Vamos a comenzar con una herejía: en las universidades la cuentería se acabó. Esos personajes que congregaban un público que esperaba (o capaba) clase sentado con una Pony Malta y una empanada, y que lo escuchaban con detenimiento relatando historias míticas, en algún momento quedaron obsoletos, o se transformaron, arrancando la segunda década del nuevo siglo, en comediantes de stand up. La expresión, de claras raíces estadounidenses, logró un repunte importante en el país por allá en 2010, cuando se estrenó Comediantes de la Noche en RCN de la mano de Fernando Gaitán (creador de un bombazo imprescindible como lo es Betty la Fea).
En el Quindío sin embargo, fiel a su naturaleza de provincia, la tendencia parece haberse demorado en madurar. Por eso fue revelador encontrar, en el show de Checho Leguizamón (Los Impopulares, Demoliendo Hits) a tres comediantes que empiezan a abrirse camino en la región: Sin Cumbamba, El Pastu y Richar Mario, residentes en Armenia y Pereira, que sirvieron como teloneros de un evento organizado por Comedy Station, productora emergente a cargo de Karla Losada.
El Cuyabran Post habló con Checho y Karla para entender un poco más de ese mundo, que llevó la expresión oral a nuevas generaciones ya agotadas de un humor de cuentachistes, por ejemplo. Esto lo decimos sin ánimo de ofender (metarreferencia que puede o no resultar graciosa; no estamos entrenados).
La progresiva consolidación de la comedia en el país
“En mi primer año hice cuentería, pero no era muy bueno”, nos cuenta Leguizamón, “me sentí más atraído por la comedia. A mí no me tocaron esos cuenteros tradicionales, sino los que ya eran más urbanos o de universidad, y les tocaba ser chistosos porque si no, la gente se iba o perdía la atención. Fue entonces cuando salió Comediantes de la Noche y empecé a estudiar el tema del stand up pero de manera empírica, porque no había mucha información, con textos que traían amigos y se ponía uno a traducir”.
Para una sociedad como la quindiana, que no cuenta con una tradición en estos temas como la puede haber en Bogotá o Medellín, stand up, cuentería y cuentachistes puede sonar igual. Pero hay diferencias importantes; el primero, más de autor y enfocado en la opinión; el segundo, donde prima más una parte literaria (incluso sin que el humor sea imprescindible), y el tercero, en el que los chistes pueden ser impersonales y no hay un encadenamiento de uno con el otro.
-Andrés López, por ejemplo, era cuentero, y siento que su discurso, se basa mucho más en la cuentería, porque La Pelota de Letras son cosas anecdóticas contadas con esa estructura clásica aristotélica de inicio, nudo y desenlace- nos aclara Checho -el stand up tiene otra estructura llamada storytelling; incluso hay una especie de fusión llamada cuento-comedia, que hacen personajes como El Diablo, Chester de Sábados Felices, ahora Chimuelo…
-¿Pero ha crecido el público del stand up, por ejemplo, en Armenia?
-Ha crecido porque se ha masificado. Primero, con Comediantes, que era un público más gomelo. Pero luego llegaron los muchachos de Con Ánimo de Ofender y abrió más la audiencia porque lo volvió más popular… más barrio. Eso hizo que se diera la oportunidad de presentarse en otros lugares de Colombia, diferentes de las ciudades principales que era adonde iban los más famosos. También tiene que ver que ahora es más fácil agarrar un teléfono y empezar a generar contenido, y con la pandemia, la gente se pegó del celular a ver ese material.
-¿Y le ayudó salir en Comedy Central?
-Ayudó para unas cosas, pero uno no se va a hacer famoso con una rutina de 7 o 12 minutos; para eso hay que salir muchas veces y yo solo grabé 3. Toca tener un programa de televisión o gestionarse sus redes, y estar ahí dándole.
Diversificar para posicionarse
Y es que para el comediante, como para el artista y el entertainer en general, estar en el negocio representa mantener la vigencia en un ecosistema que, en la medida en la que se hace más accesible por equipos y costos, también aumenta la competencia por la atención. “Uno no se puede centrar en un solo contenido, toca hacer varias cosas para aumentar las probabilidades de que crezca el público; no meter todos los huevos en una canasta. También es de colaboraciones, es como el reguetón, toca juntarse porque hacer producción audiovisual es costoso, dispendioso y muy aburrido ver al mismo guevón haciéndolo todo. Hay que hacer alianzas para que los contenidos crezcan, para que se haga más fácil conseguir equipos, para distribuir tareas”, agrega.
Tampoco es tan necesario tener un acuerdo con un canal de televisión o una plataforma de streaming para crear un especial o un programa periódico, añade el comediante, poniendo como ejemplo a Juanpis (Alejandro Riaño), Perros Criollos, Fucks News, Chicho Arias, o el propio ensamble de Impopulares, en el que comparte con Paulo Hernández (quien estrenó especial hace poco en YouTube) y Catalina Guzmán.
-En mi caso personal tengo Instagram, Facebook, Tiktok, Spotify y Youtube. Si no me llama Netflix no importa, tengo otros caminos que trabajar. Ahora, yo no facturo cantidades impresionantes (no soy Jefferson Cossio), lo que más me interesa de las comunidades es que vayan a los shows, generar productos para redes sociales para que luego generen interés a la gente y vayan a ver nuestras presentaciones.
Para esto, sin embargo, se necesita quien opere el negocio. Las productoras son un actor fundamental en este entorno.
La firma detrás de la marquesina
Son las 9:00 de la noche y está a punto de empezar el show. Una joven camina apurada entre el backstage y la puerta, dando indicaciones al personal de Guitarra & Coffee, en el norte de Armenia, recibiendo a las personas que se asoman con timidez a buscar uno de los pocos lugares disponibles. Karla Losada siente la presión, minutos antes de que empiece el espectáculo, pero con una sonrisa amable nos promete entrevista después de culminar las presentaciones. Adentro la espera una sala totalmente ocupada.
La jornada se desarrolla con éxito. De la expectativa muda del público y El Pastu tanteando su estado de ánimo con la primera rutina de la noche, se pasa a risas cómplices y caras de sorpresa y bochorno cuando alguno de los comediantes se pasa de tono con algún comentario: en el segundo piso hay dos adultas mayores que presencian con recato pero sin disgusto aparente.
-Hoy vino hasta gente de la tercera edad- comenta sorprendida –esto se rige mucho dependiendo del comediante, porque cada uno tiene su público. A eso es le he apostado, a poder congregar esta gente que llegase a interesarle la comedia de personajes diferentes a los tradicionales, y que vengan en engranaje con nosotros. Yo trabajo Manizales, Chinchiná, Pereira, Salento, Sevilla, Calarcá, Armenia… este movimiento se ha ido haciéndose sentir más, los públicos se van moviendo de manera diferente y vamos en el proceso.
-¿Bueno y de dónde salió la idea de organizar shows de este tipo en la región?
-Surgió a finales de 2020 cuando me pongo en contacto con varios de los comediantes de Con Ánimo de Ofender para traerlos al Eje Cafetero por todo este auge que se tuvo en la pandemia, pero con tantos picos que tuvo el Covid no se pudo. Luego de un tiempo se contacta una productora conmigo y entro a dar apoyo logístico para un primer show con Brian Mora y Pamela Ospina en Sevilla. Ahí afiancé la idea de empezar a producir yo, y empecé a empaparme cómo era la situación y demás.
El Eje dando sus primeros pasos
Karla nos cuenta que eligió al Eje Cafetero por una razón muy sencilla: Calarcá es su segundo hogar desde hace muchos años. Eso le permitió identificar una carencia de este tipo de alternativas de entretenimiento en la región, pero también un interés creciente de parte de la población universitaria por incursionar en los escenarios.
“En el Eje Cafetero han surgido proyectos hace relativamente poco y las universidades les ha ayudado mucho en Pereira; particularmente en la UTP hay un proyecto súper bacano que se llama El Tortazo en donde la gente que está tallereando (como se le denomina a empezar a pulirse) se presentan y prueban sus chistes. Lo mismo sucedía en Manizales (me lo contó Pato Cardona) que fue como el primer movimiento”.
Transitar por estas etapas tempranas no le permite tener aún al Eje Cafetero lo que podríamos llamar un estilo. Una que muestra signos de identidad en los dos grandes focos, pero que aún no ha madurado en Cali, la costa Atlántica o los Santanderes, por decir algunas regiones del país. Y aunque no tenemos un Gonzalo Valderrama que represente una tradición en la disciplina, Karla se muestra esperanzada en lo que se está viendo.
-Estamos trabajando en eso, lo que pasa es que, aunque la comedia lleva mucho tiempo en el país, muchas ciudades han estado aisladas y no se mueven mucho. Estamos en construcción de un tipo de comedia característica y creo que estamos en muy buenas manos. Empecemos por el hecho de que no hay mujeres haciendo comedia, o su reconocimiento aún es muy básico y la idea es que nos empoderemos también de la escena de la risa; las chicas nos tenemos que poner en función de hacer reír también, tenemos muchas historias y aventuras que contar y pienso que es una catarsis que podemos hacer.
Con timidez, nos anuncia una infidencia: Karla se quiere lanzar también al micrófono: “Estoy empezando a escribir para ver por dónde va la cosa. Quiero arrancar a participar en talleres, porque parte de la cuestión es creérsela. Los hombres son un poco más arriesgados, se tienen más confianza; el conversar, el cabaretiar, el comentario chistoso entre los amigos. Nos falta un poco el convencernos de la oportunidad que podemos tener, escribir, empaparnos de qué se trata la comedia, su estructura, como se conforman los aspectos a la hora de escribir un chiste y demás… y hacerlo. A la que le guste que se arriesgue, que necesitamos chicas que saquemos la cara en el Eje Cafetero.
A esta hora el bar se encontraba ya cerrado y los empleados, con cara de agotamiento, acababan de cerrar caja. Era momento de que todos descansaran, pese a que con Karla, Sergio (que arrancaba para gira en Estados Unidos), Richar, Juan David y Juan Guillermo podríamos haber seguido por un buen rato más. Porque algo lindo de poderse meter tras bambalinas es poder descubrir que no importa lo impertinentes que sean, estos comediantes nos demostraron una calidez que puede explicar porque nos sentimos tan cercanos a ellos: son más parecidos a nosotros de lo que se podría esperar.