Esa maltratada relación que tenemos con el arte

Esa maltratada relación que tenemos con el arte

I.

El arte. La palabra de por sí a los quindianos nos parece pretenciosa. ¿Por qué? En gran parte porque nos hemos acostumbrado a que no sea algo habitual y cotidiano. Por eso toca aprovechar la época, en la que generalmente se hacen los festivales de teatro, las ferias del libro y las exposiciones de arte que resultaron ganadores de las convocatorias de Estímulos y Concertación departamental y nacional.

Salgo el domingo por la noche a darme una vuelta por Laureles. Justo en medio del parque, veo el esperpento. Me queda la sensación de haber pisado un popó de perro. Pero es un popó de Transformer. Corpocultura tuvo la genial idea de ubicar en este paraje natural un contenedor metálico para acoger una sala de exhibición del XXI Salón de Artistas Quindianos. Pero amigos de la Alcaldía: se pasaron de disruptivos. Me puedo imaginar la estructura en Manchester, en Munich, en Berlín, en Londres, lugares en donde zonas industriales y venidas a menos se han convertido en distritos artísticos.

Es en esos sectores donde pega un contenedor. No en un parque del Quindío, donde para alojar la exposición podría haberse pensado en alternativas de arquitectura liviana más acordes con el paisaje. ¿Qué tal hacer una convocatoria con estudiantes de arquitectura y permitir que la misma sala de exposiciones sea arte? Las críticas no son solo mías (creo que soy el último en una larga lista de ciudadanos y periodistas que se han quejado del cubo azul que impide la visión, que corta el tránsito, que afea el sector). De por sí ya están pintando en la lámina un mural para tratar de embellecerlo. Es como ponerle un moño al bollo.

No me malinterpreten: soy el primero en aplaudir el intento por salir de la estética costumbrista de chambranas, heliconias y barranqueros. Es linda, pero definitivamente somos algo más que eso. Lo que chilla acá es la conjunción entre el elemento y su entorno. ¿Qué tal ubicarlo en un parqueadero? Les apuesto que funcionaría mejor.

II.

Me pongo los audífonos para tapar el vallenato que suena en la ventanilla, y mientras destapo una cerveza veo en el correo electrónico la invitación a ‘Imaginarios del Territorio’, ganadora del programa departamental de Concertación y que ofrece una variedad de expresiones en torno a una pregunta muy válida y relacionada con lo anterior ¿Existe una representación simbólica de nuestro territorio?

Pintura, fotografía, dibujo, arte sonoro, animación, instalación, grabado y charlas, dice el flyer. La expo arranca este 9 de octubre en el Museo de Arte del Quindío – Maqui, que de por sí merece un análisis: una muestra espontánea sobre lo poco que nos importa nuestra historia y patrimonio. El edificio, que nació como la estación de un ferrocarril que no ha vuelto (esperando que alcancemos a entrar al programa de reactivación de la red férrea antes que llegue un nuevo gobierno con ganas de borrar todo lo que deje el actual) quedó inmerso en un paraje casi que abandonado, custodiado por habitantes de calle que deambulan por sus alrededores defecando debajo de los puentes de la 26 y quemando el vagón del tren que decora la glorieta aledaña.

Se había hablado desde Corpocultura y la secretaría de Cultura departamental, de intervenir la zona. Lindas palabras que todos tomamos con pinzas. ¿Cuántas administraciones han dicho lo mismo sin que se haga nada? ¿Sabrán los tomadores de decisiones y ordenadores del gasto que este edificio es tal vez, el último que nos queda de la arquitectura republicana? ¿Y que los demás fueron demolidos esperando que llegara una declaratoria de salvaguarda como patrimonio? ¿Y así se llenan la boca anunciando todos los septiembres un nuevo mes del Patrimonio? Lo que pasa con la estación pasa con el Paisaje Cultural Cafetero, que sirve para vender planes turísticos, pero no para mucho más.

III.

De camino al supermercado entro al centro comercial del norte y aprovecho para visitar una de las salas de la Bienal de Arte Biarco. Les toca a los curadores ocupar locales comerciales para exponer, porque espacios para esto no hay. Pero ojo, que además están en la sala de exposiciones de Comfenalco, la Sociedad de Mejoras Públicas, el Colombo Americano, y destiempo, la sala Roberto Henao Buriticá, que entrará en operación después del 11 de octubre porque les incumplieron la fecha para poderla tener a la par que las demás.

Buen nivel de los artistas, pienso. Igual no soy un experto en arte. Multiplicidad de técnicas y conceptos interesantes como los de los pliegues del cuerpo fotografiados en superficies traslúcidas, la superposición de imágenes radiográficas y detalles de la calle, y una imponente representación de las montañas en un tríptico enorme y amenazante que nos recuerda que pertenecemos a la cordillera y no ella a nosotros. También se vende joyería moldeada en cera con diseños precolombinos y un nivel de detalle increíble. Porque el arte también se vende.

Regreso a los ascensores con una sensación de que no todo está mal. Que hay creadores con propuestas serias y maduras. Pese a las torpezas de los gobiernos en cuanto al apoyo que deberían tener. Y entonces, en medio del pasillo del centro comercial lo veo, causándome sorpresa y asombro. Empinado en un matero que habita una plata decorativa, asoma un hongo. Un residente inesperado, que encontró en medio del comercio, el bullicio y las luces LED, un hogar.

Agachado en frente del matero, observando su sombrero amarillo y sus pequeños acompañantes que ya conforman una familia, me vuelvo un niño. Y por un momento pienso que el recorrido me guardaba lo mejor para el final. Porque si bien lo habitual es que el arte represente a la realidad, en esta ocasión fue al contrario: la naturaleza mostrándome que también ella puede ocupar los espacios más anodinos con una capacidad enorme e invaluable de desprenderme una sonrisa.

IV.

No quisimos que esto fuera un ejercicio de onanismo y para acompañar la mirada de este neófito en arte y arquitectura conversamos con Andrés Felipe Gómez Mora, arquitecto y docente del programa de Arquitectura de la universidad de San Buenaventura. Además, es uno de los artistas que en este momento expone en Biarco.

El Cuyabran Post: -Voy a ir directamente a la pregunta más polémica: ¿Qué opinión le merece el contenedor que ubicaron en medio del parque Laureles para alojar una sala de exposición?

Andrés Gómez: -La idea en sí misma me parece buena, puede ser algo interesante como idea de llevar el arte a otros espacios y desinstitucionalizarlo un poco, pero la intervención arquitectónica y urbanística que se hace en el lugar sí me parece muy desafortunada. Creo que le falta sensibilidad con el lugar, no solo con el parque sino con el entorno inmediato, se instala de una manera que divide el parque en dos, el acceso mismo parece estar escondido. Tal vez se pudo haber hecho de otra manera, con una lectura más propia y adecuada para este sitio. Faltó ahí por ejemplo un arquitecto, que pudiera leer el espacio y hacer una propuesta más asertiva.

ECP: -¿Una estructura liviana más acorde con el entorno natural que tiene el parque hubiera funcionado mejor?

AG: -Responder eso es un poco complejo porque para dar una buena respuesta hay que dar una lectura más juiciosa del lugar. Lo primero que uno siente es que la escala del container es muy grande; especulando un poco, si en lugar de haber puesto ese container de ese tamaño y en esa posición, se hubieran colocado dos elementos más pequeños y con más lectura del lugar hubiera podido tener un mejor impacto, incluso en el mismo material y con la misma estética.

ECP: -¿Faltan escenarios para el arte en el Quindío?

AG: -Soy consciente de la carencia en este sentido. Este tipo de experimentos o escenarios como el que estamos hablando de entrada pueden ayudar en la discusión, a llamar la atención sobre la falta de espacios dedicados al arte y la cultura en la ciudad. El Gobierno, el Estado, la municipalidad tienen que ver mucho allí.  

ECP: -¿Existe un desconocimiento de la realidad del arte y sus necesidades de parte estatal?

AG: -No sé si sea desconocimiento o desinterés en este tipo de expresiones de la cultura.

ECP: -Su obra está en la sala ubicada en el centro comercial Portal del Quindío. ¿Qué piensa de estar exponiendo en un local comercial?

AG: -Interesante. Este tipo de ejercicios de llevar el arte a otros espacios siempre me parecen bienvenidos. Es un reto para el artista, saber también cómo dar una respuesta a ese lugar en el que se está exponiendo, de parte del artista, pero también de las curadurías de la exposición. Creo que, a falta de otros escenarios, puede visibilizar el arte.

ECP: -A usted le fue bien porque en esta ciudad donde prácticamente no hay nada para hacer el hecho de quedar en un centro comercial, con el tráfico de personas que se genera un sábado o un domingo, y eso hace que pueda tener más visibilidad que, digamos, un artista en el Maqui.

AG: -Es verdad. Son escenarios que van a estar más ausentes de público que puedan ver las obras.

ECP: -Tampoco estamos democratizando con el mismo racero a todos los artistas…

AG: -Es complejo, creo que ahí se entiende que la parte de la curaduría también la tiene difícil para conseguir los escenarios, la gestión que se ha hecho ha sido interesante. En principio habrá lugares con menos afluencia de público, también dependerá de hacerle otro tipo de publicidad a otros escenarios para que la gente sepa que también están, y de pronto les interese ir a ellos. Es difícil la logística de todos esos espacios y antes me parece muy meritorio haber podido captar escenarios tan diferentes para el caso de Biarco, por ejemplo.

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