La Cordillera se alista para su conversión al turismo

La Cordillera se alista para su conversión al turismo

La semana anterior, por motivo del aniversario número 112 del municipio de Córdoba, el gobernador Juan Miguel Galvis aprovechó su intervención para hacer una advertencia que él mismo vivió como natural de Salento, tal vez el pueblo que más ha consolidado su sitial como destino turístico del Quindío: “Hace 20 o 25 años, abríamos el póstigo de mi casa, veíamos un extraño y lo cerrábamos lentamente porque no sabíamos quién era. Hoy no sé quién vive al lado… y es una triste realidad. Por eso el turismo lo tenemos que direccionar para que sea sostenible y que no saque a la gente de Córdoba de sus viviendas. Tienen que empoderarse de este municipio para que no llegue gente foránea a comprarles sus viviendas, tienen que empoderarse de su territorio”, dijo.

Tal parece que el mandatario sabe que en todo proceso acelerado de desarrollo hay dos caras. Y mientras, por un lado, se abren opciones muy interesantes y absolutamente necesarias para diversificar las economías de las comunidades, subyace un peligro para estas, para sus ecosistemas y para el propio tejido social. “Esto va a pasar acá en 4 o 5 años”, sentenció. ¿La razón? Los drásticos cambios que vivirá esta zona del departamento con la habilitación de un paso vehicular que atravesará los predios del sector de Tarapacá y que conectaría a Río Verde con el aeropuerto en cerca de media hora. Hoy en día, para hacer el mismo tránsito entre ambos puntos, el recorrido se puede llevar hora y media, si se tiene en cuenta que, en cualquiera de los dos sentidos hay que subir hasta Armenia para retornar al sur; no hay un tramo que los conecte directamente.

De acuerdo con el mandatario, se han destinado aproximadamente destinado 1.500 millones de pesos aproximadamente, para los estudios y diseños que avalen su construcción; la gestión predial aún no arranca, pero en acercamientos tempranos con los propietarios de las fincas por donde pasaría la nueva vía hay voluntad e interés por la obra (como esperar otra cosa, si valorizará sus tierras) y si todo sale bien en 2025 –el año que se ha identificado como el de la preparación- en 2026 se estaría moviendo la primera palada de tierra con la expectativa de entregarla al final de su mandato. O a principios del próximo, que sabemos la demora habitual en nuestras obras de infraestructura. En fin, que se le viene a los 4 municipios del sur del área cordillerana una avalancha de oportunidades, pero también de desafíos.

Y los municipios ¿Estarán preparados?

Por una porción de la torta

Contamos, para la elaboración de esta nota, con la colaboración de los alcaldes de Córdoba, Pijao y Génova. Nos faltó uno, el de Buenavista, Jhon Steban Aristizábal Rendón, quien en un principio se mostró abierto a una entrevista, pero luego diluyó su interés y simplemente no lo pudimos entrevistar.

“Estos municipios se están volcando a un turismo, pero necesitamos que sea respetuoso de la naturaleza, y por eso cuanto hablo de visibilizar a Córdoba durante 4 años no hablo de una obra en específico, sino de un municipio verde”, explica Guillermo Andrés Valencia Henao, mandatario de Córdoba, ante la pregunta de cómo lidiará con la explosión que esta industria podría tener en una localidad tradicionalmente agraria y pecuaria.

-¿Cómo van a hacer ustedes para planificar y poner en regla la actividad sin que esta se vuelva un ejercicio depredador del medio ambiente?

-Yo considero la consolidación de este renglón productivo como una bondad. La ventaja es que tenemos la experiencia de municipios como Salento y Filandia para basarnos, y creo que desde ahí debemos revisar nuestros territorios y acondicionarnos a ese turismo que queremos que llegue a nuestros municipios. Es una oportunidad de generar recursos y que haya una mejor dinámica.

Hay que tener en cuenta que su municipio prácticamente está en sus pinitos con el tema. Luego de años de haber alojado al Centro Experimental de la Guadua y el Bambú –una extensión de la Corporación Autónoma Regional del Quindío más enfocada en la investigación-, los gobiernos anteriores han dado tumbos tratando de encontrar el producto que venda. Y aunque el manejo de la guadua podría representar una oferta diferente, digamos que no jalona tanta demanda. Hasta el año pasado apenas, se construyó un atractivo que ha generado algo de interés por el mismo potencial de viralidad que tiene, la casa al revés de Q’inti Parque, una iniciativa privada apalancada por un empresario con experiencia en Salento.

Una proyección de la plaza de Córdoba con un turismo desbordado y sin tener en cuenta su capacidad de carga. Nos tomamos algunas libertades.

Una postura muy similar mostró John Jairo Restrepo Gallego, alcalde de Pijao, frente a la conversión de parte de su aparato productivo en torno al turismo.

-Nosotros también vemos esto como una oportunidad económica. Sabemos que estos municipios dependen en un 90% o más de un sector agrícola que ha venido golpeado, no por temas internos sino nacionales e internacionales. El producto no es viable hoy en día y depende de muchos factores como los precios.

Las palabras del mandatario resuenan con fuerza. Pese a que no se construyeron grandes obras de infraestructura, la vida de estas comunidades hasta 1989 debía ser otra cosa. Fue en ese año que se decidió en el seno de la Organización Internacional del Café – OIC, la culminación del Pacto Mundial del Café. En este esquema, se establecían cuotas de producción y un nivel mínimo de precios del grano en los mercados internacionales, que al ser superado, activaba un sistema de compensación para los productores. Es decir, nunca se perdía más allá de un límite. Con su desaparición, el negocio del café que había alimentado la vida y la cultura creando los elementos constitutivos de lo que hoy llamamos Paisaje Cultural Cafetero, se quedó sin protección y expuesto al vaivén de las variaciones del mercado de commodities y la especulación. Así estamos hoy en día.

-Lo hemos planteado: tenemos que generar un destino de turismo ecológico, verde, tranquilo, y es la apuesta que queremos hacer para aprovechar esa oportunidad: que se salvaguarden los recursos naturales e hídricos, y a la par, la cultura. Ya lo decía el gobernador: los raizales, la gente del pueblo, es la que debe propiciar estas actividades; que no lleguen esos grandes inversionistas y desplacen a nuestra gente.

Ojalá se cumpla con el objetivo, porque demanda sí hay. En entrevista telefónica –hace ya varias semanas- el alcalde de Génova, Diego Fernando Sicúa Galvis nos habla de una iniciativa que nació para fortalecer los ingresos de los productores de su municipio pero que, día a día, atrae a más gente: el mercado campesino.

¿Listos para ver este tipo de escenas en Génova? El alcalde dice que todo está bajo control.

-Antes se llamaba así- me corrige -porque se dedicaba a la comercialización de productos agrícolas. Sin embargo, vimos una oportunidad para generar un contexto diferente aparte y le metimos algo de especies menores, artesanías, gastronomía. Y quisimos combinarlo un tema recreativo para los niños y uno cultural para los adultos, en el que las escuelas de formación nos acompañan en música, folclor o danza moderna: Lo volvimos el Festival del Mercado Campesino Multiétnico, Pluricultural y Empresarial.

-Tengo entendido que las ventas han crecido significativamente…

-Cuando nos lo entregaron las ventas estaban en promedio en un millón de pesos para todos los participantes, pero hemos logrado incrementar la cifra hasta los 20 millones. Venimos creciendo exponencialmente y ya lo están visitando de todo el Quindío e incluso del Valle del Cauca (Caicedonia e incluso Cali).

Génova, junto con Pijao, hace parte de los municipios Zomac del departamento. Para quien no conozca la sigla, esta denomina a las Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado, que se adelantan en municipios en los que se ofrecen beneficios tributarios para las empresas y nuevas sociedades que desarrollen actividades económicas allí, para transformar los territorios más afectados por la violencia. Pero en la memoria de los quindianos, ambas localidades son recordadas por haber sido atacadas por el frente 50 de las Farc; un rezago (afortunadamente mínimo, si se compara con otras regiones de Colombia) del conflicto armado con el desmovilizado grupo guerrillero.

Esta sombra, y el hecho de ser el más alejado de la capital, ha mantenido a Génova en una cápsula de tiempo que podría ahora empezar a abandonar su estado embrionario. Porque los motivos los tiene de sobra en materia de “páramos; avistamiento de aves; rutas de café, cacao o miel. Es una oferta diferente que ya estamos listos para ofrecerle al mundo”, me indica.

A mayor interés mayor riesgo

-Voy a exagerar con un ejemplo. Si el día de mañana llega una gran empresa, compra 4 fincas en perímetro de la Ley 2 del 59 (la que establece a la cordillera como área de protección medioambiental) y le da por hacer la pista de karts más grande del mundo ¿ustedes como alcaldes tendrían cómo detenerlo?

Restrepo Gallego y Valencia Henao se miran en silencio. El primero que se aventura a responder es Valencia, de Córdoba.

– Por Ley 2 no se permitiría este tipo de uso en zonas de conservación. Córdoba tiene un acuerdo municipal que no permite, después de cierta altura, un tipo de aprovechamientos como puede ser un monocultivo. Por eso acá no puede haber aguacateras. Entre tanto, Pijao prohibió vía consulta popular la megaminería hace unos años. Tenemos muy claro que somos, quienes somos para saber para dónde vamos. Lo que tenemos para mostrar es lo bonito: los miradores, el agua, los cafés de calidad cultivados a altura.

De hecho, Pijao ostenta –gracias a la gestión de Mónica Liliana Flórez- el reconocimiento de ser el primer municipio en Latinoamérica en pertenecer a la red de Pueblos sin Prisa o Cittaslow, un movimiento nacido en Italia en 1999 y que contraviene a la idea de las ciudades frenéticas con un listado de destinos donde la contemplación es lo más importante y el tiempo se puede detener. ¿Cómo combinar el auge de un turismo que mueva de manera significativa las finanzas de su comunidad con este estándar? Habrá que verlo, pero creemos que sus motivaciones no son tan diferentes: la resistencia a la homogeneización y globalización, proteger el medioambiente, y promover la diversidad cultural y la unicidad de ciudades individuales, están entre sus objetivos.

En algún momento veremos esta señalización. O que sé yo…

“Queremos generar un corredor turístico cordillerano, los cuatro municipios para que la gente no piense en cada municipio como un destino, sino que busque la región”, añade Valencia. Buena movida, pienso. Si las vías se mantienen en buen estado (con la operación de la maquinaria amarilla dotada por el gobernador), sería muy fácil para un turista llegar por la mañana a una de las poblaciones y darles la vuelta a las otras tres el mismo día, dejando en cada uno una derrama económica que se distribuiría entre sus poblaciones. El negocio sería aún mejor si otros actores le metieran la ficha al proyecto.

-Tengo entendido que estaban trabajando también con los vecinos del Valle del Cauca, con Sevilla y Caicedonia ¿Cómo va eso?

-La asociación de municipios ha estado congelada. Nos reunimos en Caicedonia con los alcaldes instaurando una agenda que venimos trabajando para tratar de volver a darle vida, pero hasta hoy hemos estado trabajando los de la Cordillera Sur del Quindío- me cuenta Restrepo Gallego.

Vía de doble sentido: las oportunidades para el agro

Pero pasemos de tema porque no todo es turismo. Y es que la habilitación de Tarapacá no solo incentivará el tránsito de personas, sino también de mercancías. En un escenario ideal, las condiciones para exportar bienes agrícolas de este sector estarían servidas, con un aeropuerto internacional que podría habilitarse también para carga, así como la activación de la vía férrea hasta el puerto de Buenaventura, por parte de Presidencia de la República.

Pensando en la posibilidad, los 4 alcaldes se encuentran trabajando con el Departamento para la Prosperidad Social – DPS, en la concreción de una propuesta: la creación de un centro de acopio que sería ubicado en el sector de Río Verde.

“La idea es tener un lote para una levantar allí una galería donde se recoja la producción de toda la zona, e incluso nuestra propia central de beneficio para no tener que desplazarnos hasta tan lejos”, señala Valencia. Restrepo lo apoya: “Poder exportar es la apuesta y la oportunidad que se le abre a la Cordillera. En nuestros planes de desarrollo tenemos como objetivo que nuestros campesinos empiecen a aplicar valor agregado al café, el plátano y el banano, la panela o el cacao”.

Lindas perspectivas. Y sin embargo, nos sigue molestando cierta sombra. ¿Es posible que tanta belleza esté llamando un proceso gradual de gentrificación? O sin ir más lejos, ¿de acumulación de tierras por parte de grandes latifundistas?

“En los últimos años Génova ha venido creciendo con la llegada de muchos inversionistas en temas agropecuarios, con sectores como el plátano, el banano, el limón, el aguacate, el café o los frutales; son apuestas que han retomado su valor por un buen manejo administrativo y estatal, y que se verá impulsado aún más con vías en buenas condiciones”, explica Sicúa, “Sin embargo el 90% de nuestros predios son de menor extensión”.

Buen panorama para una región que, como lo decía el alcalde de Córdoba de su municipio, pero le aplica a todos, sufrió de la violencia partidista (1920-1960), del conflicto armado y fue epicentro del terremoto de 1999. Y que a todas luces merece avanzar, desarrollarse y lograr mejores ingresos. Pero que merece además, que el desarrollo y la calidad de vida, sea para sus habitantes naturales. Porque nada nos ganamos, si el paraíso que tenemos en las manos termina en poder de conglomerados foráneos que no quieren al territorio, con el que no hay lazos de pertenencia, y que solo viene a hacer riqueza lo más rápido que se pueda para abandonarlo luego que mate la gallinita de oro.


Fe de erratas: en una primera versión de este artículo habíamos definido a Pijao y Génova como municipios PDET, cuando su verdadera clasificación es Zomac. Gracias a Diego Fernando Sicúa por hacernos caer en cuenta

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