Al escribir esta columna me encuentro en presencia de varios de mis seres amados. Estoy acostado en una cama de hotel en una ciudad museo: Barcelona. La Barcelona de Gaudí, y de otros tantos arquitectos que hacen que sea una ciudad museo, bella y al mismo tiempo sublime.
Frente a mí, un par de cuadros sobre calles antiguas del barrio judío. Coincidencialmente anoche estuve recorriendo dichas calles y otros sectores de la ciudad junto a mi amiga y profesora de turismo de la Universidad de Barcelona, Velislava Simeonova. Mientras hacíamos el recorrido y conversábamos, contrastaba algunos aspectos de la vida de Barcelona y situaciones que se presentan en Armenia y otros municipios quindianos.
Del contraste resultaron reflexiones, algunas positivas y otras negativas, que se van presentando en nuestros territorios y que debemos atender desde ya.
Seguridad y mujeres tranquilas
En un recorrido a pie de casi 6 kilómetros, regresando desde plaza Cataluña hasta Les Corts, pasamos por diferentes lugares que en Colombia darían percepción de inseguridad. Sin embargo, en esos lugares había hombres haciendo cualquier cosa, y lo que más me llamó la atención de manera positiva, mujeres caminando solas por cualquier parte, sin miedo de que les suceda algo.
Eso quiero en mi ciudad, mi país y en todo el mundo: que las personas, y en especial las mujeres, puedan ir a donde quieran sin tener miedo de ser abusadas, robadas, entre otros.
Turismofobia
En dos ocasiones, transeúntes nos dijeron: váyanse que no queremos turistas. Los entiendo. El turismo trae cosas cosas buenas y malas, pero si no se logra gestionar correctamente generará consecuencias irreparables en el territorio.
Quiero que podamos mostrar las cosas de las cuales nos sentimos orgullosos a los turistas. Pero que se haga buena gestión de esta actividad. Estamos al garete, recibiendo en cualquier casa, apartamento, finca o en general donde puedan dormir, a cualquier clase de turistas que quieren conocernos.
Pero este no es el peor de los males. Desde mi perspectiva es la gentrificación (expulsión de las personas locales por no lograr acomodarse al costo de vida.
Arrendamientos y escasez de vivienda
Todo el mundo en Barcelona está sufriendo con el arrendamiento y la subida de los precios. Hasta mi profesora es víctima de esta situación.
Este verano no pudo viajar, cuando siempre lo hace en esta época del año, debido a que su arrendador decidió terminar el contrato de arrendamiento que tenía desde hace más de 3 años, porque tenía la opción de ponerlo en Booking, AirBNB y en plataformas para rentas cortas.
Pues bien, en Armenia y en el Quindío en general los arrendamientos están muy costosos, hay déficit de vivienda y el valor del metro cuadrado de vivienda nueva está muy costoso. Adicionalmente muchos inmuebles están disponibles para las plataformas de rentas cortas mencionadas, pero no cumplen con la normativa.
Quiero entonces que las autoridades y la comunidad en general reaccionen. Hagamos que las normas se respeten y pensemos a largo plazo sobre esta oportunidad que se puede volver un dolor de cabeza crónico para todos nosotros.
Transporte público
Por su importancia para el Mediterráneo europeo, Barcelona tiene todos los sistemas de transporte y me siento totalmente descrestado. Tiene acceso a barcos, aceras para peatones, ciclovía, tranvía, tren o metro, cable aéreo turístico, calles y avenidas para transporte particular, de servicio público y de servicios esenciales. No pido tanto para nuestras ciudades, pero pido que el transporte público sea efectivo y amable con todos los actores viales, y sobre todo, el apropiado para nuestras particularidades orográficas.
- Las opiniones acá expresadas no reflejan puntualmente las del medio de comunicación.
- La foto general de Barcelona fue tomada de Pixabay.