, así el cambio no se note en el momento. De igual forma pasa con la calentura del planeta.

Durante mucho tiempo me he dedicado a hablar de tecnicismos y cifras en contextos más académicos, pero hoy no pretendo con estas palabras dilucidar en profundidad la diferencia entre variabilidad o cambio climático, mucho menos discutir sobre medidas de adaptación o mitigación en el mundo. Tampoco procuro controvertir si el cambio climático existe o no, si es un fenómeno natural, o mucho menos ahondar sobre las teorías conspirativas de que es un invento de las maquinarias a nivel mundial para controlarnos; si usted es de las personas que ya tiene su posición clara, es respetable. Al fin de cuentas, hablando de una forma muy egoísta, todos los que estemos por encima de los 20s no vamos a sufrir drásticamente, más allá de tener menos acceso al agua, comida, sumado a una que otra especie o paisaje que dejará de verse.

Pero si usted es de las personas que aún no tienen claro el tema, que les parece inquietante como año tras año debemos usar más el ventilador, se preguntan por qué Bogotá y otras ciudades ya tienen que hacer racionamiento de agua, cómo el acceso a algunos alimentos es más limitado (por ejemplo en el café cada vez escuchamos de manera más recurrente hablar de heladas en Brasil que suben el precio de tan mágico grano, o como en las zonas de montaña la cosecha cada vez se demora más en salir), a ustedes les quiero contar que esos temas no son aislados, que todos concurren en un mismo punto: LA CALENTURA DEL PLANETA.

Cómo dicen los Rodríguez… Palabras más palabras menos, la Tierra siempre ha sufrido cambios: algunas veces se calienta, otras veces se enfría, y sí, en cada cambio se pierden muchos animalitos y maticas. En otras ocasiones aparecen unas nuevas, por lo que tenemos evidencias de dinosaurios, grandes mamíferos y una que otras plantas bien singulares que sobreviven hasta la fecha como son los helechos. Entonces ¿qué es lo diferente ahora? Todo señala que la velocidad en la que suceden esos cambios en la actualidad es mucho más acelerada que en otras épocas, lo que hace que se pierdan muchas especies sin adaptarse o sin aparecer nuevas (evolución), lo que puede llevar más adelante a la perdida de toda la vida (incluyéndonos) en el planeta. 

La mala noticia es que parece ser que esa aceleración tan abrupta en la calentura del planeta es gracias a nosotros, los seres pensantes. La paradoja es que se convierte en oportunidad al mismo tiempo: si nosotros logramos en un par de siglos meter el acelerador para calentar el planeta, también depende de nosotros decirle a nuestra Tierrita que solo la vemos y queremos como “amigos” a ver si la enfriamos un poquito… al menos a mí esa táctica me la han aplicado muchas veces y funciona ¡Me dejan frío! Pero si esta estrategia tan cruel y moderna de “friendzonear” al planeta no sirve, existen miles y miles de acciones que la ciencia ha probado, que sí funcionan y seguro, ustedes han escuchado: Transición a energías limpias, economía circular, agroecología, restauración ecológica, conservación de fuentes hídricas, negocios verdes, carbononeutralidad, entre muchas otras, que siempre vemos en las noticias, documentos oficiales, además de los discursos de los dirigentes a nivel mundial- Quizás por eso muchos nos hemos hecho a la falsa idea que es solo responsabilidad de ellos solucionar  “la crisis climática” y que nosotros nada podemos hacer.

¡Pues no! Si bien gran parte de la responsabilidad lo tienen los Estados y grandes empresarios del mundo —son el mayor motor de cambio—, todos podemos y debemos contribuir a mejorar o, por lo menos, a mantener la situación actual. Una frase que me escuchan regularmente es “Soluciones locales para desafíos globales”,es decir: cuidar la quebrada que tenemos en el barrio, cerrar la llave, desconectar los electrodomésticos que no utilizamos, caminar más… en otras palabras, ir cambiando poco a poco nuestros hábitos de consumo y estilo de vida ayuda ¡y ayuda mucho!, pero lo que realmente hará la diferencia es que nos apropiemos más del asunto, nos informemos, intentemos entender más a detalle cada noticia que sale sobre el tema, así como mantenemos pendientes de si el dólar sube o baja para saber qué comprar o vender. En ese momento su merced estará haciendo la diferencia, no solo para su vida, sino para garantizar la vida en el planeta por varios siglos más.


Las opiniones acá expresadas son responsabilidad del autor y no reflejan exactamente la postura del medio de comunicación

La fotografía del termómetro fue tomada de Pixabay

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