No cabe duda que a diario las actuaciones del gobierno, oposición y en general nuestra clase dirigente, arroja toneladas de material fresco y renovado para generar, de igual manera toneladas de memes sobre nuestra triste y macondiana realidad; así mismo, el debate y la discusión por parte de la ciudadanía frente al acontecer de este país, rara vez va mas allá de calificativos sobre el aspecto físico, orientación sexual, religiosa o política de un funcionario público.
Debo aclarar que ante todo soy un defensor y un usuario de los “memes”: me agradan y de cierta forma ayudan a relajar un poco la realidad que vivimos los colombianos; sin embargo, es importante y vital para una sociedad, que sus ciudadanos vayamos mas allá del sensacionalismo y discutamos abiertamente nuestras posturas frente al actuar de quienes nos lideran.
El punto en que quiero enfatizar, radica precisamente en el nivel y punto de partida de la discusión; para ponerlo en contexto y sin la más mínima intención de defender o criticar la gestión del funcionario público, traigo a colación ejemplos recientes:
- El Presidente y el panameño.
- Óscar Iván Zuluaga y Eddy Muster
Me pregunto entonces ¿estas comparaciones y puntos de partida para una discusión son sanos o coherentes? ¿aportan algo a resolver, por ejemplo, el mal desempeño del actual gobierno, la corrupción detrás del caso de Odebretch o el absoluto desconocimiento del puesto que se ocupa? Considero, salvo una mejor opinión, que estos argumentos tan pobres no concluyen nada -por lo menos válido- en términos de capacidad de ejecución o buena gestión.
En esa misma línea se pueden ubicar fácilmente a las hoy tan sonadas bodegas; las cuales existen y operan en todos los espectros políticos. En infinidad de ocasiones he tenido que lidiar con ataques absurdos y sobre todo cargados de odio por parte de fanáticos detrás de un teclado en X; son innumerables las veces que me han contestado con argumentos de este calibre:
- Lo mismo hacía Duque/Uribe
- Con que derecho critica desde su privilegio (¿Será que me conocen, o asumen que me ubico en X o Y posición económica o social)
- Los paramilitares / guerrilla eran peores
Y en ese orden de ideas cientos de argumentos que dejan de ser argumentos cuando, para validar una metida de pata o una pésima decisión, deben acudir a una comparación con su contrario a fin de validar algo que se cae por su propio peso. “El gobierno anterior también robaba”, “Las masacres siempre han existido”, “No estarían cogiendo café”, “Pero no se robaron 70.000 mil millones”.
Me niego a considerar que este tipo de argumentos nos van a sacar adelante como país. Ya es hora y responsabilidad nuestra, aprender a marcar distancia de lo que está bien o está mal, independientemente de nuestra corriente o preferencia política; un país se construye a través de las diferencias y la discusión sobre la base de la búsqueda del bien común, nunca a partir de excusas vacías o mediante la justificación de que el contrario también lo hace. Eso, señores, es poner la vara muy pero muy abajo.
La discusión debe tener como punto de partida argumentos sólidos por encima de fanatismos; datos y cifras por encima de supuestos y amores; y sobre todo solidez en las ideas más allá de si estas son o no del agrado del santo de devoción política.