Pasaron ya dos semanas de las elecciones en Estados Unidos, que dejaron, de nuevo, al país del norte en manos de Donald Trump. Un personaje estrafalario a quien le resbalaron los numerosos líos legales en los que se encuentra envuelto y al que no le hacen mella las posturas racistas, clasistas, machistas y demás “istas” que maneja: se quedó con un 49,9% del electorado, en un sistema que como colombianos aún nos cuesta entender, con sus colegios electorales y su voto representativo. En fin. Problema de ellos.
¿En serio?
La pregunta es capciosa porque la respuesta es no. Ya deberíamos estar acostumbrados que, de las tormentas vividas en USA, algo de barro nos cae. Y esta no va a ser la excepción. Y es que, por encima de todo, Colombia, y sobre todo el Eje Cafetero, dependen en exceso de las remesas. De acuerdo con datos del Banco de la República, al Quindío han ingresado, durante los dos primeros trimestres de 2024, USD 123,6 millones por concepto de remesas. Una cifra que tiene un peso sustancial en el global de la economía del departamento, si se compara, por ejemplo, con el ingreso percibido por exportaciones de café entre enero y mayo, que supera ligeramente el nivel de los USD 85 millones.
Recibimos considerablemente más de lo que producimos. Y eso es alarmante, precisamente, porque estos departamentos no están preparados para un golpe como el anunciado por el nuevo mandatario estadounidense. Un golpe en dos actos, de hecho: de parte de los migrantes legales (calculados en más de un millón 286 mil personas, de acuerdo con el censo de 2020), los envíos de dinero se verían gravados con un arancel del 10%. Si bien es cierto que el costo de la transacción hoy en día es ridículamente bajo, el incrementar este porcentaje de manera tan drástica reduciría los recursos percibidos en el territorio nacional.
Y por el lado de la población indocumentada -cuyas cifras se desconocen con exactitud- la situación puede ser incluso más difícil, con su promesa de realizar deportaciones masivas, incluso superiores a las vividas en su primer periodo. Para esto, el entrante mandatario ya nombró a Tom Homan, ex director del Servicio de Inmigración y Aduanas, como su ‘zar de la frontera’: un hombre de línea dura que ha demostrado ser absolutamente intolerante, al punto de que ha impulsado medidas como la separación de niños de sus familias migrantes, los cuales fueron puestos a disposición de centros de procesamiento que incluso han sido comparadas con jaulas. Por lo que se sabe, Homan no tendría consideración alguna.

La economía pesó en la decisión
Mariela trabaja en una convenience store en Boston. Mariela no se llama Mariela: reconoce que está en una situación que no le gusta, en la que siente que todo se puede tambalear de un momento a otro. Pero, además, votó por Trump. “Me vine para Estados Unidos hace unos 24 años luego de haber conocido a mi esposo, un cubano que ya tenía la nacionalidad. Acá nacieron mis dos hijos, Enrique, de 22, y Jimena, de 19. A mis padres los tengo en Montenegro, pero la mayoría de los hermanos viven en Estados Unidos”, me cuenta por teléfono.
-¿Por qué votaste por Trump? ¿No debió haber calado el mensaje de Kamala Harris entre los latinos?
-Realmente a nosotros no nos convenció. El discurso de Trump estaba más enfocado en cuidar la economía, en reducir el costo del combustible y cosas así. Y si lo piensas, esas cuestiones nos golpean más a los que estamos de manera legal en el país, porque acá trabajamos, acá ganamos y gastamos. Nos habló sobre las necesidades puntuales y más cercanas, y es algo que, como votante, terminan pesando en una elección.
Las cifras económicas le dan la razón a Mariela. En el momento en el que Barack Obama pasó el mando al republicano en 2015, la economía crecía a una tasa del 2,9%. En su primer año de mandato, Trump logró un modesto 1,6% de repunte, pero en los años subsiguientes el nivel se ubicó en 2,4%, 2,9% y 2,3%. Esto a punta de prácticas proteccionistas que buscaron obligar a que la manufactura y la industria estadounidense dejara de depender de maquilas externas para concentrar los salarios al interior del país.

Bueno, y también con la sobreimpresión de dólares, que hizo que se originara una inflación que definitivamente afectó el desempeño de Joe Biden, como sucesor en el salón Oval, alcanzando el nivel más alto registrado en más de 40 años. Esto hizo que los precios al consumidor se incrementaran en más del 19% en general, mientras que la gasolina (los estadounidenses aman la gasolina) se ha trepado a un 46% ¿Saben lo que es alimentar una SUV con esos precios?
-El voto fue una respuesta básica a lo que hemos estado viviendo. Nunca en Estados Unidos, había estado tan cara la vida.
-Conocías la propuesta de aumentar el impuesto a las remesas antes de votar?
-Algo había escuchado. Pero primero lo primero…
Las elecciones que acaban de pasar representaron también la primera vez que votaba su hijo Enrique. Recuerden, estamos cambiando los nombres. Luego de haber trabajado en una empresa de correos, llegó la oportunidad de trabajar en un programa de integración auspiciado por el ayuntamiento. Fue ahí cuando se enganchó con el Estado, se fue a vivir con su novia y dejó atrás su sueño de ser estrella del hip hop. Un ejemplo claro de lo que se ha llamado el sueño americano, aunque él, de nacimiento, sea estadounidense.
-¿El voto que le diste a Trump estuvo influenciado por tu familia?
-Siempre he sido muy independiente de la postura política de la familia. De hecho, en la casa ni siquiera se habla de ese tema. Es muy alejado.
-¿Qué te llevó a elegirlo? ¿Qué piensas de la postura que tiene frente a la migración?
-La cosa es cruel pero necesaria- me responde –Estados Unidos es como cualquier país, que tiene que responder por su propia gente. Y por más que seamos ricos, llega un momento en el que se revientan las posibilidades de albergar personas de otras partes y para todos. El presidente Trump está haciendo lo que le corresponde: mandar para su país y no para todo el mundo.
-¿Qué piensas de los migrantes indocumentados que vienen a buscar un mejor futuro? Tal vez en sus países de origen no tienen las posibilidades de salir de la pobreza, o hay situaciones de violencia de las que están escapando…
-Son situaciones desafortunadas, pero no tenemos nada que ver con ellos. Suena mal. Pero los estadounidenses no tenemos por qué cargar con esas responsabilidades.

Un dinamizador de las economías locales
Los padres de Mariela reciben periódicamente dinero que ella y algunos de sus hermanos les envían. Residentes en Montenegro, lo usan para cubrir sus gastos: ninguno de los dos tiene pensión, pero gracias a este ingreso han podido arreglar la casa familiar, viajar a visitarlos e incluso, hace poco, cambiaron de lavadora. Desde hace poco, con el avance de los años, se vieron en la necesidad de contratar una cuidadora: una prima segunda que vive a unas cuadras y que tiene un hijo en secundaria. La prima no tiene el apoyo del papá y hasta el año pasado trabajó en un supermercado que cerró.
La vamos a llamar Alexandra; también decidió guardar su identidad “porque qué pereza que todo el pueblo se sepa los chismes que son de uno”. Estamos de acuerdo: “Acepté el trabajo porque la situación está muy dura: una mujer de mi edad ya no encuentra empleo tan fácil, y desde que salí de la empresa hasta ahora estuve ayudándole a una prima en un restaurante, pero ahí me pagan como 20 mil pesos el día y todo se iba en el diario”. El muchacho aún no sabe qué hacer cuando salga del colegio, pero no ven tan clara la situación si de ingresar a la universidad se trata. “Me da mucho susto que se quede vagando por ahí porque me coge malos pasos. Hemos pensado en que se meta al Sena a estudiar algo”, añade la madre.

Sin embargo, él piensa diferente. Podríamos llamarlo Mateo, aunque a él no le importa dar la cara en esta nota.
-No me gusta estudiar (se ríe). De pronto volverme tiktoker, influencer, me gustan los video juegos.
-¿Y sabes cómo hacerlo? ¿Alguien conocido que lo haya logrado?
-No, no conozco a nadie que lo haya hecho. La otra sería viajar a Estados Unidos o a España y buscar por fuera. Es que no me convence quedarme porque acá no pagan bien. Un amigo se fue hace dos años y ya está mandando plata para acá.
-¿Y cómo se fue?
-De ilegal.
-¿Cómo de ilegal? ¿Por el hueco?
-Por el tren…
Supongo que está hablando de La Bestia, una red de trenes de carga que atraviesan México desde el sur, frontera con Guatemala, hasta casi territorio estadounidense, por los lados de Sonora. Célebre por el riesgo que toman los migrantes que lo usan para entrar de manera ilegal, quedando en manos de coyotes, traficantes y otros viajeros realmente peligrosos. La Bestia deja al año un saldo no cuantificado de fallecidos de manera violenta o por accidentes, desaparecidos, violaciones e incluso casos de trata de personas y esclavitud. Hace unos años, un amigo personal hizo el viaje… fueron dos semanas de zozobra, hasta que un día me escribió desde Arizona para decirme que ya había atravesado la frontera.

Pablo (ya lo saben, nombre ficticio) se turna en varios trabajos. Le gustan los restaurantes, porque dependiendo del dueño, le dejan llevar la comida que sobra en la noche. Pero ha estado en carnicerías, en agricultura, en construcción. Trabajos duros que los estadounidenses por lo general se los dejan a los wetback, el peyorativo gentilicio que los gringos le tienen a los ilegales.
Luego de semanas escribiéndole al Whatsapp, por fin me contesta. Le deslizo la pregunta:
-¿Qué opinas del regreso de Trump? Pues… por tu situación.
-Preocupante. No voy a decir que acá se vive bien, pero uno se acostumbra y termina recogiendo comunidad. Estoy viviendo con dos hondureños y una venezolana, y piensan lo mismo. Y eso que si me llegan a deportar llego a un país que no está tan cagado. Lo impresionante es la cantidad de latinos que votaron por él: estábamos viendo en televisión en estos días que se quedó con un 45% del voto latino.
-¿Y cómo se sienten ustedes con esto? ¿Está dividida la comunidad?
-Total. Los que ya tienen su green card se olvidaron que un día ellos llegaron como nosotros y nadie les tiró la puerta en la cara. Y que, como ya están acomodados y tienen los derechos de los ciudadanos, son como de mejor familia. Solo falta encontrarnos en la calle y que nos griten “no te quiero en mi país”.

Pocas discusiones en el ámbito local
Al buscar voces autorizadas para escribir este artículo encontramos pocas dispuestas. Afortunadamente la Cámara de Comercio de Armenia y del Quindío se había adelantado, compilando la info del Banco de la República, y subrayando, además, que el monto muestra signos de incremento en el segundo trimestre del año en curso, al aumentar en USD 3,2 millones con relación al primer trimestre, y en USD 9 millones, si se compara con el mismo periodo del 2023.
Al respecto, el presidente ejecutivo de la entidad, Rodrigo Estrada Reveiz, reitera en una reciente columna, que “la significativa contribución de las remesas a la economía local, desafía a los gobiernos a estructurar estas transferencias monetarias que van más allá de la simple manutención familiar; y es que se percibe la necesidad de que estas pueden ser un catalizador para la inversión social, la compra de viviendas y la creación de nuevas empresas, donde las remesas no solo alivien la situación económica de las familias, sino que también impulsen el crecimiento económico sostenible de la región”.
El directivo sugiere la realización de estudios detallados sobre el destino de estos dineros en el territorio quindiano: “¿Se están invirtiendo en educación, salud, vivienda o en el desarrollo de negocios locales?”, se pregunta. Tal parece que en vivienda no, según me cuenta un amigo del sector de la construcción. Lo que no quiere decir que este renglón esté viéndose afectado: los grandes bancos colombianos ya prestan el servicio de captación en tierras estadounidenses, lo que abarata el peso fiscal y “legaliza la vuelta”. (Qué frase tan incómoda en este contexto). Entre tanto el gasto en educación ha disminuido: si se consulta el Sistema Nacional de Información de Educación Superior – SNIES, el Quindío registra 26.273 matrículas frente a las más de 30.000 de 2018, esto en parte porque universidades de otras regiones, e incluso internacionales, ingresaron al mercado y parecen llevarse parte de la clientela.
Quedaría por ver si los gastos médicos y la inversión en negocios son los que se estarían quedando con las remesas. Pero, además, nos surge otra duda, que también debería tener pensando a los gobiernos locales: ¿qué pasaría con el débil mercado laboral de la región si empiezan las oleadas de deportaciones? ¿Estamos mirando la debacle a los ojos sin inmutarnos? Se mueve Estados Unidos y con eso nos sacude la existencia. Y por ahí derecho dejaría a Estados Unidos sin la mano de obra barata y tan necesaria para que se haga efectivo aquello de Make America Great Again.