Causó sorpresa la foto del gobernador y el alcalde de Armenia en un estrecho y caluroso abrazo. Primero porque, desafortunadamente, ya nos desacostumbramos a que haya una buena relación entre ambos gobiernos. También tiene que ver el hecho de que, desde el punto de vista institucional, el gesto resulta demasiado exagerado. Pero, por encima de todo, es de aplaudir que los dos mandatarios con mayor poder en el departamento hayan encontrado puntos en común para desarrollar una agenda conjunta que debe beneficiar al Quindío y en particular a su capital, Armenia.

La foto es solo la expresión gráfica de un portafolio de proyectos que parecen empezar con pie derecho en la ciudad: la recuperación de las tradicionales canchas de La Isabela y El Paraíso fortalecerán el deporte comunitario en zonas clave para su práctica; la contratación de los estudios y diseños de la avenida Los Guayacanes representará un paso más en la concreción de una nueva arteria vial en la ciudad; la adecuación de la plaza de toros como escenario cultural rescatará una infraestructura a su vez que la convertirá en un sitio de paz y no de muerte; la creación de la biblioteca departamental aportará al desarrollo cultural y social de la urbe; el fortalecimiento del Hospital del Sur consolidará la red hospitalaria; y el desarrollo del proyecto de autotrén traerá a la movilidad una alternativa sostenible y turística que se sumará a la oferta de atractivos del destino.

Han sabido entender ambos mandatarios que, para dejar un legado importante en sus comunidades, es esencial trabajar de la mano. El departamento es el catalizador de recursos del Gobierno nacional, mientras que el municipio pone lo suyo al ser el responsable del territorio. Un gana-gana que, sin embargo, parecen no entender algunos gobiernos de otros municipios. Un caso claro es el de la elección del gerente de Empresas Públicas del Quindío – EPQ, que tal y como habíamos denunciado con anterioridad al nombramiento, ya estaba viciada y se sabía cuál iba a ser su resultado. José Alejandro Guevara fue votado por los alcaldes de Quimbaya, Montenegro y Circasia, quienes yendo en contra de la comunidad a la que deben rendir cuentas, prefirieron defender los intereses de su jefe político.

No nos extraña; bien conocido es su estilo de imponer su voluntad por encima de la autonomía administrativa que deberían tener los alcaldes que llegaron por elección popular. Del desayuno se sabe lo que habrá para el almuerzo, y no sobra recordar que en este mismo medio hicimos lanzamos también la alarma muy a tiempo, aunque sabemos que para ganarle a la estructura proselitista es necesario un cambio que se demora pero que va madurando.

Lo que si nos llama la atención es la postura tomada por algunos periodistas frente a ambos casos. Periodistas a quienes les conviene más la rencilla que la concordia, porque del hecho de que los gobernantes se peleen dependen parte de sus ingresos. Y así vemos al community manager de Quimbaya escribir con desparpajo en grupos de Whatsapp “Como administración estamos de acuerdo con las críticas constructivas, pero no con la desinformación irresponsable, que lo único que genera es odios y malestares entre la comunidad”, a modo de respuesta sobre la calidad y el precio de la tarifa del agua en este, uno de los municipios más castigados con la negligencia de EPQ.

Y por otra parte, vemos una página de Facebook diciendo que el gobernador Galvis se está alejando de los Jaramillo para arrimarse a la sombra del alcalde. Toda una falacia si se tiene en cuenta que el abrazo se dio en el despacho de Galvis y que a todas luces, es el alcalde quien parece estarse desprendiendo de la sombra de aquel mismo empresario que está detrás del esperpento en la EPQ. Casos diferentes, perpetrados en circunstancias distintas, pero que deben tener su origen en el mismo personaje. Porque si de algo sirve estar en este medio es conocer las mañas de algunos personajes, como para ver su silueta con cada ataque que tratan de meter de manera infructuosa.