Dicen que Colombia es un país sin memoria y el periodismo es el encargado de no dejar que el olvido nos lleve por caminos tortuosos. Una historia que todos sufrimos y que podría estar configurándose de nuevo, esta vez para atornillarse en el poder. Alerta.
Casi hora y media le bastan a Pedro Almodóvar para convencernos de que luego de ser secuestrada y maltratada, la protagonista de ‘Átame’ se termine enamorando de su captor. Y aunque la historia de la película parece rocambolesca, está basada en un fenómeno real llamado Síndrome de Estocolmo: los pacientes generan, como una respuesta sicológica al abuso, sentimientos positivos hacia sus captores, empiezan a compartir sus causas y terminan negando su propia identidad en un proceso que, además de retener sus cuerpos, apresan su mente.
¿Por qué empezar este artículo así, si trata de política? Porque mucho me temo que habría aún personas enamoradas de un personaje vestido de rosa, muy hábil para los eslóganes pegajosos y que a punta de populismo se logró echar al bolsillo a una parte del pueblo. Un personaje que salió hace pocos días del ostracismo que guardó durante varios años para volver a sonar, en beneficio de una campaña que sale de la misma maquinaria que la llevó a gobernar y con la que se hicieron varios y conocidos negocios: la ex gobernadora Sandra Paola Hurtado.
Fue el pasado 27 de junio, cuando se conoció la adhesión de la ahora inhabilitada por 12 años ex mandataria, a la campaña de los candidatos a la Alcaldía de Armenia, James Padilla, y a la Gobernación, Jorge Ricardo Parra. Quisiera uno como redactor ponerle más picante y decir que el pronunciamiento generó sorpresa… pero no. Quien, como el autor, tuvo que vivir el periodo rosa de Hurtado Palacio en la Gobernación –tanto desde la orilla de la prensa como desde sus toldas-, era de esperarse que la alianza se diera tarde que temprano. Porque en estas campañas se reúne la misma receta que la llevó de la Asamblea al primer cargo administrativo del Quindío.
Veamos: sustentados de nuevo por un Germán Vargas Lleras iracundo y lleno de ambición para hacerse –por fin- a la Presidencia; bajo la sombra de César Augusto Pareja como artífice de lo financiero; con el mismo equipo de campaña y las mismas mañas que terminaron hartando al pueblo y llevando al sacerdote Carlos Eduardo Osorio Buriticá al poder como su sucesor. Incluso desde acá se alcanza a escuchar el “Activen Tropas” como grito de batalla de su bodega –ahora comandada por un mercadólogo que traicionó al rebaño del gobernador Roberto Jairo Jaramillo-, cuando había que implantar una campaña negra en redes sociales para denigrar de sus contrincantes.
Una carrera meteórica con unos valores debatibles
Nacida y criada en una familia de clase media, Sandra Paola empezó a hacerse visible en la esfera pública desde su participación en las bases populares del partido Liberal, para luego pasar por Empresas Públicas de Armenia y la alcaldía de la capital quindiana. En 2007, en representación del partido Liberal, logró una silla como diputada en la Asamblea Departamental, desde donde se proyectó para lograr ser elegida como gobernadora en 2011, bajo la sombrilla de su movimiento Quindío Firme.
Durante su mandato, Sandra Paola hizo uso de su reconocido don de gentes para conectar con la población. Las herramientas son bien conocidas en el mundillo político, aunque no a todos les sale tan naturales: los partidos de fútbol en barrios donde se reparte dinero, los conciertos de música popular con aguardiente de por medio, y una cercanía con la gente de a pie, la consolidaron en parte de la opinión pública. La otra parte, sin embargo, siempre tuvo dudas frente a su relación con el empresario César Augusto Pareja, sobrino del candidato a la Gobernación para el próximo periodo, el ex congresista Atilano Giraldo.
Pese al cariño que algún sector de la población le demostraba, de puertas para adentro, en el Centro Administrativo Departamental, se vivía una calma chicha: Una mezcla de reverencia con temor, causado por una mano fuerte que castigaba sin piedad a quién dudara siquiera de Pareja, conocido en los pasillos como Toto. Sin haber en su contra ninguna prueba que lo señale como perpetrador de ilícito alguno, aún hoy las conjeturas sobre de dónde salió su capital es un tema que muchos preferimos ignorar. Lo que sí es conocido es la mano fuerte que aplicó contra sus detractores, incluso en la prensa que alguna vez confrontó el proyecto de su compañera sentimental, la gobernadora.
Poco más que un estilo que rayaba con el acoso laboral, se puede decir de la gestión de Sandra Paola: una investigación preliminar de la Procuraduría Delegada para la Economía y Hacienda Pública que no llegó a nada y que buscaba esclarecer los sobrecostos en la construcción de unos pozos sépticos; una pelea mediática –y muy divertida- con la alcaldesa de Armenia de la época, Luz Piedad Valencia; haberle entregado de a 50.000 pesos a cada mujer de un grupo que llevó al Parque del Café; o una torpe campaña para colocar a la ex concejal Sandra Gómez como su sucesora y a su llave para la alcaldía de Armenia, José Manuel Ríos (Sí, el actual mandatario. De esa historia también hay mucho que deshilvanar).
Pero entonces llegaría la debacle.
La carta que la sacó del panorama político
En noviembre de 2017, el proyecto Sandra Paola empezó a resquebrajarse. La primera señal de alerta fue la indagación, proferida por el Procurador Fernando Carrillo, a Sandra Paola y a los ex gobernadores Alejandro Lyons Muskus, de Córdoba; y Juan Carlos Abadía Ocampo, de Valle del Cauca, por su presunta participación en el escándalo conocido como ‘El cartel de las togas’, en el que algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia habrían exigido millonarias sumas para alterar procesos judiciales. De acuerdo con el exfiscal anticorrupción, Gustavo Moreno, la señalada habría “entregado dineros con el fin de obtener como contraprestación beneficios ilegales en procesos judiciales adelantados en su contra”. Las investigaciones no prosperaron y aún esperan en un limbo de incertidumbre jurídica y olvido… como suele pasar en Colombia.
Sin embargo, el proceso que la afecta hoy en día, fue su imputación, por parte de la Fiscalía General de la Nación, por haber exigido comisiones para entregar contratos para la ejecución de obras. De acuerdo con el ente investigador, los sobornos para lograr su visto bueno ascienden a los 3.300 millones de pesos (dinero con el que le hubiera podido dar casa propia por lo menos a 15 de sus amadas camineras). El dinero, de acuerdo con las pesquisas, se habría dado en la suscripción de 5 convenios celebrados en 2015: uno por $5.000 millones para construir y reparar los acueductos de cuatro municipios afectados por el fenómeno de La Niña; 2 de mantenimiento y recuperación de vías terciarias en 9 municipio por casi $13.000 millones; y 1 para construir jardines infantiles en 2 municipios, con una inversión de $2.000 millones.
La jugadita tuvo que darse porque la compañía Inalcon –la que debía ganar- no cumplía con los requisitos de Ley para encargarse de las obras. Nada que un guiño de la gobernadora y su pareja no resolviera. En 2018, Sandra Paola fue inhabilitada por la Procuraduría General de la Nación durante 12 años para poder ejercer cargos públicos de elección popular. El proceso en la Fiscalía –que hablaba de delitos como soborno, concierto para delinquir, interés indebido en la celebración de contratos, celebración de contratos sin cumplimiento de requisitos legales, falsedad en documento privado, apropiación de plata pública e incumplimiento de los deberes del servidor público), sin embargo, quedó en veremos.
¿Un tímido pero amenazante regreso?
Con su comunicado, su primera manifestación pública en años del silencio más absoluto, la señora de rosa regresa a la política. De manera lateral, porque la Justicia no la deja protagonizar; pero deja ver su intención por recoger los frutos que alguna vez dejó caer: habla de las camineras, las jardineras, las fiestas barriales. Programas que alguna vez le representaron el apoyo popular y de los que todavía puede sacar algún rédito. Y aunque como programas sociales no se puede negar su valor, poco contribuyeron a resolver problemas estructurales de un departamento que en su mandato tuvo las tasas más altas de desempleo, donde se dispararon los suicidios y la influencia del microtráfico se sintió con intensidad.
Vuelve, porque evidentemente la llave Parra-Padilla es más de lo mismo: esa política populista con sus seguidores y opresiva con sus contradictores, que en algún momento, un quindiano que trasladó su empresa para Pereira, calificó como ‘mazamorrera’ cuando ella le interpeló por haber abandonado al departamento. Y vuelve con la misma tropa: Vargas Lleras a la cabeza con su irrespeto por todo el que no lleve sus apellidos; Perea desde el Congreso y dejando atrás su incidente con la maleta llena de dinero a vísperas de las elecciones; y César Augusto Pareja, de quien se había separado, pero con el que mantiene una relación que parece haber trascendido lo sentimental para transformarse en una empresa electorera que planea quedarse con TODO en el departamento.
Más pan y circo para una región de la que no les interesa que desarrolle su potencial, porque su capital electoral depende de que la mejor y más deseada fuente de ingresos sea que la población los siga y los apoye en su carrera al poder a cambio de un contrato. La dama anuncia que vuelve con las botas puestas… ¿pero el lodo, doctora Sandra Paola? El lodo le sube hasta la cintura…