De acá pa´ allá y de allá pa´ acá

De acá pa´ allá y de allá pa´ acá

Hace unos días escribí sobre nuestro querido departamento del Quindío, sus cualidades, sus atributos y cada una de esas cosas que nos definen, además de invitar a todos los quindianos a reflexionar más a fondo sobre nuestra identidad. Este ejercicio de introspección me llevo a tratar de escribir sobre la percepción que tengo sobre el preocupante fenómeno de emigración del talento joven, tan común en nuestro país, pero que a mi parecer, en regiones como la nuestra pasa a convertirse en un desafío que debemos afrontar y contrarrestar.

Antes de consultar las fuentes y las cifras oficiales, siempre fundamentales pero inciertas, me tomé el tiempo de pensar en mis amigos y familiares: ¿cuántos de ellos están en el Quindío?, ¿hace cuánto se fueron? y ¿cuáles fueron las razones que los llevaron a alejarse de este, nuestro paraíso? Producto de este íntimo y empírico ejercicio, salieron algunos resultados no tan objetivos como sería deseable, pero que me atrevo a presentar: comenzando por el ámbito familiar, pensando en mis primos, de los nueve que tengo en mi registro solo tres permanecen en el departamento, lo cual indica que solo queda el 22%; de mis amigos más cercanos solo una de ellas ha estado constantemente en este encantador pero incierto territorio; no obstante cada dos por tres le entra el ánimo migratorio, representando un porcentaje más bajo el número de amigos emigrados al de mi panorama familiar. En mi círculo laboral, observo con preocupación que menos del 40% de mis colegas han estado todo el tiempo laborando en el Quindío. Cuando centré la atención a mi círculo social, pensando que estoy rodeado de una cantidad increíble de arrieros por Colombia y el mundo, me di a la tarea de continuar indagando para llegar a la preocupante conclusión de que no se trata de mi caso particular: ¡es una tendencia inobjetable!, y eso puede comprobarse en la gran mayoría de mis conocidos, pues todos ellos manifiestan que tienen un familiar, un amigo o un colega que se tuvo que ir.

Este panorama migratorio agobiante impone preguntarse ¿por qué razón se marchan?; muy seguramente no será por el clima, casi constantemente agradable, o por la calidez de nuestras gentes siempre tan amables; mucho menos será por el abundante verde, o la paz que reina en nuestras montañas; debe tratarse de algo de fondo, que hace que nuestros coterráneos se vean obligados a renunciar a todos los privilegios de los que disponemos y tomen la lamentable decisión de partir. Para ser justos, se debe resaltar que no se trata de un fenómeno observado solamente a nivel departamental; de hecho, según datos oficiales de la cancilleria1 en el año 2020 un poco más de 5 millones2 de colombianos vivían fuera del país, lo que representa más de un 6% de la población total. Eso es, si se me permite la campechana expresión: “mucha gente pa´fuera”; si queremos saber desde dónde sale tanta gente de “Colombia pa´l mundo”, resulta que un poco más del 25% de nuestros compatriotas emigran de los departamentos del Valle del Cauca, Risaralda y Quindío2, en ese orden respectivo, sin embargo, ya saliéndonos de las cifras oficiales -el aporte de seriedad a esta columna de opinión-, esos datos no responden a la cuestión fundamental: ¿por qué nos abandonan?

La respuesta puede estar más ligada a las “remesas”, otra cifra oficial y plana pero gratificante, -un toque adicional de seriedad en esta columna-. En otras palabras, la platica que se ganan por allá y que mandan para acá, la cual utilizan para vivir, invertir y una que otra vez, mecateársela en cositas, ¡no sean así!. La cantidad de remesas que entran a Colombia ha ido creciendo constantemente3; es así como en el 2000 representaban aproximadamente 1.578 millones de dólares, en el 2023 ya fueron más de 10.000 millones de dólares, y el monto sigue creciendo a tal punto, que este año se prevé un récord total cercano a la cifra histórica de 11.000 millones de dólares: ¡esa es mucha plata!

Ante la contundencia de estos datos, solo queda aceptar que el gobierno tiene razón cuando afirma que la principal causa de la emigración la constituye la necesidad de encontrar trabajo; en otras palabras, nuestra gente joven, talentosa y también profesional sale del departamento y del país para convertirse principalmente en mano de obra no calificada en otros lugares, lo que les posibilita enviar platica a sus familiares y “ganarse la vida”: frase que personalmente detesto, ya que uno se siente como si siempre estuviera perdiendo y ¡por goleada!

De vuelta al Quindío, la realidad es innegable; somos el segundo departamento más pequeño del país, pero estamos en el podio con mayor desempleo y de mayor emigración al exterior (por no hablar de la emigración a otros departamentos), lo que permite pensar que esos dos aspectos tienen que estar relacionados. Es un hecho tangible el que nos hemos concentrado en consolidarnos como un departamento competitivo a nivel de calidad de vida, educación, seguridad, prestación de servicios públicos, entre otras cosas de vital importancia; pero por alguna razón eso ha ocasionado la atracción de mucha gente de “allá” y al mismo tiempo que muchos de “acá” también se van, sacrificando a nuestros jóvenes, esos llamados a transformar y consolidar procesos, entregándoselos a otras regiones y países. Es así como con una extraña mezcla de impotencia y felicidad los vemos brillar desde lejos en el deporte, la política, la ciencia, la medicina y muchas otras áreas, y por estos lares, de vez en cuando nos llegan los dineritos que se ganan y una que otra corta visita.

A cambio de esos talentos y esa fuerza laboral a nuestro departamento le llega un montón de nuevos residentes que ven al Quindío como su segundo hogar, pero no siempre lo apropian como suyo. Quiero aclarar que pienso que el turismo o la cantidad de extranjeros y nacionales que escogen al departamento como segundo hogar o lugar de retiro me parece maravilloso, es un halago y una confirmación de que estamos haciendo las cosas bien, pero si a cambio, el precio que debemos pagar es ver a nuestros jóvenes, profesionales y deportistas saliendo a buscar oportunidades a otros lugares, el negocio no está funcionando del todo bien.

Finalmente, con toda esta perorata y a pesar de ella, quiero decirles a los que están llegando: “bienvenidos”. A los que estamos, que tenemos que trabajar entre todos: Gobierno, academia, gremios y empresas para seguir manteniendo al Quindío como un paraíso, pero uno en el que todos podamos vivir. Y a los que tuvieron que partir “los de acá que están allá”, que la sigan luchando, que sigan haciendo Patria, que dejen en alto el nombre del Quindío, y que acá seguimos esperando además de sus remesas, su pronto regreso para que nos ayuden a construir un lugar donde uno quiera y pueda quedarse. ¡Un abrazo!

Webgrafia

1 https://www.cancilleria.gov.co/colombia/migracion/historia

2 https://www.larepublica.co/economia/entre-2010-y-2022-salieron-mas-de-dos-millones-de-colombianos-para-vivir-en-otro-pais-3835015

3 https://www.quindio.gov.co/home/docs/general/MIGRACION%20Y%20DESARROLLO-%20Ppta.pdf

4 https://www.banrep.gov.co/es/blog/remesas-trabajadores-exterior-aumentan-relevancia-macroeconomica-colombia#:~:text=En%202021%2C%20el%20flujo%20de,24%20%25%20(Gráfico%201).


  • Las fotos que acompañan esta columna son de Pixabay
  • Las opiniones acá plasmadas no representan puntualmente la postura del medio de comunicación

One thought on “De acá pa´ allá y de allá pa´ acá

  1. Siendo una de “acá que están allá” me siento infinita mente orgullosa de ser criada en el Quindio y mi mayor anhelo es regresar y ayudar a crecer mi departamento, gracias por ese análisis y el mensaje construir algo para que nuestras generaciones venideras puedan quedarse y disfrutar el encanto del Quindio

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