Hace unos años, Bibiana Bernal tuvo una epifanía en medio de una entrevista en vivo. Un momento que le confirmó, en medio de la serendipia, que la poesía no estaba limitada en el papel y la tinta. Y que el destino está tan definido para algunos, que un hecho fortuito puede ser el catalizador de toda una experiencia vital. En este caso la suya.
“Estaba en una entrevista en la UFM con Alejandro Herrera, y me pregunta por qué mi editorial se llama Cuadernos Negros cuando me llegó el recuerdo de cuando tenía 13 años y le mostré a un profesor los poemas que había escrito en un cuaderno Norma, uno por página, y que había forrado con un papel Con Tact negro. En esa época no sabía que, en ese acto, se estaban revelando la escritora y la editora al mismo tiempo”. Me lo contó un día en el mismo café en el que nos encontrábamos; yo para escribir para El Cuyabran Post y ella, acompañada del libro que leía en el momento y que suspendía para revisar manuscritos en camino de ser publicados por su sello editorial. En esos momentos, armada de un lápiz y un café, creaba un vórtice de silencio a su alrededor que no me atrevía a interrumpir. Sin embargo, llegó el día en que me regaló una tarde y me contó su experiencia.
“En 2024 cumplimos la mayoría de edad. En todo este tiempo hemos publicado 115 títulos de cerca de 60 autores nacionales e internacionales, en 6 colecciones de poesía, ensayo, cuento, novela, minificción y una línea infantil”, me explica. Cuadernos Negros se ha convertido en la editorial quindiana con mayor trascendencia. Y todo parte de una mente inquieta, que desde pequeña ha sido atraída al mundo de las letras, ganando premios en la escuela, e incluso confirmando su gusto por la lectura, al haberse topado con una bolsa de libros que alguien había botado en la calle.
“A los 15 años estaba repitiendo el año en el Instituto Calarcá y entré a un grupo nuevo. Un día entro y me encuentro con un profesor y un grupo de estudiantes hablando de sexualidad (se ríe), eso me llamó mucho la atención y terminé en la discusión. Cuando terminaron, el profesor me preguntó si yo era del grupo y que si acostumbraba a leer. Tú hablas y piensas como si leyeras, me dijo, y me terminó invitando al taller literario que coordinaba. De camino a casa me acompañó y cuando llegué decidí mostrarle el libro que había escrito: mi cuaderno negro”.
-¿Quién era él?
-Umberto Senegal. Al otro día me presentó la bibliotecaria para que me prestara los libros que yo quisiera y me volví auxiliar de la biblioteca. Incluso empezar a reparar los libros ya deteriorados. Y no hice más que leer. En su taller literario me volví la monitora y me sentí en mi mundo. En esa época él trabajaba en Barcelona, y le dije que me gustaría hacer talleres con los niños de la escuela.
Bibiana cuenta que Senegal se convirtió en su mentor, dándole para que comprara los refrigerios y el transporte. Su constancia le permitió destacarse y empezar a ser invitada a otras Instituciones Educativas, hasta terminar vinculada a la Alcaldía de Calarcá como coordinadora del área de literatura en un programa de Semilleros Artísticos.
-¿Cómo fue para una niña de 16 años enfrentarse a gente de su edad para coordinar un taller?
– Yo solo quería ir a contarle a los niños que la literatura les podía cambiar la vida como a mí, que era una puerta para viajar hacia afuera, pero también hacia adentro de cada uno. A esa edad cree una publicación en mi colegio que se llamaba Nocturnal: hice 12 números. Luego vino Minificciones y salieron 70 números, se hacía semanal, dedicado al cuento corto. Esta me abrió un mundo impresionante, porque pese a su formato sencillo, llegó a muchos países y me abrió un lugar a una red internacional de investigadores y académicos de la minificción. Esa revista me puso en contacto con Lauro Zavala, de la UNAM, que es un referente en la fundación de este género en español.
Al salir del colegio, continúa, Umberto Senegal le preguntó si quería ingresar a la universidad. Pero esos no eran sus planes por el momento. El gusanito de la edición la había picado y sintió la necesidad de trascender del formato de la revista. Empezamos entonces a hacer unos cuadernillos de minificción, siguiendo la presentación de una colección publicada en Medellín. Unos cuadernillos negros que se convertirían en la identidad de la casa, y en el hogar además de sus propias obras.
“A los 17 años me había ganado un premio regional de poesía y fue cuando me di cuenta que podía ser escritora. Entre los 17 y 20 años escribí mi primer libro y lo publiqué a los 21, llamado Silencios de Hada Verde, seguido de Pájaro de Piedra, en 2017, que ha hecho muy buen camino: lleva tres ediciones, ganador del premio de Poesía de la Gobernación del Quindío en 2016 y finalista del Premio Nacional de Poesía de Mincultura (el más importante del país). Ahora lo publicó la Biblioteca de Autores Quindianos y en España la editorial Valparaíso”.
Cuadernos Negros cumple 18 años en 2024. Un sello que nació de un paseo del colegio a la casa y que la ha llevado a conocer a Jorge Herralde, de Anagrama o Jaume Valcorba, de Acantilado. Que la convirtió en una de las fundadoras de la Red de Editoriales Independientes Colombianas – REIC, en donde estuvo por 6 años e incluso hizo parte de su junta directiva. Que ha realizado 4 convocatorias con el diario El Espectador para igual número de títulos. Que le dio un premio en Portugal con la participación de 300 editoriales de todo el globo para una beca de traducción de autores portugueses. Y que además sirvió de catalizador para otra iniciativa empresarial, de esas que se le han atravesado en la vida a muy temprana edad: la fundación Pundarika.
“En algún momento los lineamientos de los gobiernos departamental y nacional cambiaron para la adjudicación de recursos. En adelante esta posibilidad iba a ser solo para personas jurídicas sin ánimo de lucro. Bajo esa presión y con un poco de miedo, decidí crear la fundación, porque el trabajo que se estaba haciendo era tan sólido y tan bello, que no podía parar ahí. No ha habido un solo año en que haya parado”.
Nos detuvimos un momento a pedir un café, siempre tan útil para organizar las ideas antes de continuar. Coincidimos en que toda su historia estuvo marcada por esas sutiles coincidencias que le brindan a la vida un sentido poético que parece tan ajeno en las nuevas generaciones.
-Bibiana ¿Por qué le tenemos miedo a la poesía?
-No sé quién creo ese abismo, porque siempre ha estado en la tradición oral. Pero además vivimos en medio de la poesía: un atardecer, un momento, una persona que pasa. El mundo está cargado de imágenes, de giros, de belleza y fealdad. Al convertirse en un lenguaje literario, de alguna manera ha creado cierta distancia con una parte de la comunidad, pero creo que nos hemos desconectado mucho del silencio, de esos momentos de contemplación: todos los distractores y estímulos que nos ofrecen los dispositivos electrónicos, nos sustraen del mundo real y concreto, de las calles, los árboles, nuestro cuerpo, los espacios. Nos llevan a una abstracción, a un afuera en el que no estás contemplando nada, sino distrayéndote y dispersándote. Con este ritmo de vida es difícil verla; la poesía nace al detenerse.
Muy buena entrevista refleja muy bien a Bibiana a quien recuerdo rodeada de metáforas contemplado los rayos de luz que entraban por las ventanas de un café en Calarca.
Excelente entrevista.