Con el pasar del tiempo, los colombianos nos volvemos más y más apáticos al quehacer político de nuestro país; y no es para más, dirán algunos. El nuestro es un país donde pasa de todo y al final no pasa nada. Ese cansancio y desgaste al que históricamente nos ha sometido la clase política nos ha llevado a un estado de indiferencia hacia ella; sin embargo, nunca debemos olvidar que es esta la responsable, en gran medida, de llevar a término todas las reformas y cambios que Colombia requiere. Es por esto que como ciudadanos tampoco podemos avergonzarnos de reconocer el trabajo y esfuerzo de aquellos funcionarios que a nuestro juicio nos representan positivamente.
El caso que hoy nos convoca es el de la representante a la Cámara Sandra Bibiana Aristizabal Saleg: mujer quindiana de posturas y carácter fuerte, a quien años atrás tuve la oportunidad de conocer como una ciudadana más en una asamblea de propietarios. Fue allí donde precisamente surgió mi curiosidad, fruto de sus aportes y comentarios en aquella reunión, pues contrario a lo que se podría pensar, expresó como cualquier otra persona su preocupación por un aumento desmedido de las cuotas de administración y la eficacia de la ejecución presupuestal del año inmediatamente anterior.
Más que un publirreportaje -que no sería el caso de este espacio- quiero hacer un reconocimiento al trabajo de Sandra, quien en este ultimo año encabezó debates y proyectos de Ley sumamente importantes para nuestro país y región, como la modernización de las Cámaras de Comercio, la doble calzada Calarcá – La Paila, la defensa del Paisaje Cultural Cafetero, la inclusión de caficultores en ayudas y subsidios damnificados por efectos climáticos.
La invitación entonces, es a cambiar un poco el paradigma de pensar y expresar solo ideas negativas de la clase política. Tampoco se trata de aplaudir como focas a cuanta locura se le ocurra; se trata de ser críticos y reflexivos frente al actuar de nuestros voceros. Como ciudadanos podemos estar o no de acuerdo con sus propuestas y proyectos. Que el orgullo y nuestra falta de interés no nos haga olvidar que somos los ciudadanos los que ponemos los votos y a nuestros representantes, y en ese orden de ideas que no nos dé pena reconocer un buen trabajo y apartarse o criticar con altura aquellas ideas que no compartamos. Siempre y ante todo pensando en el bienestar de nuestra región y nuestro país; las cosas como son.
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