Un Bukele sin efectos especiales

Un Bukele sin efectos especiales

No es inusual escuchar algún colombiano aplaudiendo hoy en día a Nayib Bukele, cuando ve fotografías del atroz tratamiento que le da a sus comunidades penitenciarias en El Salvador. Rencorosos, irracionales y violentos como somos, la figura del presidente centroamericano recoge lo que en algún momento llevó a un gobierno de mano firme y corazón grande a cometer crímenes de Estado y que hoy en día muchos lo sigan celebrando.

Esa es otra historia. Pero hay que reconocer que la figura de Bukele resulta interesante, como resultará ahora Milei, cuando se quede con el poder en Argentina y le recuerde al cono Sur lo lindos que eran los días en la dictadura de Videla. Sin embargo, para poder opinar sobre la situación de otro país, hay que vivirla. Por eso cuando me encontré con Martín en los cafés del parque Fundadores y me dijo que al día siguiente volaba de nuevo a San Salvador, le pedí una entrevista. Él aceptó. Pero me pidió que guardara su identidad. Por más que me mostró una visión no radical en su aceptación u oposición, sobre la gestión del mandatario, algo era subyacente: es mejor no opinar sobre Bukele si vives en el país que comanda.

“No puedo decir si las decisiones de Bukele son correctas o no. Pero le puedo asegurar que la información que llega a Colombia por los medios masivos de comunicación no es correcta. Y lo mismo pasa allá: creen que todos hablamos ‘nea’ porque la información que les llega de nuestro país son las narconovelas. Si nos ponemos a creer en esos estereotipos, vamos a estar errados; no todos los salvadoreños son la misma vaina”, me dijo.

Anastasio Aquino, José Matías Delgado y Francisco Morazán: Próceres en El Salvador.

Un país construido sobre la inequidad y la violencia

Titular este segmento así conlleva un comentario: El Salvador es OTRO país construido sobre la inequidad y la violencia, como el nuestro. Las injusticias se dieron en otra época, en la que el país recibía ingresos importantes de bienes actualmente en desuso como el añil o el bálsamo; o con competidores fuertes como es el caso del algodón con Estados Unidos o el café, con prácticamente todo Centroamérica, Colombia, Brasil, Vietnam e Indonesia.

En ese entonces, las familias de poder empezaron a comprar los minifundios de indígenas y campesinos que terminaron trabajando sus tierras para pagarle al terrateniente. ¿Suena conocido? “Ahí comienzan las revoluciones, por el año 32, cuando empiezan a surgir caudillos indígenas como Anastasio Aquino, el sacerdote José Matías Delgado o el hondureño Francisco Morazán. Sin embargo, estas ideas independentistas y que buscaban restablecer el derecho a la tierra no alcanzaban a cuajar”, explica Martín. Yo le creo: trabaja como periodista en uno de los diarios de amplia circulación nacional y ha recorrido todo el país.

Para los años 80, la insatisfacción se había unido al crecimiento de las guerrillas de izquierda en todo el continente. La Unión Soviética parecía un buen aliado para reclamar la reforma agraria que los poderes nacionales se negaban a adelantar. Fue entonces cuando varios movimientos decidieron armarse bajo lo que se denominó el frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

El frente Marabundo Martí fue bien conocido en los 80 por sus incursiones guerrilleras. Incluso fueron recurrentes en las películas de Hollywood de la época.

La guerra de los contras

12 años duró la guerra entre la guerrilla y los contras, financiados por la CIA con el apoyo de la derecha. Al final los gobiernos se dieron cuenta que de nada servía seguir desangrando el país y negociaron un acuerdo de paz (aplausos para los salvadoreños ¡en Colombia nos costó más de 60 años!). Al final se permitió, entre otras cosas, que la izquierda pudiera tener participación política.

Pero este iba a ser el germen de un nuevo conflicto, mucho más complejo y que llega hasta nuestros días. Martín cuenta que durante el conflicto las familias se fragmentaron, muchos murieron o desaparecieron, los niños eran vendidos a familias extranjeras que los recibían con el beneplácito del Estado. Cuando se firmó la paz, miles de salvadoreños habían migrado, en su gran mayoría a Estados Unidos, que los recibía a modo de asilo y entraban a fortalecer las industrias de la construcción y la agricultura.

“Entonces llegaron a vivir a zonas deprimidas de las grandes ciudades, donde las mafias mexicanas mandaban. Y para protegerse entre ellos empezaron a crear bloques de autodefensa; los de la calle 13 no se mezclaban con los de la 18, y a financiarse de lo que mejor se les daba: el microtráfico y el cobro por seguridad a los comercios. Entonces, cuando empiezan a ser deportados a sus países de origen, estos muchachos empiezan a reencontrarse y a replicar el mismo modelo. Y eso se hizo atractivo para ellos, porque la pandilla entró a ocupar el rol de las familias que nunca tuvieron”.

La vida bajo el régimen de la Mara era difícil: te atracaban en un bus, te podían secuestrar, a las 6:00 o 7:00 de la noche había que estar bajo llave en la casa. Por eso cortar de tajo la problemática era algo que parecía imposible pero que te podría encumbrar en la escala de popularidad. Algo que logró Bukele. ¿Pero de dónde salió Bukele?

El efecto rebote

¿Recuerdas el frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional? Convertido en un partido político de izquierda bajo el nombre de FNL, entró a la puja de las elecciones, y en 2009 por fin logró la Presidencia, con el periodista Mauricio Funes, que luego sería sucedido por Salvador Sánchez Cerén, de la misma colectividad.

“Pero comenzaron a haber problemas. Primero, las promesas de la izquierda no se concretaban en la población que había confiado su votación por un cambio. Luego, las investigaciones, que revelaron el mismo tipo de corrupción de la derecha que había sido derrotada. Durante estos años, surgió la figura de Bukele en el FNL, al lanzarse como candidato a la alcaldía de un municipio del Gran San Salvador que se llama Nuevo Cuscatlán. Lo logró y en las siguientes elecciones se postuló para ser el alcalde de San Salvador, donde también quedó. Entonces, en medio del descontento de la gente por la gestión del FNL, Bukele se reveló, se hizo expulsar del partido, y en medio de un golpe de opinión crea la coalición Nuevas Ideas con el partido de centro derecha Gran Alianza por la Unidad Nacional – Gana”.

La pregunta fue inevitable. “Bukele entonces llegó a la Presidencia por un efecto rebote. Eso puede pasar en Colombia, si el desempeño de Petro no llena las expectativas?” Martín me mira, sonríe y me responde: “Absolutamente. Es posible que llegue un loco de ultraderecha”. Reconociendo que desde sus épocas universitarias su pensamiento es más de izquierda, Martín le reconoce cosas importantes al mandatario, como la recuperación tangible de la tranquilidad en las ciudades, que ha hecho que se esté viviendo una reapropiación del espacio público, a su vez que los capitales internacionales mirando de nuevo a El Salvador. “Sin embargo, es terrible su manejo de los derechos humanos. Es reprochable”.

Las infames fotografías del sistema penitenciario en El Salvador, que le han dado la vuelta al mundo, generando tanto rechazo como aprobación.

Esta historia tiene un giro

Martín describe la realidad socioeconómica actual: “Hay tres grandes ciudades: San Salvador, Santa Ana y San Miguel. Entre ellas y las poblaciones sin embargo, vos encuentras predios enormes que no son cultivados, ni tienen ganado. Son totalmente baldíos. Y mientras tanto las frutas y vegetales se importan de Guatemala, los cárnicos y las leches de Honduras y Nicaragua, los granos de China o Estados Unidos; incluso durante un tiempo Colombia le vendía frijoles, y se supone que es uno de los productos de primera línea de Centroamérica”, explicó.

El ingreso que engorda el Producto Interno Bruto de El Salvador es el proveniente de las remesas de los salvadoreños que viven en el exterior. “Bukele se ha permitido financiar el gasto social con estas divisas, pero me parece arriesgado, por la volatilidad de la tasa de cambio. Hasta ahora le doy el beneficio de la duda, porque 3 años es muy poco para evaluar una política nacional”, opina.

Sin embargo, no es un secreto que el gasto penitenciario pesa mucho en la economía de un país. Sobre todo, si se tienen las condiciones económicas de El Salvador. ¿Y si se acaban los recursos, o si se llega a dar un cambio de gobierno y el poder pasa a manos de alguien que no está dispuesto a seguir invirtiendo? ¿Qué va a pasar con una Mara retenida en condiciones infrahumanas y sin programas de resocialización? Porque si los problemas históricos de El Salvador han nacido del resentimiento, no me extrañaría que en libertad los pandilleros serán aún peores que antes.

“No lo sabemos. Una de las cosas preocupantes de Bukele es que decretó una veda a la información estatal por 7 años. Durante 7 años no tendremos información pública. Pero recuerde que le dije que no le creyera a los medios masivos de comunicación”, me responde. Y es que, con los años las pandillas aprendieron que sus característicos tatuajes no ayudaban: ahora se usan pequeñas marcas casi imperceptibles. Marcas que han sido identificadas en agentes del alto gobierno. “¿Bukele trabaja con las pandillas?”, le pregunto sorprendido. Era ya tarde. Tomó su maletín y se despidió con un abrazo.

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