Dos años de gobierno: Petro contra los mercaderes

Dos años de gobierno: Petro contra los mercaderes

Pensar el tema político resulta un poco irritante cuando uno es muy radical y mucho más cuando normalmente la discusión transcurre en medio de una algarabía de personajes que quieren explicar lo ideal de una tecnocracia: desde los valores del fútbol, con el discurso de los noticieros, el diccionario empresarial, la ciencia de los animalistas y los paradigmas económicos de los traders del bitcoin. Uno prefiere callar; es filosóficamente indignante. Miren a Argentina (ahí salen con la respuesta “miren a Venezuela”, y entonces uno ya no está irritado, sino como deprimido).

Reduciéndome  a lo binario de los sistemas de ideas que solo aceptan la dualidad “hombre o mujer”, “blanco o negro”, “pro-empresa o comunista”, “uribista o de la FAR”, digamos que mi opinión política central es en contra de las tradiciones políticas, administrativas y existenciales que tienen a este país inmerso en la miseria, la desigualdad y la guerra; y sostengo que todo fenómeno político que procure cambiar la dirección que históricamente traemos —orientada sobre visiones para las cuales nuestro país corre por las vías del progreso siempre y cuando se mantengan activos el saqueo, el genocidio, las rentas del narcotráfico y la explotación de las personas por los «empresarios» (perdón por las arcadas al pronunciar)— es necesariamente un fenómeno positivo, independientemente de si su ejecución es al pie de la letra de los “ideales” de los críticos (autodenominados «oposición»).

¿Cuál es la relación que tienen con la realidad los que creen que las EPS son un sistema benigno de gestión de los recursos de la salud? ¿Cuál es el sentido de «Patria» (perdón otra vez), de los que creen que el petróleo del Meta o el carbón de La Guajira son para los saqueadores de regalías que tienen a esos departamentos en una miseria y una suciedad indescriptibles?

El cambio es lo único garantizado, en este planeta el que no baila al ritmo del cambio simplemente se extingue. ¿Hacia dónde queremos cambiar?

Lo irritante de la discusión política es que no cuenta con mínimos axiológicos. Así como defienden la contradicción “progresar requiere que no cambiemos las maneras que nos tienen tan mal”, dicen que un gobierno que orienta el Estado a la protección, el beneficio y bienestar de la sociedad es algo así como satánico, o que los valores católicos (la religión de los sacerdotes pedófilos) deben ser el estándar biopolítico (de ninguna otra manera opinarían sobre los derechos sexuales o reproductivos o de quién se acuesta con quién) y así es muy difícil comenzar a tejer discusiones sobre temáticas más complejas.


  • Las expresiones acá consignadas son la postura del columnista y no precisamente del medio de comunicación

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