“El hip hop en el Quindío es hijo de la migración”

“El hip hop en el Quindío es hijo de la migración”

Cuando su madre salía a trabajar todos los días, Kat encendía el televisor. Afuera de su apartamento había un mundo complejo y peligroso: salir a la calle era enfrentarse a New York. Y ella era una niña colombiana de 12 años recién llegada a Estados Unidos, que no conocía cómo moverse en este ambiente.

“Recuerdo ver canales como MTV Jams y BET. Y tenía una programación dedicada al hip hop. Para una niña de esa edad, el absorber todo ese contenido fue enamorarla de esta cultura. Yo quería ser un rapero, cantar, vestirme así”, recuerda la gestora, promotora, rapera y diseñadora gráfica que se ha convertido en una de las caras más reconocibles del hip hop en el Quindío bajo su marca Bad Influence, “Volví a Colombia porque necesitaba estudiar y yo era ilegal en Estados Unidos. Entonces en esa época llegué al departamento y mantenía entre Armenia y Bogotá, donde terminé de vincularme al entorno colombiano, de conocer las primeras agrupaciones”.

El background que logró en New York como cuna del género, y de la capital del país como una de las ciudades con mayor evolución en su escena, le permitió retornar al Quindío con una idea. “Era una tierra como árida, había mucho que hacer, y por eso llegué a ayudar a difundir la cultura”. Una labor que al día de hoy sigue desempeñando y en la que se inscribe la presentación de Cañabrava, la histórica agrupación paisa que estará este 22 de junio en la cancha del barrio 7 de agosto, de la ciudad de Armenia.

Así nos imaginamos a la pequeña Kat. Imagen generada por IA.

Una tierra que resultó fértil

Si de algo nos hemos dado cuenta escribiendo sobre cultura en El Cuyabran, es que acá está todo por hacer. Y esta no es la excepción. Aun así, el estado del género y todas sus manifestaciones paralelas han avanzado un montón desde aquella década de los 80 en la que empezó a florecer en estas tierras cafeteras tan lejanas de su lugar de origen.

“En los años 80 un grupo de jóvenes empezó a recibir de parte de familiares viviendo en Norteamérica, ropa y cassettes de artistas. Con la música que empezaron a escuchar, y luego viendo los vídeos musicales, empezaron a vestirse con ropa ancha y gorras, luego a bailar, y por último se empezaron a ver las primeras experiencias del rap, con varias agrupaciones que ya no están, como La Recua. Y de unos 15 años para acá, se formaron raperos de oficio. El hip hop en el Quindío es hija de la migración”.

-Recuerdo estar en el colegio- le confieso –cuando vi por primera vez gente interesada en el rap. Éramos muy rockeros, muy metaleros, y había una especie de estigma. ¿Ha cambiado algo?

-Pues ha mejorado la percepción porque muchos de nosotros somos profesionales, trabajamos, somos padres de familia, algunos están en entidades públicas. De todas maneras, no olvidamos que representamos el barrio y por eso tratamos de impactar a comunidades no favorecidas, para que encuentren en el arte una alternativa a la delincuencia o la droga. Ya tenemos una escena, pero todavía le falta por crecer, porque los jóvenes apenas están aprendiendo.

Hay de todo para todos

El primer contacto de muchos de estos son las batallas de freestyle. Si desconoces el término, de repente te habrás encontrado en un parque o una plaza, un grupo de muchachos tirándose puyas al ritmo de un beat y rapeando; algo que se ha hecho muy conocido fuera de su nicho por el nuevo perfil del ex trovador y ex cuentachistes Loquillo.

“Cuando pierden las batallas y quieren dejar de ser parte de estos eventos, nosotros como familia acogemos a estos jóvenes y les mostramos que pueden ser raperos, djs, grafiteros o breakdancers”, indica. Y es que esta cultura tiene tanto de largo como de ancho: el rapero de por sí es quien canta (denominado a veces como MC), el DJ es el que maneja las pistas sobre las cuales se canta, los breakdancers los que bailan, los grafiteros los artistas plásticos. Pero además están los productores, los host (maestros de ceremonia de encuentros) e incluso el spoken Word (la poesía surgida de las métricas y letras urbanas).

-Perdón por el desconocimiento, pero veo mucho MC y muy poco DJ. ¿Cómo está esto?

-Por lo general las mismas agrupaciones tienen sus DJ y productores, porque por el presupuesto que se requiere, así sea para una tornamesa, es alto. Digamos que uno de los principales y que está moviendo mucho el clubbing (o sea para bailar) es Keith Álvarez. En cuanto a host (los presentadores) hay pocos pero que lo hacen muy bien… yo me denomino como una. Sin embargo, cuando no hay o el host no alcanza a llegar, el mismo organizador tiene que tomar las riendas.

Le pregunto entonces, qué se necesitaría para consolidar más el parche. Y me contesta con un riendazo (para las entidades públicas, no para mí): “Todavía falta más apoyo institucional que sí tienen en otras regiones. Hay una nueva generación de personas que trabajamos organizados y requerimos de ese apoyo. En Bogotá, por ejemplo, es algo que está muy adelantado: todos los días hay talleres, incluso los fines de semana. Y creo que el hijo del alcalde de Pereira es rapero, entonces hay un auge en este momento. Sería bonito tener un espacio, por ejemplo, para establecer una institución o corporación”.

Cañabrava en el 7 de agosto

Aprovechamos, obviamente, para hablar del toque de este 22 de junio, desde las 3:00 de la tarde, en la cancha del barrio 7 de agosto, en Armenia. Las boletas están disponibles en el 301 678 3727.

“Viene desde Medellín este, que es un clásico del hip hop en Colombia, específicamente en la época posterior a La Etnia, por lo que tienen un recorrido interesante y una carrera que han seguido, sobre todo, personas de la Old School. Van a estar acompañados de artistas locales como Kingtana, Kool MC, Maiky, el Pin Key, Ankamis Rap, Hansell García, 12/16, Epitafio y Klandestino, La Junta Records, y Cuartas. También vamos a tener stands con mercancía relacionada con la cultura urbana, y la idea es que asistan, no solo seguidores habituales de la escena, sino que nos llegue de todo tipo de personas, interesadas o curiosas en conocer este mundo”.

Las boletas ya están a la venta: hasta este 21 de junio con un valor de 45.000 pesos, y el día del evento, en taquilla, a 60.000. Una buena oportunidad de empaparse de algo que trasciende un género; que es un estilo de vida, una óptica diferente, y que proviniendo de los barrios marginados de la zona Triestatal, floreció en las vidas, formas y maneras de un Quindío que afronta su propio sistema de problemáticas. Porque como si de esporas se tratara, encontró en estas montañas de bambuco, tango y ranchera, suelo fértil para retratar una realidad que no es tan fácil.

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