Nos van a salir con babas

Nos van a salir con babas

Recibimos una apreciación hace poco, y es que tendemos a editorializar nuestros artículos. Y con este sí que le vamos a dar la razón a nuestro amigo (al que, subrayamos, le recibimos de buena gana las opiniones porque el hombre tiene criterio). Pero con la visita del ministerio de las Culturas, los Artes y los Saberes al Quindío para participar del simposio ‘Rescatando nuestro Origen Quimbaya’, quedó clara la postura de la cartera nacional frente a la posibilidad de que el Tesoro Quimbaya regrese al departamento de donde fue sustraído. Muy en la tónica del ministro Juan David Correa, que en días anteriores sugirió que el destino de las piezas arqueológicas fuera Pereira.

“La discusión de dónde va a quedar el tesoro hay que resolverla de otra manera, puede ser Armenia, Filandia o Pereira, pero tenemos que convencernos del valor cultural y social para nosotros de esto”, respondió a la inquietud de la prensa local sin siquiera cuestionarse, “estas no son unas piezas de oro para exhibir en unas vitrinas, sino que encierra la historia funeraria y simbólica de un pueblo que fue exterminado”.

Para más muestras, la respuesta de la viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, Adriana Molano Arenas, apoya la tesis: “Estamos hablando con el ministro de hacer un proceso participativo con Quindío y Risaralda, de dónde debe quedar la colección”. Le preguntamos si para esta concertación se recurriría a los espacios parlamentarios, posibilidad que no descartó, pero que le daría una ventaja enorme a una Risaralda que ya demostró, con la carta a la Agencia Nacional de Infraestructura – ANI para que no se invirtiera en la doble calzada entre Calarcá y La Paila, que el departamento vecino no vino a hacer amigos.

Al fondo los periodistas, inicialmente convocados y en pleno evento atropellados por la encargada de prensa del ministerio.

La incomodidad fue la constante

El haber sido escenario de la discusión sobre la cultura Quimbaya temprana debió significar un motivo de orgullo y esperanza en la región. Pero todo mal con el ministerio. La primera bandera roja fue la omisión grosera e inexplicable de la Academia de Historia del Quindío, la entidad que ha venido empujando el carro de la recuperación del tesoro de manos del Gobierno español durante 15 años.

Con uno de los protagonistas fuera del evento, desde el ministerio se le solicitó al Gobierno del Quindío que se convocara a medios de comunicación regionales; los mismos que fueron atropellados por la encargada de prensa de la cartera nacional, que no dudó en expulsarlos del auditorio en el que se adelantaba el componente académico. Tratados como ciudadanos de segunda, varios de los representantes de los medios regionales abandonaron la sala guardando silencio, en un acto por no enrarecer el ya de por sí mal ambiente creado por la funcionaria.

Fueron las palabras de Correa en la rueda de prensa ofrecida, las que cerraron por lo bajo una jornada que nadie agradeció. “Una de las razones por la que adelantamos la gestión para repatriar estas piezas es profundamente cultural, y obedece a la idea de tener conversaciones que rebasen esa idea patriarcal de que las cosas le pertenecen a alguien y de que todo se trata de tesoros: lo que necesitamos en este país es dejar de producir narrativas de guerra, machistas, en donde estamos peleando por objetos. Aquí la idea es para quién significan más estas piezas de la colección Quimbaya que hoy están en el Museo de las Américas en Madrid, y que luego de 120 años alguien tomó la iniciativa en nombre de todos nosotros y en nombre de un pueblo que fue arrasado, de regalar esto sin consultarle a la Nación”.

El Museo del Oro Quimbaya, en Armenia. El único en el mundo sin oro quimbaya.

5 puntos para empezar a dialogar

Parte de la respuesta del ministro Correa nos dejó perplejos: “Estas sociedades (y a partir de hace 40 años con mayor énfasis, cuando se instauró un sistema neoliberal que nos convenció de que todo era individualista y que solo podía uno triunfar solo) nos ha despojado de esa idea social de luchar de pelear juntos como comunidad. Estamos ante una posibilidad, de la idea misma de conversar frente a estos temas que, quizás en el pasado no se conversaban por el miedo: que el poder era para manipular ciertos temas y otros no. Pero las nuevas sensibilidades, las mujeres, las personas LGTBIQ+, los excluidos del sistema patriarcal nos están exigiendo otro tipo de conversaciones y tenemos que estar a la altura. Los hombres en el poder no podemos seguir haciendo como si los demás no existieran, como si los feminicidios no existieran, como si no fuera una cultura: en pasados días mataron dos mujeres sus parejas hombres. Un ministerio de las Culturas está también para hablar eso… no de una manera arrogante, tratando de entender que hay argumentos del otro lado que también escucharemos con mucho gusto”.

-(¿¿¿???)

No nos malentiendan. Estamos de acuerdo con todo. Pero no estamos hablando de eso ministro. Y como usted sugiere una conversación en la que se trate de entender los argumentos del otro, acá van unos puntos que queremos plantear:

  1. La cruzada del Gobierno nacional por reivindicar a las regiones quedó, con esto, como un discurso vacío. El regaño del ministro acusó a la iniciativa quindiana de querer quedarse con el tesoro con fines puramente mercantilistas, cuando expresó que “es de un valor incalculable y no se trata de precios ni de oro ni piezas que nos van a hacer más ricos”. Para Bogotá, en el Quindío no hemos llegado a la madurez ni el conocimiento para identificar el valor trascendental de nuestro patrimonio y lo vemos con la intención, tal vez, pensarán, de fundirlo, agarrar la plata y huir.
  2. El bogocentrismo sigue vigente. Desestimar la labor de los medios de comunicación regionales por parte de la jefe de prensa muestra una ignorancia y un completo desconocimiento de la realidad regional, de sus intereses y de sus derechos.
  3. La omisión de la labor invaluable de la Academia de Historia del Quindío también se lee mal. Queda el sabor de que se quiere desconocer el rol imprescindible de este organismo quindiano en este trámite, y que ha derivado, años después en lo que podría (como no podría) ser un promocionado como un éxito absoluto del Gobierno nacional.
  4. Tanto ministro como viceministra acuñan el argumento de la ‘descolonización’ de los museos como la muestra de que los tiempos han cambiado y que existe una ruta posible para la repatriación. Si la descolonización es abandonar el etnocentrismo y dejar de creer que el patrimonio solo puede estar resguardado por el primer mundo (el mundo civilizado), deberíamos pedir desde el Quindío que se descolonice el ministerio.
  5. Si bien se tienen registros arqueológicos de la presencia de cultura Quimbaya en una zona que comprende los actuales departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío, Valle e incluso Cauca, hay dos cosas que no puede obviar el ministro: las 123 piezas que componen la colección salieron de Filandia, Quindío, y hacen parte de la identidad cultural quindiana. Y en Armenia tenemos nada menos que el Museo del Oro Quimbaya; un edificio firmado por Rogelio Salmona, recién restaurado por el Banco de la República, y que está diseñado ¡para alojar el tesoro Quimbaya!

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