Quindío Corazón Verde de Colombia, “tierra de pioneros, de arrieros y de sol”. Tierra pujante, tierra bella, tierra de milagros, tierra de guaduales, orquídeas, bambucos, llena de gente bella y orgullosa de ser cuyabra.
Un tema de conversación que siempre ocupa las primeras líneas entre amigos y colegas es el amor que le tenemos al departamento; enumeramos un sinfín de atributos y cualidades que hacen de nuestro terruño un paraíso digno de ser visitado y un bello ejemplo para todo el país.
Muchas veces algunos de nosotros, sobresaltados, mencionamos a viva voz “somos únicos en el planeta”, afirmación que ha suscitado en más de una ocasión grandes debates y profundas controversias sobre cuáles son esas cualidades que nos hacen únicos; dónde empieza y dónde termina esa identidad que nos hace ser quindianos de corazón.
Es por esto que quisiera compartir con ustedes mi sentida opinión a través de este espacio, no con el ánimo de encontrar respuestas precisas o tan siquiera correctas, sino como una invitación a cotillear sobre nuestra esencia, costumbres, patrimonio cultural y ambiental. En resumidas cuentas, poder hablar tanto relajada como orgullosamente sobre las riquezas de este pequeño paraíso.
Comenzando por lo que mejor conocemos. Vivimos en el departamento más bonito de Colombia, sin lugar a dudas; el que diga lo contrario, no sabe nada de departamentos -perdonarán el apasionamiento-. Para continuar con este emotivo recuento, tenemos una riqueza ambiental y cultural envidiable; en términos de biodiversidad contamos con especies propias que pululan, entre ellas muchas vistosas: aves, anfibios y peces multicolores, plantas nativas y uno que otro poeta que solo se pueden apreciar en estos 1845 kilómetros cuadrados que tenemos de territorio. Un terruño que nos convierte en el departamento continental, si bien más pequeño de Colombia, también “Joven, Rico y Poderoso”.
Otra característica distintiva de los quindianos es que somos el fruto de una mezcla cultural con múltiples raíces y tradiciones que nuestro himno anuncia inequívocamente: “somos una región del viejo Caldas, colonizados por antioqueños”; ademas tenemos fuertes vínculos con el Valle del Cauca y unos excelentes vecinos del Tolima. Este rico entorno nos hace gente amable, bonachona, que adoptamos y mejoramos miles de costumbres; no es casualidad que una noche de parranda podemos iniciarla escuchando boleros, pasar por un bambuco de esos que llegan al alma, brindar con vallenato y terminar tirando paso con una buena salsa.
Además de la variada música, nuestra cocina adoptó la trucha canadiense y el plátano africano para armar uno de los platos más llamativos de Salento: En otras palabras, en todos lados se come trucha, pero en ninguno como acá; al cholao valluno, ese famoso del Parque Sucre y el estadio en Armenia, para “quindianizarlo” le metimos milo, leche condensada, la ñapita y mucho cariño; al sudado antioqueño le quitamos un poco de aquello y le pusimos más de esto, para crear el famoso fiambre montañero, el cual por cierto es mi plato típico favorito, y por supuesto, merece las más altas calificaciones en mi humilde y comelona opinión. Así que, en términos culinarios, no entramos en discusiones nacionales, como por ejemplo el famoso debate de si la lechona lleva o no lleva arroz, o disputas continentales en busca del origen de las arepas rellenas: acá las hacemos a nuestra manera, como diría Sinatra, y a fe mía que quedan buenísimas.
Esta mezcla de culturas, sabores y pasiones, lejos de ser una debilidad en nuestra identidad es una gran ventaja, no en vano por ello compartimos con Caldas y Risaralda el título de “Eje Cafetero”, preservamos como podemos el paisaje cultural – PCC y dentro de nuestro dialecto, en una misma persona podés escuchar el “vé”, el “vos”, el “parcero” y hasta terminar haciendo una vuelta o un mandado. Los más optimistas sostienen que tenemos un acento neutro… no mijo, tenemos es un montón de mucho, en nuestro acento y vocabulario.
Pero, dejando de lado todas las fortalezas antes mencionadas, y volviendo al tema inicial, cuando buscamos nuestra identidad, lo propio, el asunto se complica: La trucha es foránea; el plátano y café africanos; el bambuco, la trova y la salsa son de afuera. Esta falta de identidad muchas veces ha ocasionado que algunas entidades gubernamentales ostenten flores africanas en sus logos publicitarios, aunque acá abunden las heliconias u orquídeas endémicas del Quindío, es decir, que solo están acá y en ningún otro lugar; llenamos nuestras ciudades de árboles europeos, canadienses, australianos y olvidamos los yarumos, nogales cafeteros, carboneros y los guaduales ¡Ay como lloran los guaduales!…
Otros motivos de orgullo son nuestros relictos, hogar de muchos guatines, único lugar en donde los vemos últimamente. Algunas de nuestras especies de fauna, por fortuna gozan de un poco más de reconocimientos como el barranquero o el cóndor, pero, ¿sabían que no hace mucho un grupo de investigadores encontraron en Pijao una especie de rana cristal única en el mundo?, y solo se puede ver en el Quindío, eso sí que vale la pena contarlo en todas las publicidades oficiales. Les hablo de fauna y flora, porque como biólogo que soy, es de lo que alguna cosa sé y me gusta opinar, no obstante, unos amigos me han comentado que el famoso baile del machete es propio de nosotros los quindianos, o que algunos platos hechos con cidra y chachafruto son del Quindío para el mundo, ¡ay qué orgulloso me siento!
En fin, después de toda esta carreta, ahí les tiro la invitación, dentro de todas las cosas que tenemos (todas son maravillosas, ya les dije, soy un apasionado), busquemos aquellas que nos hacen únicos y especiales, que son propias de nosotros en temas ambientales, culturales, sociales. ¿Cuáles son esas cosas que compartimos todos los quindianos (además de las ilusiones y despechos que nos trae el glorioso Deportes Quindío) y en el resto del mundo no? Hagamos una lista de todas esas cosas, publiquémosla en redes sociales y resaltemos que el “Quindío es un paraíso, donde florece el café, y son sus frutos maduros, dulces labios de mujer” como dice el famoso bambuco del maestro Jorge Villamil…
Excelente. Algo que escucho con mucha frecuencia es que el clima quindiano es el mejor de entre todos los departamentos y que la amabilidad de nuestra gente es incomparable. Tenemos que fortalecer nuestra apropiación y civismo por esta tierra.
Excelentes palabras del Biólogo Miguel Angel Mejia para describir el mejor vividero en Colombia, el paraíso terrenal, nuestro Quindío, ahora si entiendo por qué siendo Cucuteña me siento más Quindiana que la arepa paisa o el cholo Valluno…. mil bendiciones y éxitos, queremos seguir leyendo estos interesantes artículos literarios