Un tsunami plateado se aproxima sin que sepamos qué hacer

Un tsunami plateado se aproxima sin que sepamos qué hacer

Por: Sandra Arias y Andrés Mejía

Una bomba demográfica podría colapsar los sistemas de salud y de atención del departamento y parece que nadie se hace cargo. Hace bastante (estábamos empezando con este medio de comunicación) hablamos sobre el proceso acelerado de envejecimiento que se presenta en el departamento. Generado por la baja tasa de natalidad y la conversión de la región como destino sénior para retirados que encuentran en su clima, su oferta de servicios y su pequeña extensión geográfica los mejores atributos para pasar sus años de vejez, el Quindío parece destinado a liderar un fenómeno que ya origina tensiones y discusiones a nivel global: el Silver Tsunami.

“Es un fenómeno que ya se ha presentado en países europeos y asiáticos, pero ahora nos toca a nosotros. En Colombia, donde más se ha evidenciado más es, en primer lugar, el Quindío, acompañado por Caldas y Tolima”. Él es Joan Sebastián Arbeláez Caro, psicólogo con magister en neurociencia social de la universidad Icesi; actualmente docente en las universidades de San Buenaventura y Alexander von Humboldt, esta última también es coordinador de investigaciones. ¿Quieren más credenciales? Es coordinador del nodo de Neurociencias de la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología, y líder del grupo de Investigación en Problemas Clínicos y Psicosociales.

Pero vayamos al grano. ¿Qué es el Silver Tsunami? Detrás de este nombre pomposo y llamativo se esconde una problemática que afectará a toda la sociedad si no se encuentra preparada para su nueva realidad. El concepto nació de la llegada a la edad del retiro de la generación de los baby boomers (los hijos de quienes pelearon en la II Guerra Mundial); estas personas llegaron, a mediados del siglo XX a constituir el 40% de la población mundial, y cuando salieron del mercado laboral empezaron a crear presión en las instituciones. Y ojo, que no estamos de acuerdo con crear, mediante el uso de este término, un trato despectivo a los adultos mayores, a quienes les debemos todo con lo que nacimos. Pero, la situación se complejiza.

Soledad y desamparo

La entrevista la hicimos el pasado 21 de septiembre fecha en la que se celebra el día mundial del Alzheimer. Partiendo de la base de que esta patología es, de las asociadas al tema de la demencia, una de las que más carga los sistemas de salud. Adicional a esto, llega por lo general, en la vejez, lo que nos abrió la perspectiva a un panorama desconocido por quienes no trabajamos directamente con estos temas, pese a que nos afectará a todos.

“Si revisamos las estadísticas a nivel poblacional, el 19% de nuestra población está envejecida, lo que implica que a futuro también: los puntos porcentuales de crecimiento de hace 10 años son mayores que los de hace 20”, explica Arbeláez. Ya habíamos abordado par de factores determinantes para el fenómeno: hay cada vez menos nacimientos, mientras que la población que ronda o sobrepasa los 60 se ve multiplicada por la llegada de retirados del país y del mundo en busca de una vivienda acorde a sus expectativas de una vejez feliz. A esto súmale el aumento en la expectativa de vida (resultado de los avances en medicina y farma), y la migración de jóvenes a lugares con mayores y mejores oportunidades.

En su labor de investigador, Arbeláez Caro es el coautor de dos estudios que dan cuenta del panorama que enfrenta la población sénior en el departamento. Comparando a ambos, se puede identificar una diferencia grande en cómo se afronta la vejez, tanto en el área rural como en la zona urbana. Pero ambos casos, la visión preocupa.

-Junto con Juan Gonzáles, Andrés Ahumada, Nelsi Marisol Ramírez, Alexa Viviana Trujillo y Julián Andrés Velasco hicimos el estudio ‘Factores de vulnerabilidad asociada a la percepción de soledad social en adultos mayores del departamento del Quindio (Colombia)’ que exploró el tema en ambientes urbanos. Son individuos que pueden estar viviendo en lugares muy privilegiados en el norte de Armenia con todos los recursos necesarios para atender sus necesidades. Los encuestados declararon no sentirse acompañados, pese a contar con una enfermera o algún acompañante en sus residencias. Por lo general sus hijos pagan sus gastos, pero no los visitan, aislándolos de una interacción social con sus propios núcleos familiares.

El otro estudio, correspondiente al levantamiento de un perfil vincular de la población recolectora de café, fue publicado de la mano con Ricardo Andrade Rodríguez, y arrojó pautas sobre cómo se vinculan socialmente, cuál es su relación con sí mismos y con su salud: “Una población con alto nivel de envejecimiento, porque no hay el suficiente relevo generacional, como pasa con todos los campesinos”, indica. Los resultados señalan, primero, que la demencia, como el resto de las enfermedades, se entiende como algo destinado a pasar. “Pero también encontramos que existe un prejuicio en torno a recibir atención médica. No acuden a las EPS o a los centros de salud, si piden una cita la programan muchas semanas después, si el abuelito se cae no hay quién lo lleve. En general se perciben como personas solas”.

-¿En ambos casos se presentan casos de aislamiento y percepción de soledad?

-Sí, y este es uno de los factores que puede desencadenar la demencia. No me quiero imaginar cómo será en estratos bajos de zonas urbanas: un segmento de la población que no hemos abordado y en los que, suponemos, debe haber un alto volumen de casos de abandono.

De cara a una nueva demografía

-¿Estamos preparados para esto?

-Claramente no. Ya estaba en el diagnóstico que había hecho el gobierno Petro sobre el sistema para alimentar la propuesta de su reforma de Salud, que era más preventivo. Lastimosamente el proyecto se cayó, pero si lo pensamos desde la óptica de la capacidad instalada actual de nuestras comunidades, la realidad es que no estamos preparados.

Y no lo estamos, añade, si se tiene en cuenta que nuestras ciudades no están diseñadas para dar una buena atención a nuestros mayores.

-Me preguntó, por ejemplo, qué pasa con los adultos mayores que vienen de Circasia, Filandia o Salento y van para la sede de Oncólogos del Occidente, en la Centenario, en Armenia. La buseta los deja en el roundpoint pero al otro lado de la avenida, y no hay cebras (pasos peatonales) ni puentes, ni hay dónde se resguarden de la lluvia o el sol.

Es decir, las ciudades no cuentan con las facilidades requeridas para que una población masiva y entrada en años se movilice con facilidad, y esto influye en su calidad de vida. Pero hay algo más: una carencia importante en la misma salud mental de los adultos mayores. Y es una crisis que incluso resulta peor, sin que haya ningún programa que aborde esta situación. “Requerimos que se realicen análisis intersectoriales entre los actores relacionados con el tema para poder proponer soluciones. Entre estas, sin lugar a dudas, está lo que quede establecido en los Planes y Esquemas de Ordenamiento Territorial”.

Pero también será necesario un significativo esfuerzo interinstitucional para revisar las pautas de atención, de acompañamiento (un tema en el que una parte de la población migrante podría participar e ingresar de este modo a un mercado laboral más formal), y algo que increíblemente, siempre se pasa por alto: la prevención en términos de salud mental.

-¿Se puede prevenir la demencia?

-No se puede detener, pero se puede minimizar el impacto del deterioro cognitivo- explica Arbeláez –siempre y cuando se atiendan los factores potencialmente modificables.

El psicólogo nos remite a una publicación de la revista médica The Lancet, en el que se identifican factores potencialmente modificables y que intervendrían en el desarrollo de este tipo de cuadros. De acuerdo con el estudio ‘Dementia prevention, intervention, and care: 2024 report of the Lancet standing Commission’. Entre los hallazgos se encuentran cosas bien particulares que podrían ayudar a orientar las políticas de salud mental en la región:

-El nivel de educación en la niñez influye en la incidencia de estas patologías. En el periodo comprendido entre los 18 y los 65 años, recomienda tener una vida activa en los ámbitos cognitivo, físico y social, lo que reduce los riesgos incluso, si no se contó con un buen acceso a la educación en la infancia.

-Entre los factores ambientales, llama la atención la influencia de la polución del aire en la ocurrencia de cuadros de demencia. “Los encargados de las políticas públicas deben implementar estrategias para mejorar la calidad del aire”, indica el informe. También conmina a incentivar el uso de cascos en el uso de bicicletas o en deportes de contacto.

-La pérdida de audición o de visión, el consumo de cigarrillo y de alcohol, la hipertensión, el colesterol, la obesidad, la soledad, tienen alguna relación con el desarrollo de este tipo de cuadros.

“Pero, además, en la población más adulta, recomienda tanto el manejo de un segundo idioma como el uso de redes sociales: el primero al ser un ejercicio de memoria que mantiene un nivel de actividad cerebral, y el segundo, porque pueden suplir de alguna manera, el apoyo emocional en los últimos años”, indica Arbeláez. Hasta allá llegaría la responsabilidad del Estado en este propósito, y que no nos agarre desprevenidos una crisis que podría desbordar la capacidad de respuesta de una sociedad que se envejece a espaldas de los tomadores de decisiones.


Para la realización de las imágenes que acompañan este artículo se emplearon recursos de inteligencia artificial y de Pixabay.

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