Desde hace varios años mi proceso de transformación se ha acelerado más de lo normal para encajar en ciertos niveles de la sociedad, lo que me ha permitido avanzar a nivel personal y profesional. Esto, sin embargo, no hubiese sido posible a menos de que mi ser manifestara oposición.
Después de mucho navegar por mares de incertidumbre pero con la firme convicción de saber adónde quería llegar, el universo fue trazando el camino y ubicó cada detalle justo en el momento que más lo necesitaba. No obstante, para continuar avanzando, fue necesario, cada vez, más información, más fortaleza y mayor apertura a los cambios.
Por consiguiente, decidí buscar la manera de subir el nivel de transformación y entender cómo podría controlar mi mente en circunstancias en las que mi psique asumía ataques letales. Después de tanto buscar encontré un pódcast bastante poderoso, titulado “Estoicismo para Ganadores”; en ese momento un viento paso por mi cara y una música de fondo esperanzadora retumbó en mis oídos… solo faltó La Rosa de Guadalupe cayendo del cielo.
En definitiva, el destino es de decisiones, y dicen por ahí que tu vida es el resultado de tus propias elecciones. Con firmeza determiné que esto era un mensaje divino y le di Play. En ese momento, una voz elocuente y armónicamente perfecta me empezó a hablar y a detallar: “Los estoicos creían que todo alrededor operaba según una ley de causa y efecto que dotaba al universo de una estructura racional; pensaban que las personas «no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos eventos» en vez de imaginar una sociedad ideal falsamente positiva”.
Lo que significa que cada uno actúa según le parece y lanza sus dardos de acuerdo con el mundo vivido, razón por la cual debemos entender que los ataques lanzados vienen desde la experiencia de las personas, y que solo cada uno de nosotros tiene el poder de aceptarlos o no. Sin más preámbulo, la invitación de esta sabia escuela filosófica no es más que al autocontrol: así encontraremos paz y equilibrio, dejaremos de lado la reacción a cada palabra proveniente de otro caótico ser humano, y entenderemos que ciertas emociones destructivas son causadas por acciones de juicio.
Ya para terminar este momento filantrópico y existencialista, recuerden que «la virtud es suficiente para la felicidad», y un sabio sería emocionalmente resistente a la desgracia.
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