Nous: El camino a la consciencia por medio del techno

Nous: El camino a la consciencia por medio del techno

El caos y el orden. Dos conceptos que rigen el universo, y que ya fueron abordados por filósofos como Anaxágoras, Platón o Aristóteles. Debería haber un principio, eterno e infinito, que permitiría que el primero se convierta en el segundo, se preguntaron. Y a esto le llamaron Nous, un estado superior a la simple percepción de la realidad, a la imaginación o incluso a la creencia. “Perfecta consciencia despierta, la perfecta iluminación profunda, legítima clarividencia objetiva, intuición, mundo de los arquetipos divinales”; la definición (la buscamos) es de Samael Aun Weor. Pero me la está leyendo Rommel Eduardo Sosa Suárez, ingeniero de software, cuando le pregunto de dónde sale su nombre artístico. Sí señores: Rommel es Nous.

¿Qué tiene que ver el techno con los filósofos griegos clásicos? Para que vean amigues, en El Cuyabran Post se aprende de todo un poco. Pero además, es este concepto enraizado en el mundo clásico el que ha guiado la carrera del productor de música electrónica, dj profesional y gestor cultural y de eventos. Uno de los nombres con más trayectoria y que aún se mantienen activos en la escena del Eje Cafetero. Hace unos días se presentó en Transition Club, en Armenia, y para este jueves 24 va a estar Whole Night Long en Mod3 House, en Pereira.

-Voy a tocar durante 7 horas seguidas, toda la noche.

-¿Toda la noche? Qué cansancio, te estás tirando muy duro…

-Pues en toda esta experiencia que he tenido con la música me doy cuenta hoy en día que es el formato más personal que pueda tener un artista porque obliga a tener una coherencia para conectar con el público desde el primer momento que propones un beat hasta llevarlo a un clímax.

Quién soy yo para contradecirlo. Si algo me queda claro es que Nous no es solo el alter ego con el que Rommel se para detrás de una consola, sino el camino de vida que eligió. Y es que el muchacho que por allá en los 2000 asistía a las conferencias de Nueva Acrópolis encontró en la música, el detonante de un proceso de autodescubrimiento y sanación propio.

El camino hasta el Nous de hoy en día

-El primer sonido que me gustó de la electrónica fue el más comercial… géneros como el house, el tech house, el latin. Pero todo cambió cuando empecé a vincularme con David Londoño, con su proyecto Anarchy, al que apoyaba con logística para el transporte del público. En esa época las fiestas se hacían en fincas, en parte porque no había establecimientos aptos para la música por los prejuicios, pero también porque la gente las relacionaba con drogas, con degenero, nos decían que éramos satánicos.

-Bueno pero es que el concepto gráfico de Anarchy era bastante agresivo- le interpelo.

-Sí (se rie)… es que todo, empezando por el nombre, estaba enfocado a la resistencia, la rebeldía, desde el colectivo intentaba ser disruptivo.

El mostrarse como el lado más heavy de la electrónica en esa época no fue gratuito: Anarchy convirtió a Armenia en la capital nacional del industrial y el hard techno, trayendo a artistas de de Alemania, Holanda, Suráfrica, España, Reino Unido o Estados Unidos, algunos de los cuales solo tenían una fecha en toda Colombia. Eso atrajo a un público nacional en su época. El mismo Nous reconoce el legado que Londoño dejó en el panorama.

-Además fueron mis bases, y me dio la oportunidad de pasar del backstage a la tarima. A presentarme las primeras veces en 2007 o 2008. En esa época todo era análogo, e implicaba tener vinilos, tornamesas, equipos que había que comprar en Europa con una tarjeta de crédito. Eso me gustó porque era súper exclusivo.

Pero no se lleven una impresión errada del joven Rommel. Lo que le motivaba no era tanto la farándula, sino la complejidad que se podía lograr con un sonido más estructurado. Fue lo que lo llevó de los hits de las listas a la oscuridad y la densidad del hard y el industrial.  Y sin embargo, me cuenta, algo faltaba, luego de años de estar consumiendo y alimentando la bestia desde adentro. Entonces llegó a sus manos la música de Óscar Mulero.

-Encontré en su trabajo unos matices que inconscientemente estaba buscando. Este man es un chamán que a través de un techno muy hipnótico lleva a la gente a un trance. Me mostró otras posibilidades y me puso a investigar este tipo de sonido, a qué escuelas iban, cuáles eran las bases científicas que le permitía hacer estas cosas. Hoy en día mi set tiene de todo, un espectro muy amplio bajo la estructura de un sonido en específico, pero muy mental, psicódelico, buscando generar esas atmosferas. La conclusión es que he llegado a una composición mucho más completa que la que hacía en mis inicios.

Orden y caos

“Lo de sonar brutal para que la gente se enfieste y se drogue toda la noche hace mucho tiempo lo dejé atrás”, me confiesa, “prefiero tener la oportunidad de hacer una presentación y que haya un público que sienta que algo cambió, que la manera de percibir el espacio fue más fraternal, más consciente y de atención”.

La concordancia entre lo que se plantea actualmente y su búsqueda temprana es clara. Para Nous, su música debe ser para generar una consciencia, no para perderla. Una muestra de madurez, no solo de él, parece, sino como una especie de zeitgeist en parte del mundo del techno. “Varios artistas que admiro han llegado a las mismas conclusiones, haciendo que su sonido trascienda”.

-¿Fue la pandemia el catalizador para que la electrónica haya virado en parte a ser algo más personal y menos colectivo?

-Yo creo que sí, porque cambió la experiencia en todos los ámbitos y aspectos. Cuando nos encerraron y nos dimos cuenta que algunas personas que parecían no parar en la casa y mantener en la calle lo hacían, seguramente, porque tenían que enfrentar realidades que nadie sabía, de pronto un papá abusivo, una mala relación con un familiar. Por eso en esa época creamos un podcast para acompañar el confinamiento con nuestra música. Pero cambiando el enfoque porque no era para bailar, sino para ponerse unos audífonos y poder trabajar. Había que cambiar el formato.

Nous es contundente: la evolución en el periodo entre 2020 y 2024 es tangible. “Hay gente que hace cosas brutales con sonidos de la selva, de la noche, de animales, y todo eso se masificó en la pandemia porque muchos emergentes empezaron a sacar esos proyectos y a masificarse”. Esto, obviamente, no cobija globalmente a toda la electrónica; el Tomorrowland sigue llenándose hasta las tet*s. Pero muchos de los antiguos ravers, de noches sin fin y cocteles de estimulantes parecen haber dado un giro guiado por la exploración de nuevos sonidos más atmosféricos y contemplativos que permiten que el caos de épocas más jóvenes empiecen a adquirir cierta estructura.

Por la escucha consciente

Se acerca además otra revolución. Y es que, así como en todos los campos de la producción humana, las bases parecen tambalearse con la irrupción de una Inteligencia Artificial que te genera un track bastante decente en 2 minutos.

-Pues hay un debate, pero sobre todo en la industria comercial. Pero para el músico de estudio la producción es más análoga, y eso le agrega atributos en la calidad del sonido. Igual es una herramienta y no me parece mal, siempre y cuando haya un componente orgánico en la concepción y creación que humanice el producto final. Hay que entender que estamos en una transición, y si o si hay que aceptarla. Pero cada uno sigue en su esencia.

-¿Cómo ves el panorama del Eje Cafetero?

-Está en muy buen momento. La escena ha pasado por muchos procesos y hoy vemos a colectivos que están haciendo cosas muy bacanas en el Eje Cafetero gracias a la unión, a apuntar en colectivo a intereses y metas en común, a diferencia de hace 15 años, donde eran dos o tres los que proponían, pero siempre en competencia. Y no lo hablo por la escena de nosotros, sino que era generalizado y en todas las ciudades.

-Esta pregunta ya la había hecho en otra oportunidad ¿Ha cambiado el público?

-Pues mucha de la gente de la época se ha quedado porque cambiaron sus prioridades, tuvieron familia y en algún momento no le encontraron más gusto. Así como hay otros que seguimos encontrándonos en estos espacios, porque la música es nuestra vida; no es que haya sido cuestión de una época en particular. Ahora, se ven muchos jóvenes. Los eventos de Cenexpo atraen a un montón de personas, y uno dice “de dónde sale este montón de gente”. Es algo evidente: si en un año hacemos 4 eventos, nunca están los mismos 40 asistentes, siempre hay personas nuevas.

Eventos como los que se están proyectando para despedir el año, incluyendo una feria de innovación en noviembre en la capital risaraldense y en la que Nous estará participando, como no, con un sonido ambiental alejado del toteo de las fiestas. Y otro en diciembre en las instalaciones de la antigua fábrica de Bavaria en Pereira y que, suponemos, dará espacio al Nous más bailable, aunque siempre con la inquietud por construir paisajes sonoros que estimulen la consciencia. Ah, y el All Night Long en Mod3 House del que hablamos al principio.

-Realmente no estoy aplicando a cuanto evento haya porque busco tener el control sobre algunas cosas, pueda intervenir en la producción audiovisual y otros aspectos, porque estoy buscando diseñar espacios que generen ese estímulo que hoy en día busco. Vengo hace un rato haciendo eventos y proponiendo espacios así.

Interpreto sus palabras: la deconstrucción del dj que rompía escenarios con sesiones demoledoras para derretir cerebros ha estado reconfigurando la misma manera de pensar su música y de hacerla. Y tal vez a muchos nos falte eso: el encontrar una colina solitaria en nuestra mente, para sentarnos en la hierba fresca y empezar a darle atención y no distracción, a nuestra perspectiva. Supongo que Platón estaría muy de acuerdo.

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